Cosita loca llamada amor
Texto: Valeria Correa. Con Lorena Vega y Leonardo Murúa. Diseño de vestuario y escenografía: Rodrigo González Garillo. Diseño de luces: Ricardo Sica. Realización de escenografia: Gustavo Di Sarro. Música original: Pablo Bronzini. Fotografía: Antú Martín Fernández. Diseño gráfico: Antú Martín Fernández. Entrenamiento corporal y coreografía: Veronica Litvak. Asesoramiento de maquillaje: Constanza Suárez. Asesoramiento en magia: Pablo Kusnetzoff. Asistencia de escenario: Sebastián Kotliar y Yamil Zeid. Asistencia de dirección y producción ejecutiva: Giuliana Kiersz. Dirección: Lorena Ballestrero.
Teatro del Abasto. Humahuaca 3549. Jueves, 21 hs.
Tema remanido el de las separaciones, que siempre deja tela para cortar. Esa relación que llamamos amor y dejó de ser tal como la recordábamos. Más aún, cuando uno fue protagonista de ese acto.
En esta ocasión, tenemos a una pareja que se está separando o quiere reverdecer los laureles del pasado yendose de viaje. Será, justamente, esos lugares y espacios que transitaron a través del tiempo, parte fundamental de un texto tan elocuente como delicado. La relación de la pareja es retomada a partir de esos por los sitios y momentos transitados. La casa, el casamiento, la escapada al campo. Una relación atravesada por situaciones que rememoran tanto lo que fue como lo que podía haber ocurrido.
Una vieja canción tiene como estribillo «No sos la única/con emociones ambiguas/No sos el único barco/a la deriba en este oceano». Ese sentimiento de soledad con un toque de incertidumbre se aprecia en la pareja protagónica que propone una huída hacia adelante, con la esperanza -o no- de encontrar ese amor que se perdió y que, en un punto, también añoran.
La empatía con los personajes es inmediata gracias al texto ideado por Valeria Correa. Preciso y exacto, da cuenta de lo que ocurre a través de los propios personajes pero sin emitir juicio al respecto. Con textos fragmentados, viajará a través del tiempo y de las vivencias de quienes no pudieron/no supieron llevar adelante un vínculo que parecía destinado a perdurar a través de los tiempos (¿acaso no pensamos eso cuando iniciamos una relación? La respuesta abrirá el abanico a nuevas posibilidades de debate). Inclusive, desde el titulo mismo de la obra, con frialdad y contundencia, se inquiere sobre la capacidad de sobrellevar los cambios que implica no solo una relación de pareja sino el paso del tiempo y el crecimiento personal de cada uno de los integrantes de la misma.
Allí radica el gran punto del texto. La sutileza para enmarcar las palabras por más que el desborde emocional esté a flor de piel
Si el texto abre esta posibilidad, la dirección de Lorena Ballestrero hace lo suyo con la prestancia que le es reconocida. Personajes que bordean los límites del enojo y el (des)amor pero sin tomar el camino fácil de la verborragia y la gestualidad extrema para denotar ira o decepción. El final es un perfecto mix de emotividad y contundencia.
Párrafo aparte para la creatividad puesta en una escenografía tan simple como elocuente. Un dispositivo extremadamente versátil, que construirá un universo de sensaciones y vivencias en el marco de los vaivenes de la pareja. La iluminación es exacta en la creación de los climas tan relevantes que propone la obra.
Lorena Vega y Leonardo Murúa llevan a cabo un sentido y profundo trabajo con dos personajes de vuelo íntimo y sutil. Los pasos de baile y pequeñas coreografías que le brindan agilidad y dinamismo a la puesta.
«Las mutaciones” es de esas puestas que viajan al interior profundo de un@ para escudriñar en las experiencias pasadas y dejar –o abrir- interrogantes varios. Una combinación de ideas y aseveraciones ancladas en una realidad fuerte, lejos del regodeo en el dolor y las lágrimas de cocodrilo de quien perdió aquello que nunca supo que tenía. No se asusten si la ven y quedan con ese deseo de verbalizar/debatir respecto a lo visto. Inclusive, querran verla de nuevo. Es lógico que pase cuando una puesta es imperdible.