Destramando el pasado
Texto y dirección: Eliana Murgia. Actrices: Fiorella Cominetti y Eliana Murgia. Vestuario: Dudou Vintage + Ana Rivoira. Diseño de luces: Carolina Rolandi. Diseño de espacio: José Escobar. Colaboración en danza: Miguel Valdivieso + Dahyana Turkie. Reversiones y remixes: Punchi Puncho Hernán Vache y Alessio Tiracchia. Fotografía: Carmela Tito. Producción artística: Teatro Tesoro. Producción ejecutiva: Carola Parra. Asistente de dirección: Iraitz Gómez Cabrera.
Tienda De Ropa Dudou Vintage. Malabia 2105. Miércoles 21 h.
Por Cecilia Inés Villarreal.
“Adonde vamos, no necesitaremos carreteras”, le dice el Doc a Marty Mc Fly en ese clásico del cine que es Volver al futuro. Justamente, en «Liquidación total!», puesta site specific que inspira estas líneas, el único requisito es ir a una tienda de ropa vintage y dejarnos llevar en este viaje. Este tipo de negocios, conocidos en su momento como «feria americana», le otorgan un halo de mística y de pasado glorioso. La vestimenta teje con sus hilos una historia de la corporalidad de fuerte sensibilidad a lo largo de diferentes épocas.
Las protagonistas (Eliana Murgia y Fiorella Cominetti) recuerdan y en el devenir caprichoso de la evocación, se tropiezan con diversas estrategias de supervivencia. ¿De qué están hechos los recuerdos? ¿Eso pasó o será lo que nosotros creemos-que-ocurrió? Será ahí cuando irrumpan las herramientas mnemotécnicas compuestas por diarios íntimos, cartas, fotos, para restaurar su propia historia. El pasado se reconstruye (¿y se reinventa?) con fantasías y sueños hechos de un patchwork de imágenes, a veces rasgadas, fragmentadas e idealizadas. Al respecto, es un error interpretar una vivencia del pasado con la óptica del presente.
De esta manera, somos testigos de un catártico ejercicio teatral de reconstrucción de lo vivido. Lejos de detenerse en lo melodramático, navega entre la serenidad, la compasión y la comprensión. La pregunta retórica que surge es: ¿Todo tiempo pasado fue mejor? No, es diferente. Es un desacierto glorificarlo, amén de pecar de cierta ingenuidad. Se hace un recorte de un período de tiempo determinado de acuerdo a la experiencia propia. Entonces, ¿qué se rescata de una época? ¿Los años felices? ¿Se tiene la valentía suficiente para cuestionar ese pasado? Pese a todo, se enaltece lo vivido (bueno o malo) para incorporarlo como una armadura de orgullo. Lo que vivimos, nos forma y nos convierte en lo que somos hoy.
Quienes transitaron su adolescencia y su juventud a finales de los años 80 y casi toda la década de los 90, es el eslabón perdido entre lo analógico y lo digital. Pedíamos a gritos que «dejen de jugar con nuestro corazón» porque «los recuerdos no me sirven de nada si no estás aquí» y que «siempre y cuando me ames», todo iba a estar bien. El sapo podría convertirse en el príncipe azul que tanto nos habían inculcado y el ídolo iba a cumplir esa expectativa soñada.
El espacio bellísimo y el diseño escenográfico con la indumentaria merecen un párrafo aparte porque el atuendo es un signo de identidad. La iluminación otorga los momentos exactos para que los personajes se luzcan. Los trapos no solamente cubren y visten, sino que su función más silenciosa y ensordecedora es la de comunicar. Son metonimia, sinécdoque y metáfora, figuras complejas si las hay. La importancia de cómo lucimos y nos apegamos a una prenda por la historia que tiene ese conglomerado de costuras, moldes y telas. Ni hablar del status que otorga vestir determinada “marca” porque ella nos marca.
La dupla cover nos adentra en un pasado pisado, con un tono tragicómico y reflexivo. El texto y la dirección de la propia Murgia es dinámico y vertiginoso. Entretiene al tiempo que el público se identifica fácilmente. ¿Quién no tuvo una madre con una psicología no apta para centennials de cristal? ¿O vivió el suplicio/placer de tener un novio tan falso como empalagoso? Obstáculos que tuvimos que sortear, con menor o mayor suerte, en el Juego de la Vida.
«Liquidación Total!» nos lleva a sacarnos el disfraz y las máscaras, «como si fuera mentiroso o nudista«, tal como el inquietante Federico Moura nos susurraba en la canción. Es la invitación a realizar un exorcismo de demonios personales. Explorar las obsesiones/fijaciones adolescentes y cómo reverberan en el presente -si lo hacen-. Lo importante es haber aprendido a patear el tablero y a mover las piezas con inteligencia y el timing adecuado. Y no ver al «futuro repetir el pasado«.