Lo que quieren las guachas (Teatro)

Lucha de clases  y marginalidad

Dramaturgia y dirección: Mariana Bustinza. Con Iti El Hermoso, Martina Bajour, Ezequiel Baquero, Sofia Black Kali, Luciano Crispi, Ornella Fazio. Vestuario: Mariana Bustinza. Escenografía: Agustin Leonardo Addesso. Diseño de luces: Gustavo Lista. Realización de escenografia: Taller 793. Músico En Escena: Milagros Zabaleta. Música original: Diego Domizzi y Facundo Salas. Diseño gráfico: Addxsso. Asistencia de dirección: Catalina Jure. Arreglos Vocales: Facundo Salas. Coreografía: Mariana Bustinza y Catalina Jure.


Teatro El Extranjero. Valentín Gómez 3378. Jueves, 21 hs.

Mariana Cumbi Bustinza es de esas dramaturgas que realmente vale la pena seguir de cerca. Con una estética tan personal como consciente de lo que ocurre en los márgenes de la sociedad, presenta “Lo que quieren las guachas”, puesta que dialoga de manera directa con las anteriores “Menea para mi” y “Gorila, ambas en cartel en estos momentos.

En el formato de una bien conocida historia que no pierde vigencia (chico/a pobre se enamora de niña/o rica/o), el relato toma las problemáticas que nos atraviesan como sociedad, como el debate en torno al aborto, el racismo, la lucha de clases y la transfobia. Las parejas que se van conformando para dar cuenta de los acontecimientos, son bien definidas al igual que las conductas que mueven a los protagonistas. El origen de las mismas será diverso en tanto podrá ser el amor o el simple hecho de seguir las normas del patriarcado que forja los caracteres de los individuos. Cuerpos como trofeos a exhibir al tiempo que el desprecio de clase se manifiesta de varias maneras, siempre con el poder ubicado en el mismo lado.
El título justamente alude al deseo de decidir sobre el propio cuerpo, como mujeres, frente a las vicisitudes que plantea la vida. La decisión propia sin someter la misma a comicio público y social.

Bustinza escribe con el corazón y con conocimiento en temas profundamente sociales, que se alejan de la endogamia y el snobismo que atraviesa a buena parte del teatro independiente. Deja de lado los conflictos de pareja, las vicisitudes del actor y la conciencia de clase media (alta)-ilustrada que sabe (y le interesa) más lo que ocurre en Berlín o Londres pero se pierde si tiene que ir a Lugano.

La música es parte fundamental de la puesta. Las letras reflejan situaciones precisas en las que los personajes toman la voz cantante de los temas. Esta decisión no quita que sea un tanto divisoria de aguas entre quienes destaquen el hecho de encarar –a través de la música- el desafío de llevar adelante una historia cruda de marginalidad y discriminación, y los que pongan la lupa en las voces y la cantidad de canciones que puedan conspirar contra el desarrollo de la puesta. Salvando las distancias, se podría aplicar el mismo criterio que dijo alguien -¿George Martin?- sobre el Álbum Blanco de los Beatles. “Si se hubiese elegido y publicado solo catorce canciones para hacer un álbum beatle como los que venían haciendo, sería –probablemente- el mejor de su carrera pero sería recortar la esencia del proyecto”.

La escenografía se basa en la utilización de un muro que servirá tanto para separar los mundos en pugna como para enmarcar los hechos mientras que la iluminación es la adecuada para la creación de sentido en momentos por demás significativos. Las actuaciones son correctas en tanto se circunscriben a lo solicitado por la dramaturgia y lleva adelante la dirección.

El rostro de los espectadores refleja la tensión que causa el devenir de los hechos. Cada una de las palabras y las ideas saltan del escenario para tomar por asalto a la platea. Planta bandera en el escenario al llevar al teatro problemáticas que mucha gente desconoce o, siendo un tanto malvados, opta por mirar hacia otro lado. Por eso, impactan de lleno en la conciencia bien pensante de los presentes. Más aún cuando ideas como “Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir”, “No a la violencia machista” son de carácter urgente para tratar y debatir.

“Lo que quieren las guachas” pone sobre tablas varias temáticas de la coyuntura social que no pueden omitirse en la sociedad argentina. Con un exacto mix de crudeza y sensibilidad, la pluma de Mariana Cumbi Bustinza lleva adelante una puesta de personal poética, sin caer en ningún tipo de sensiblería empalagosa. 

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