Sobre amores y vuelos
Con María Canale y Julian Infantino. Video: Camila Fabbri, Florencia Jaworosky y Pedro Razzari. Dirección artística: Ramiro Bailiarini. Texto y dirección: Camila Fabbri.
Elefante Club de Teatro. Guardia Vieja 4257. Viernes, 21 hs.
El combinar géneros suele ser una movida riesgosa que, en general, no terminan de convencer o terminan siendo un híbrido sobre un escenario. El caso de “Mi primer Hiroshima” es diferente. Camila Fabbri combina cine y teatro en una puesta arriesgada al tiempo que traza una analogía entre el desencanto del primer amor y la bomba atómica. Y esto no implica banalizar la situación de catástrofe extrema sino el establecer un nexo entre la destrucción masiva y ese sentimiento de devastación ante la decepción. Esa miseria que explota dentro de uno, la implosión que duele y hace tierra arrasada.
Por eso, a través del tiempo, irá trazando líneas al respecto. María Canale es Lorena, la protagonista que está todo el tiempo en escena. Con un look serio y un aspecto de “hermana menor y buena de Shirley Manson”, Canale relata los acontecimientos al tiempo que quien sería su pareja, está presente solo para acompañar lo que se dice. Su presencia solo sirve para acentuar lo dicho pero ante quien plantee el porqué de la misma, diríamos que su ausencia sería fuerte, dejando un tanto renga la puesta toda.
Lorena es aviadora (aunque ella se define como “planeadora de aviones”) y es lo que le permite volar a través del tiempo. Poética en su texto y en su desarrollo, se toma todas las licencias para expresar su sentir. Lorena voló sobre Hiroshima cuando ocurrió la catástrofe. El Enola Gay y su nefasto legado será parte del relato de la aviadora asi como las imágenes se irán sucediendo detrás suyo, creando sentido a través de que se ve y lo que se escucha. La ausencia de sonido potencia ese horror mudo del cual uno es testigo. De esta manera, conmueve desde un lugar diferente pero sin apelar nunca al golpe bajo ni a la cuestión didáctica o de moraleja.
La puesta está dividida en dos partes siendo la primera muy rica en su contenido y la segunda, haciendo más hincapié en la situación amorosa. De esos dos que “se aman, se pelean y se vuelven a amar” aunque aquí el escenario pasa a ser un ring. Esta segunda parte no mantiene el nivel de la primera si bien las relaciones entre texto e imagen se mantienen. Incluso con la pelea entre Floyd Mayweather y Sugar Shane Mosley en la cual el primero vence ampliamente pero no en la puesta, que no tiene vencedores ni vencidos.
Camila Fabbri creó una puesta que dividirá aguas y llamará la atención, lo cual al día de hoy, es más que valorable. “Mi primer Hiroshima” es arriesgada, despareja, poética y atrapante. Busca tensar límites y sacudir la modorra de las típicas puestas del under porteño, lo cual esto ya es un muy buen motivo para ir a verla.