Mineros (Teatro)

Heroes de la clase trabajadora
 
De Lee Hall. Con Hugo Arana, Darío Grandinetti, Juan Leyrado, Jorge Marrale, Patricia Echegoyen, Milagros Almeida y Juan Grandinetti. Producción: Pablo Kompel. Dirección: Javier Daulte.
 
Teatro Metropolitan. Av Corrientes 1343. Domingo, miércoles y jueves, 21 hs; viernes 21.30 hs; sábados 20.15 y 22.45 hs.

Trabajadores ingleses de las minas en las que la pequeña isla dictó su ley al mundo. Hasta allí llega el profesor Lyon para enseñarles arte a un grupo de mineros que tendrán su propia visión del mundo de la pintura. Con la idea que “el arte es para todos”, la dialéctica de Lyon dará en el centro de estos trabajadores que pondrán las manos a los pinceles para crear diversas pinturas que serán un boom artístico para la época.

La obra se asienta en los personajes creados por Lee Hall. Jorge Marrale es el profesor Lyon, siempre con la pasión por el “arte” a flor de piel pero pendiente de un hilo a caer en esa caricaturización que se ha hecho del mismo gracias al estilo Minujin mientras que Hugo Arana, Darío Grandinetti y Juan Leyrado serán los educandos/artistas pero con particularidades bien definidas. Al tiempo que uno será un simple trabajador, respetuoso de su trabajo y todo lo referido a este (Arana), otro será un revolucionario del proletariado en contra de la dictadura capitalista (Leyrado) asi como el que tiene una veta de artista propiamente dicho (Grandinetti). No obstante, la fuerza dramática de los personajes es oscilante a lo largo de la obra, siendo el personaje de Leyrado el que lo sufre en mayor medida que termina siendo una parodia de todo lo bueno que postula en su parlamento. 

La puesta cuenta con tres personajes más con distinta suerte e incidencia en la puesta. Patricia Echegoyen -una galerista millonaria que apoya a los mineros en la difusión de su arte- , realiza con solvencia su personaje al igual que Juan Grandinetti, como sobrino de uno de los mineros. Por su parte, Milagros Almeida es una “modelo en vivo” en un momento –y con un personaje- que no aporta mucho a la obra.  
 

Que la puesta entretiene, de eso no hay duda y de más está decir que está bien actuada, con un elenco de excelentes actores que tienen el dominio de escena que le dan el talento y los años de estudio y experiencia. Lo que si se aprecia es la manera contradictoria de exponer algunas ideas políticamente correctas, para un público “progre”. La idea de que “el arte es para todos” y que “el arte puede estar también en la clase baja” (perdón si alguno se asusta por mi utilización de ciertos términos “bolcheviques”) se olvida de algo fundamental: ¿Quién impone lo que sería el “buen gusto”? ¿Quién hace “aceptable” lo que no es “aceptado” y por qué? Porque si hablamos del “arte para todos y en todos”, recordemos que el costo de la entrada del Metropolitan es de $ 120 para arriba. O sea…un público va a ver una obra de teatro que le brinda un mensaje “correcto” en el marco de una situación opuesta a lo que se está diciendo sobre tablas. No se puede menos que recordar la frase de Groucho Marx, “Jamás aceptaría pertenecer a un club que me admitiera como socio”. 
 

No obstante, se peca de cierto gigantismo con una escenografía tan grande que se pierde la actuación en el medio de esa enormidad, tal como fue, en el ámbito de la música, la gira Voodoo Lounge de los Rolling Stones.
La moraleja del texto (acrecentada por la adaptación) y la alegría con que se retira el público corona una obra entretenida, con cuatro actores de primer nivel pero que uno no puede dejar de pensar, la contundencia que podría llegar a tener en un escenario más chico, con los actores creando el mundo en que se desarrolla la acción, sin apelar a micrófonos y escenografías desproporcionadas. Preparada con “think tank” para la temporada, con buenos valores y un público que aplaude hasta los cambios de escenografía, uno no puede dejar de pensar en conceptos como “entretenimiento”, “pasteurización de valores realmente importantes” y “consumo apto para todo público”. 

John Lennon decía que si supiese la fórmula del éxito de los Beatles, “contrataría a cuatro melenudos y sería su manager” y hablaba de repetir “la fórmula, envasarla y venderla”. No está tan lejos de la realidad de cierto teatro porteño que, en este caso, cuenta con cuatro actores superlativos pero que terminan formando parte de una parafernalia que los sobrepasa. 

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