Dramaturgia: Santiago Loza. Con Soledad Silveyra. Vestuario y Escenografía: Graciela Galán. Iluminación: Omar Possemato. Musicalización y Dirección: Alejandro Tantanian.
Teatro Maipo. Esmeralda 443. Lunes, 20.30 hs.
En esta ocasión, el rol protagónico recae en Soledad Silveyra. La puesta comienza con un video introductorio, que sirve para contextualizar los acontecimientos. Aceitado recurso para hacer uso de las posibilidades tecnológicas puestas a disposición de la obra y para “ganar” tiempo respecto a su desarrollo ya que, enseguida, ingresa la protagonista al receptáculo en el cual se suceden los hechos.
La puesta cuenta con un falso final que no aporta mucho en tanto que la iluminación y las imágenes vuelven para dar cuenta de efectos que terminan siendo un regodeo sobre la forma de impactar en tanto final de la puesta pero que no enriquecen a la misma. Aquí es donde el famoso axioma “menos es más” se hace palpable. Esto es extensible a varios momentos de la puesta donde, pareciera, es necesaria la utilización de recursos que no ameritan a la ocasión salvo para llenar de colores a la misma.
“Nada del amor me produce envidia” volvió con un envase propio de estos días para relatar una historia cuya mayor virtud estuvo, en su momento, en un texto y una actuación de primer nivel. En esta ocasión, se pusieron los acentos en cuestiones que, paradójicamente, conspiraron contra las virtudes propias de la obra.