New York Mundo Animal (Teatro)

Mujer de algún lugar
 
Dramaturgia y Dirección: Gilda Bona. Actriz: Yanina Gruden. Vestuario: Jennifer Sancovik. Iluminación: Luciana Giacobbe. Utilería: Alejandro Richichi. Trompeta: Rolando Vismara. Entrenamiento corporal: Cele Campos Yoga. Fotografía y Diseño Gráfico: Lucía Morón. Producción ejecutiva: Florencia San Martín. 

Teatro del Pueblo. Lavalle 3636. Sábados 21.15 hs
 

Una joven se ubica en el centro de la escena. Más allá de la literalidad de lo dicho, lo lleva a cabo en tanto y en cuanto a su propia vida. El ir y hacerse cargo de su propia existencia, gambeteando a aquello que nos inculcaron durante la niñez, bajo el axioma de la “educación”.
 
El texto de Gilda Bona navega en las profundidades de una mujer que quiere (empezar a) vivir su vida, decisión la cual (todos y todas lo sabemos) pone en jaque a todo su círculo familiar. Éste, con sus características particulares. Una madre como abanderada del “deber ser” de la familia y un padre tan amoroso como pasivo ante el contexto.
Es esta mujer la que busca el amor puertas afuera, poniendo todas las fichas en una situación que la saque de este tira y afloje de su propia vida. Ese “Should I stay or should I go” se refleja en su alma, como un animal que pide por su libertad tras los barrotes al que han confinado aquellos que (dicen) la aman. La valoración de su propio ser y el hacerse cargo de su destino al tiempo que sale a descubrir un mundo vedado a sus ojos. Una mujer que no duda en, llegado el caso, manejar un taxi si la situación lo amerita y aumentar la apuesta reivindicando su feminismo. 

Otro punto a destacar es la reflexión sobre el carácter de aquél AIE (Aparato Ideológico del Estado, a decir de Althusser) llamado “familia” –institución sobrevalorada si las hay-, que debe llevarse a cabo aunque duela. No tanto en su constitución sino en las consecuencias que sufren quienes forman parte de la misma. La contención da paso a la sumisión con el consabido castigo a aquél que ose romper con sus postulados.
 
La puesta realiza una toma de decisión importante en tanto y en cuanto la austeridad de la escenografía, lo cual potencia el texto y la actuación. Algo similar ocurre con la función que cumple la iluminación. Allí es donde emerge Yanina Gruden desde la actuación, que lleva adelante este unipersonal femenino basado en una historia «simple» que tiene mucho para descubrir y analizar. Gruden carga con una vida que tiene como norte el refrán futbolero de “solo erran los penales aquellos que los tiran”. Riesgo y realidad, decisiones que implican la modificación de mundos personales y extraños.
Paralelamente, con el paso de las funciones, se aceitará el corte que divide la puesta lo cual brindará mayor dinamismo a la misma.
 
“New York, mundo animal” desarrolla con exactitud una situación por demás reconocible para mostrar el “lado B” de las familias y los riesgos que implica salir de ese “agujero interior” de una existencia condicionada.

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