La puesta está dividida en tres actos en los que se lo ve a Johnson con su mujer, con un superior que busca saber que ocurrió con el detenido y con el acusado, antes de que ocurra lo narrado. El orden del relato está alterado con lo cual permite la atención completa que implica ordenar un rompecabezas. Más aún cuando las palabras y conductas que se escuchan sobre las tablas tienen que ver tanto con nuestra conducta cotidiana. Esa violencia física o verbal que está matizada por nuestra “educación” sobre el “deber ser” dentro de una sociedad moderna como la nuestra. De esta manera, la puesta abordará diversos puntos de la manera que amerite cada uno de ellos. Será sutil cuando corresponda y dura y contundente si el texto lo requiere.
La escenografía es mínima y exacta, solo una mesa larga con unos pocos adminículos que irán cambiando de acuerdo a la escena. Las actuaciones son de primer nivel, destacándose Marcelo Bucossi que le pone el cuerpo al policía golpeador, una buena metáfora de una sociedad que pide a gritos el cumplimiento de la ley (inclusive a través de la “mano dura” –aunque sea un detalle menor, de poca importancia-) pero que no respeta absolutamente nada para que esta sea la norma que rija la conducta de los individuos.