Un mar de luto (Teatro)

Nacer mujer es el mayor castigo

Dramaturgia y dirección general: Alfredo Martín. Con Marcelo Bucossi, Luis Cardozo, Osqui Ferrero, Daniel Goglino, Ariel Haal, Juani Pascua, Gustavo Reverdito, Marcelo Rodriguez, Francisco Tortorelli, Miguel Ángel Villar y Juan Zenko. Cantantes: Daniel Goglino, Julia Mizes, Francisco Tortorelli. Vestuario: Alejandro Mateo. Escenografía: Ariel Vaccaro. Iluminación: Ricardo Sica. Asesoramiento Teórico: Estela Castronuovo. Diseño de objetos: Gustavo Reverdito. Asesoramiento musical: Pepa Luna. Música En Vivo: Julia Mizes. Fotografía y Arte En Video: Ignacio Verguilla. Diseño gráfico: Gustavo Reverdito. Entrenamiento corporal: Armando Schettini. . Asesoramiento artístico: Marcelo Bucossi. Asistencia de dirección: Ana Estefania Pasulevicius. Duración: 85 minutos.

El Portón De Sanchez. Sánchez de Bustamante 1034. Sábado, 22.30 h.

En estos tiempos en los que soplan vientos de cambio es fundamental volver a los clásicos, para brindarles una mirada refrescante, tomando en consideración los cambios estructurales en torno a las representaciones de lo que significa ser hombre y ser mujer. “La casa de Bernarda Alba” de Federico García Lorca es subversiva y eso la vuelve atractiva para la reflexión pese a que han transcurrido casi nueve décadas desde su escritura.

El reconocido director y dramaturgo Alfredo Martín adaptó el clásico del poeta granadino convirtiendo todos los personajes en hombres. Esta decisión constituye todo un desafío. Tres generaciones de mujeres marcadas por un signo trágico. Los mandatos tienen que ser cumplidos. Lo más importante es cuidar las apariencias, el recato y guardar el luto riguroso dentro de una casa que opera como jaula, tumba y, podría decirse también, como vientre materno.

No hay espacio a la transgresión porque, según Bernarda, una hija que desobedece deja de ser hija para convertirse en una enemiga. Las mujeres deben ser sumisas y los hombres tienen naturaleza salvaje aunque racional –una extraña paradoja, ¿no? -. Así es la biología y no debe ser cuestionada. “Aquí se hace lo que mando, hilo y aguja para las hembras, látigo y mula para el varón”, sentencia la madre castradora y autoritaria cuyo papel es muy recurrente en la literatura y en el cine. Mamá Elena de “Como agua para chocolate”, novela de la escritora Laura Esquivel y Doña María de “Las de Barranco” de Gregorio de Laferrere, son resabios arcaicos de una sociedad patriarcal que no termina de pasar de moda.

La religión constrictora es el eje de esta versión, junto con la represión de la sexualidad, tan cara a diversas épocas y geografías. Los bajos instintos se frenan y congelan frente a las buenas costumbres y la fachada sempiterna de la armonía familiar. No obstante, hay un vendaval en ciernes que se gesta a fuego lento en las profundidades de algunos de los protagonistas. Esta tormenta silenciosa, con sus consabidas olas de deseos contenidos contemplará a los personajes, tras los muros gruesos de la casa.

La escenografía es un panóptico y permite ver la acción de todo el elenco sin perder detalle. La simultaneidad en la que se desarrollan los hechos, amén del aspecto coral (tanto actoral como musicalmente) envuelven al espectador en una atrapante aura de solemnidad, asfixia y severidad. Sobresale la actuación de Marcelo Bucossi como la madre. Su voz y presencia dominan la escena. Un personaje que vuelve a dar cuenta de su sapiencia interpretativa.  

“Un mar de luto” es una propuesta de calidad, digna de ser vista en aras de practicar la empatía, de ponerse en lugar de tantas mujeres que tuvieron que soportar estas aguas bravías. Olas que no dejan de agitarse y que, gracias a los feminismos y a la toma de conciencia, la marea está más furiosa que nunca. Ya sabemos lo que ocurre cuando pasa esto.

Por Cecilia Inés Villarreal

Foto: Ignacio Verguilla.

1 comentario en “Un mar de luto (Teatro)”

  1. Maria itati Galarza

    Cuanta verdad hay en esto de que las mujeres deben ser sumisas. Estamos sumergidos en un mundo con tantos prejuicios, desde diferentes aspectos.
    Igualmente, los cambios en la imagen de la mujer están siendo modificados por una lucha incansable. Se necesita del acompañamiento global, de todas las generaciones familiares. Así la mujer es respetada y aceptada por ser tal humano más.

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