Paula Brasca: “Mis estudios y la actuación se tocan en la pasión por comunicar”

Fue una “golden girl” del BAFICI 2016 al protagonizar “El eslabón podrido” y “La valija de Benavidez” con muy buena recepción y estreno comercial a la brevedad. Pero ella no para. Ahora está realizando en teatro la muy buena “Si no te veo, felices fiestas” al tiempo que filmó en Italia una miniserie. Actriz y licenciada en Comunicación Social, Paula Brasca cuenta su vida entre el cine y el teatro al tiempo que se da espacio para una espiritualidad que incluye la deuda de no haber sido monja budista.


-Paula, ¿cómo surge la posibilidad de hacer “El eslabón podrido”?

– Me entrevisté con Javier. En principio, me contó la idea que  tenía para el guión, la historia. Pasados unos meses, me ofreció uno de los personajes de la película, que no era el protagónico pero era un papel muy lindo dentro del pueblo “El escondido” que constituye el paisaje en el cual se narra la película. Como te habrás enterado, la protagonista iba a ser una actriz norteamericana la cual, al tercer día de la filmación, desistió de hacer la película y se volvió a Estados Unidos. Ahí fue cuando Javier me pidió que la reemplazara. Asi que fue medio de un día para el otro que llegué al set y empecé a interpretar a Roberta. Tuve compañeros de lujo como Marilú Marini, Luis Ziembrowsky y el mismo Javier.


-¿Quien es Roberta?

– Es la prostituta joven del pueblo. Es la hermana de Raulo, que es retrasado mental y la hija de Ercilia, la chamana del pueblo. Está medio senil, con momentos monstruosos pero también con una relación muy afectuosa con sus hijos. Ellos son, dentro del pueblo, un cenáculo muy poderoso. Roberta es un personaje absolutamente reprimido y sometido. Está absolutamente naturalizado que ejerza la prostitución. Lo hace desde muy chica y es lo que le ha tocado en suerte. Su madre también y es un poco la que le ha enseñado como hacerlo y la cuida y maquilla para ir al burdel. Es la dualidad entre la campesina y la prostituta. Es la ama de casa tierna, que se ocupa de los enfermos de la casa pero que a la noche, sale a trabajar. Es una chica para la cual está naturalizado el hecho de prostituirse y que la vida sea lo que es. El proceso que hace durante la película, en la cual la madre le lanza la maldición que si tiene relaciones con todos los hombres del pueblo va a morir, ella va desnaturalizando lo tenebroso de su profesión y las relaciones dentro del pueblo. Hace como todo un camino de inconsciencia a la conciencia.


-¿Como fueron las reacciones del público a partir de esta naturalización de la prostitución de la que hablás?

– Fueron de lo más variadas. De por si, como experiencia actoral fue tremendo. Entré a trabajar en una película y un personaje muy fuertes sin mucha preparación. No hubo una concepción previa del personaje por esto que ocurrió con la actriz norteamericana. No discutí con el director que era lo que él quería, ni con mis compañeros como me iba a vincular. Todo se hizo en el set y se reformuló porque era una nueva actriz, un nuevo cuerpo y una nueva energía que venía a configurar una familia nueva. Entonces hubo que hacer las cosas de nuevo con los que estábamos ahí. Eso fue muy nuevo para mi, y ayudó mucho la claridad que tenía Javier para dirigir, de acuerdo a lo que veía. Que funcionaba y que no, en la constelación de actores que formábamos nosotros tres. Realmente nos apoyamos mucho entre nosotros.

Las escenas de prostitución fueron de las más desafiantes para mi, como actriz. Parte de lo que cuenta la película son las miserias de este pueblo perdido en el interior de la provincia de Buenos Aires. En un principio, todo tamizado por esa cosa alegre y simpática del interior; en apariencia, sencilla. Pero todo tiene su descargo en el cuarto del burdel, con mi personaje. Ahí cada uno lleva sus miserias y fantasías en la relación con la prostituta. Las escenas de sexo tenían cierta perversión –además de pagar por sexo- y para mi, fue un gran desafío. Es un personaje que, efectivamente, no piensa tanto las cosas. no se vuelve tanto sobre si misma. Acá está el desafío cuando hablamos de la naturalización. Es una chica para la cual hacer lo que hace, es normal. No habría otra manera de ser. No ve otros caminos ni otras posibilidades. Creo que eso está logrado.

Las reacciones del público son diversas. Los que estan acostumbrados al terror se fueron muy perturbados con la película. Incluso a quienes les gustó mucho y me hablaron durante semanas, se sintieron muy movilizados por la forma en que se contaba lo miserable del ser humano y la descarga siempre tiene una víctima que es la más vulnerable, que es mi personaje.


– La gente queda atrapada por el desarrollo armónico de la peli…

– Me da tranquilidad que la película es muy coherente. Si bien hay momentos muy álgidos e intensos, todo está contenido dentro del mundo que se cuenta. Esto hace que nada sea antojadizo sino que los componentes sean intensos y bien puestos. La recepción de la película fue muy buena y la gente se sintió movilizada. Es un contenido digno de ver con muchas contradicciones. Hay afecto pegado a cosas que son terribles.


-¿Y “La valija de Benavidez”?

– Es una sátira sobre el mundo del arte. Se trata de un pintor que es hijo de un artista muy conocido. Vive a la sombra de su padre. Es “el hijo de…” y encima se casa con una chica que es la “joven promesa” del arte. Su éxito le genera malestar y paranoia. Después de pelearse con su mujer, acude a la casa de su psiquiatra y descubre un secreto. Hay una residencia clandestina de artistas donde este psiquiatra pone a trabajar a artistas a los que lleva a emociones extremas para que puedan crear y él pueda llevarse su comisión. Tiene mucho humor a pesar de ser un relato oscuro. Tiene un reparto excelente ya que cuenta con las participaciones de Norma Aleandro y Jorge Marrale.


-¿Cómo te sentiste con el reconocimiento que tuvieron ambas películas?

– Muy orgullosa y agradecida. La verdad es que tuvieron un lugar muy importante en el festival y fueron muy vistas por la gente, con sus noches especiales. Personalmente,  se trató de compartir dos trabajos hermosos con el público. es lindo cuando hay un trabajo del cual uno se enorgullece, el poder compartirlo y mostrarlo.


-También estas en teatro con “Si no te veo, felices fiestas”

– Si, es la tercera temporada de una puesta escrita por Pablo Bellocchio. En esta temporada, cambió casi la mitad del elenco en el cual me incorporé ahora. Esta inserción  fue muy fluida. Es un grupo de trabajo que viene laburando desde hace mucho tiempo, de una manera muy amorosa y comprometida. Entonces entrar en ese grupo humano fue fácil y grato. Pablo tiene una manera de trabajar que me interesa muchísimo y siento mucha afinidad. Fue un proceso muy lindo. En particular, mi personaje Caro De Angelo es difícil. Tenemos que actuar un amor a primera vista. Es una chica que no puede superar la muerte de su padre. Se va al lugar donde el papá se suicidó y, en ese trajín, conoce a un chico en el supermercado del cual se enamora. En muy poco tiempo, la relación se pone muy intensa al punto que ella se asusta porque empieza a escuchar de Ciro, cosas muy similares a las de su papá antes de matarse. Es una situación difícil porque devela un aspecto muy íntimo de las personas. Cuando uno trabaja este tipo de escenas, de un amor a primera vista, queda muy al desnudo nuestra relación con la seducción, la sexualidad y los vínculos con el otro sexo. Fue un trabajo muy intenso e interesante. Una búsqueda y un descubrimiento tanto para Nicolás Salischiker como para mí.

Actuar es un ejercicio de empatía donde uno trata de entender los deseos, los sueños y las necesidades de otra persona, para entender porque se comporta de determinada manera. Para eso, hay que suspender los prejuicios propios. Hay que ponerse en la piel de una chica que, a los cinco minutos, de conocer a alguien, lo deja entrar a su casa y se desarrolla la situación que se desarrolla. Por eso fue todo un desafío. Estoy muy contenta con el resultado y lo que estamos haciendo. 


-¿Qué les dice la gente con respecto a la obra? Hay mucho diálogo…

– Si, hay comentadores seriales durante la función. La gente se identifica mucho. Sale muy conmovida y se reconoce mucho. Creo que la obra trata algo con lo que la gente se relaciona inmediatamente que es la forma en que uno se queda prendido del pasado. Hay relaciones que terminan en la realidad pero se siguen viviendo en la fantasía.  Las rememora y se las cuestiona. Un “Que hubiera pasado si…”. Siguen viviendo esas relaciones aunque la verdad ha cambiado. La duración interna es completamente subjetiva y arbitraria y puede durar años. La obra nos encuentra con personajes que han pasado una vida viviendo otra relación.


-Una vida paralela.

– Claro! Una vida que influye en aquella que llevan empíricamente. Es algo muy humano y doloroso que la gente lo reconoce cuando lo ve. Igualmente la obra tiene mucho humor y se toma de manera muy llevadera.


-Además, se hace mucho hincapié en palabras determinadas como “melancolía”…

– Es cierto. Además, “melancolía” es LA palabra que sintetiza la obra y da vuelta en el imaginario del espectador. Igual, creo que el director diría que la obra es en contra de la melancolía. Embiste contra la melancolía a través de una visibilización de la misma. Es la raíz de la cual crece el árbol de la obra.


-Al día de hoy, muchas obras ponen en tela de juicio a la institución “pareja” en la sociedad asi como sus derivados como el tener hijos, el deseo o no de la maternidad. ¿Hay una revisión al respecto de la pareja?

– Si. Los hay en la vida y no podían faltar en el trabajo. Desde el momento que hay una visible fragmentación de la pareja y la familia, en vínculos formales y legales como el matrimonio, hay una reflexión con respecto a que queremos cuando nos juntamos. Que hacemos y para qué estar con el otro. Es una pregunta que tiene diferentes posibilidades. Una búsqueda espiritual de una profundización de la salud dentro de un vínculo y un acompañamiento que es honesto en cuanto a estar con el otro y mantener cierta libertad. Por supuesto el teatro está tomando eso de nuestras propias experiencias.


-Hay un planteo con respecto a estas obras de una cuestión más micro que es el origen de la pareja.

– Está buenísimo esto. Hay mucha violencia en las relaciones y es necesario hacernos la pregunta de qué queremos cuando nos juntamos. Venimos de una historia en la que a nuestros abuelos los casaban por arreglos; a nuestras abuelas, desde muy chicas, 12 o 15 años. Estaban casadas toda una vida y era imposible la posibilidad de divorciarse. Cuando se logró,  no estaba moral ni éticamente bien visto. Muchos de nuestros padres han seguido una pareja con la que han tenido múltiples problemas sin cuestionarse la posibilidad de separarse y hacer una nueva familia. Ahora se está rompiendo esto y se separan a los dos minutos. La imposibilidad de generar algo estable es muy importante. Esto tiene que ver con la  reformulación de la noción de intimidad. La intimidad no tiene que ver con que los dos quieran lo mismo sino en que ambos puedan manifestarse las mutuas necesidades  y acercarse en la medida en que están dispuestos. El complementarse a lo que el otro necesita. Pero esto implica un ejercicio de comunicación para el que no estamos educados.

Hay mucho miedo a mostrarse vulnerable. Decir lo que uno siente y asumir las responsabilidades de las propias emociones.


– ¿Tus mejores trabajos salieron bajo presión teniendo que apelar a otras fibras de tu ser como actríz?

– Te diría que los mejores trabajos….La verdad es que disfruto mucho trabajar y más ahora que tengo continuidad. No tiene precio el tener la posibilidad de elegir los trabajos. A veces uno dice “para este personaje, lo ideal sería prepararlo seis meses”. En mi caso, tengo una formación de muchos años con la técnica de Strasberg. En EE.UU se trabaja muy minuciosamente en la actuación pero también porque tienen otras industrias y otros tiempos de trabajo. Acá es mucho más ágil. Te avisan un mes antes que la película se hace porque el INCAA liberó el crédito. Entonces tenes un mes para trabajar, lo cual es muchísimo. En la medida en que uno toma las condiciones para laburar y las aprovecha, el laburo es muy disfrutable.


-Sos licenciada en Comunicación Social. ¿Tu formación profesional chocó en algún momento con la realidad de tu trabajo?

– No. Creo que mis estudios académicos y mi profesión como actriz se tocan en un lugar muy honesto que es la pasión por comunicar, que es un potencial muy transformador. Si cuando uno viene con un bagaje académico sobre los medios de comunicación, la mirada no es tan inocente. En los diferentes dispositivos, uno puede ver decisiones estéticas y políticas que conllevan violencia y núcleos que uno quiere combatir. Pero no me preocupa eso. Con la madurez y a través de los años, el camino está en ser consciente y tratar ocupar lugares donde se puedan modificar algunas realidades.

Por otra parte, no creo que la cuestión mercantilista sea algo malo, porque siempre caeríamos en esa cuestión del “venderse”. Estamos en una matriz capitalista y hasta que no venga otra, tenemos que dejar de pensarnos como si estuviéramos afuera. Hay que encontrar la manera más revolucionaria de estar en esta sociedad y transformar aquello que nos duele. No digo ser pasivo, ciego o necio pero no negar que necesitamos dinero para intercambiar por comida, porque sino estamos en el horno.


-Estuviste trabajando en Italia.

– Exacto. Estuve filmando el piloto de una serie infanto-juvenil, de Anna Mirabile, sobre hadas. Un cuento maravilloso que contrasta con todo lo que vengo haciendo en cine! Jajajajajaja. Fa a filmarse este año y hay contrato para que salga en Italia y Francia. Es una serie internacional. Me toca ser un hada que viene a la Tierra a fomentar el amor entre los hombres pero se enamora de un mortal. Se vuelve una especie de mortal con superpoderes, una especie de heroína. No envejece nunca. Tiene una hija a la que esconde para cuidarla de su hermana malvada que es Florencia Ortíz cuyo personaje se llama Alberica. Cuando se vuelven a ver tienen casi la misma edad, que es cuando se inicia la serie. 


-Es para un público infanto-adolescente…

-Si. Iría desde chicos de 6 años hasta adolescentes. Hay mucha música y coreografías y va a tener como protagonista a Alejandra Onieva, que es una actriz muy conocida en España. Después habrá que ver como se decide encarar la serie. Pero igualmente, el amor adolescente va a estar al igual que la relación con la música y la identidad. Se diferencia de las series adolescentes juveniles a las que estamos acostumbrados es que el mensaje final radica en que la magia de ser feliz está en aceptarse uno mismo. No está en juntarse con alguien, ganar un concurso, ser lindo o tener tanta cantidad de ropa. Si bien la serie va a tener una cantidad de metáforas y magia, al final del camino se van a encontrar a ellos mismos y con la aceptación que tienen que lograr para ser felices. Este es un mensaje muy importante para transmitir en esa edad en la cual hay mucha confusión con varias cuestiones.


-Si María Paula Brasca no era actriz, ¿a qué se hubiera dedicado?

– Jajajajaja. Tengo varias para contestarte. Me podría haber dedicado a un montón de cosas en realidad. Creo que me he llegado a dar cuenta que, lo importante para mi, es estar y brindarme para el otro. En su momento elegí la actuación porque a la edad que tenía y los estímulos que me rodeaban, fue el primer camino que apareció. Lo profundicé y me siento muy contenta con mi elección pero la verdad que cualquier cosa en la que hubiera podido sentirme útil para el otro, estaba bien. Por un lado pienso en el trabajo social, en el que también estas para el otro. Me hubiera gustado mucho poder hacer. Por otra parte, monja budista. Descubrí la meditación hace un par de años y me cambió la vida. Me hubiera gustado haber empezado de más chica con un trabajo espiritual.


-Periodista no dijiste…

– Lo soy pero no en tanto se lo considere tal como el Estatuto del Periodista del 46, que se refiere a quien está en los medios de comunicación. Tengo la formación y todo pero si tuviera que elegir una alternativa a la actuación, hubiera preferido ser escritora pero más me interesaba la relación con la gente.


-Si por Big Mama entrase la pequeña Paula que empezaba a estudiar actuación, ¿qué le dirías?

– Tendría que decirle varias cosas poco románticas que aprendí con el tiempo. Nuestra profesión tiene su costado artístico asi como su lado empresarial. Va a ser necesario que, además de cultivar la parte del oficio y el expresarse genuinamente, hay una parte comercial a la cual darle bola y no sentirse culpable o en falta, por entrar en nuestra cultura de mercado. Publicidad, marketing y el vincularse….Lo he aprendido con la edad y creo que me hubiera sido muy útil saberlo de más chica.

Le diría que trabaje, pruebe y se equivoque mucho. Es un camino largo, que dura toda la vida. Uno aprende muchísimo trabajando. A veces, si te pones muy exigente, te perdes de cometer errores y de disfrutar. Cuando uno se enfrenta con el desafío de hacer las cosas, se da cuenta que puede mucho más de lo que pensaba. Eso lo viví en mis últimos trabajos, de manera muy cabal. Sin nada de ensayo pude salir a trabajar. A veces, uno tiene una idea del trabajo en ciertas condiciones ideales pero en la vida no se da de esta manera –por suerte-. Hay que ser flexible y jugar con eso, de la mejor manera posible. Vengo de una formación académica y mis padres son intelectuales. De chica, tenía muy distribuido los valores. Los años y el trabajo me han ayudado a crear más espacios para estar más tranquila. Esa Paula más chica era muy exigente y quería que los valores estén más claros. Me costaba mucho siendo chica hacer un personaje que tuviera una mirada misógina con respecto a la mujer. Entraba en conflicto de una manera terrible. Hoy en día he descubierto que hay maneras de hacer reflexionar a las personas que lo están haciendo. El realizar propuestas que son más útiles y que me hacen mejor a mi en vez de ponerme en una postura de pelea. No tratando de pensar que el otro está equivocado o está mal sino acercarle mi punto de vista. Conversar y ver que tan alejados estamos respecto a lo que queremos contar. A veces hay una ilusión de separación y no estamos en polos tan diferentes.


“Si no te veo, felices fiestas”. Nün Teatro Bar. Juan Ramírez de Velasco 419. Jueves, 21 hs.

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