Pero estas del otro lado (Teatro)

War is (not) over
 
Autoría y dirección: Luciano Cohen y Nicolas Di Lorenzo. Con Josefina Fernandez, Mariela Passeri, Poli Pintos, Lucia Rivarola y Oriana Scarano. Voz en Off: Lucila Gandolfo. Iluminación: Luciano Cohen. Música: Nicolas Di Lorenzo. Diseño gráfico: Melisa Fortunato. Utilería: Florencia Muriel González.

Hasta Trilce. Maza 177. Domingo, 16.30 hs.
 

En una guerra de trincheras en las que hay un enemigo invisible, cinco soldadas se parapetan para esperar un ataque externo que amenaza sus respectivas existencias. Por tal motivo, la organización es fundamental para hacer frente a las fuerzas hostiles.
 
La convivencia en el campamento militar es el punto seminal a partir del cual comienza una puesta que va tirando ideas y situaciones por demás familiares, matizadas con gags precisos que moldean los hechos. Se le hace una gambeta corta a lo obvio, exigiendo quizás una mayor concentración para lograr una comprensión completa. Inclusive será toda una toma de decisión el quedarse con la parte humorística o ir más allá de lo planteado.

Las directivas que sigue la compañía vienen desde una voz femenina de autoridad a través de un parlante, como si fuera una Big Sister del 2022. 
 
El texto pergeñado por la dupla Cohen-Di Lorenzo es rico en tanto los distintos puntos que toca. No es casualidad que sean todas mujeres las protagonistas de este conflicto con todas las alegorías y metáforas posibles. La confrontación contra ese exterior hostil es elocuente más aún en tiempos de femicidios y violencia de género. 
La ironía y el sarcasmo con que se toman a los «aparatos represivos del Estado» –a decir de un tal Louis-, impactan de fuerte manera al visibilizar esas conductas y reglas que atrasan años. El marco de una guerra «habilitaría» que algunas normas de conducta puedan -digamos- «dejarse de lado» con los excesos que conlleva. Las pocas luces de quien conduce el campamento forman parte del paisaje cotidiano junto con la codicia sin límites, el deseo personal y espiritual así como una reflexión acerca del porqué estamos como estamos, amén del contexto de confrontación bélica. Cada una de las combatientes tiene sus propias “ambiciones” y deseos –así como la prescripción de los mismos-, en algunos casos de dudoso pero siempre “cumpliendo órdenes”. Al fin y al cabo, es lo que hay que hacer, ¿no?
El impacto es aún mayor cuando se percibe que se trasciende al ejército -de por sí, importantísima entidad de represión- para ubicarse en algo más cotidiano como un trabajo en relación de dependencia, base de pertenencia de los individuos en una sociedad “moderna” 

Los nexos que se establecen son reconocibles por lo que será inquietante la identificación que se lleve a cabo. Frente a esto, quedan opciones como la resignación, plantear batalla desde adentro y…no mucho más. El tema es como se zafa al respecto y el precio que debería pagarse. La ruptura que se plantea desde el escenario es ese “salir del agujero interior” que implica el  reivindicatorio riesgo del «vivir solo cuesta vida”. Ese es el punto de quiebre del relato. El antes y después que toma por asalto a una platea que, a menos que opte por seguir los designios del avestruz, debería poner toda la atención. Es el teatro como “modificador” de quienes son testigos de lo visto.
 
Para que todo llegue a buen puerto, la iluminación y la música en vivo son fundamentales en la creación de sentido a partir de la precisión y sutileza de sus apariciones. Con respecto a las actuaciones, el elenco cumple todo lo requerido por el texto. Cada una de las actrices corporiza esos lazos ridículos que forman parte del ADN de las relaciones castrenses extendidas a las laborales, en las que la teoría del derrame es un fracaso constante para quien la cree. Esa falsa idea de «familiaridad» en una empresa que no es tal en tanto sería bastante disfuncional ya que no todos ganan lo mismo. Dentro de un elenco sólido, se destaca Lucía Rivarola como una reserva de sensibilidad en el cuartel. La reconocida Lucila Gandolfo es quien le pone voz a la autoridad máxima a la cual hay que reportarse.
 
Incomoda y corrosiva, “Pero estas del otro lado” apela a la sátira para tirar un bombazo de egoísta realidad socialmente aceptada y reproducida, en forma de obra de teatro. Su impacto dependerá del mismo soberano en tanto quedarse con el humor o ir más allá de éste, tal como plantea el título.

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