Arendt, el verdugo y la vida
De Eduardo Pavlovsky. Con Eduardo Pavlovsky y Susana Evans. Diseño sonoro: Martín Pavlovsky. Asistencia de dirección: Eduardo Misch. Dirección: Norman Briski
Centro Cultural de la Cooperación. Av. Corrientes 1543. Viernes, 21.30 hs.
Todo amante del teatro siempre fue a ver a Eduardo “Tato” Pavlovsky, al menos, una vez. Otros, fueron muchas ya que siempre se puede redescubrir alguna arista más o lo vivido podrá ser abordado de otra forma.
Con “Potestad” ocurre esta lo descripto anteriormente. Aquí solamente hay un hombre y dos sillas. Cuenta su drama. Su hija se fue. Se la llevaron. Habla y llora. No entiende. La obra se desarrolla a través de un texto excelente que llevado por la voz y el sentimiento de Eduardo Pavlovsky, toca todas las fibras del ser humano ¿Por qué? Porque el asesino, el secuestrador puede estar en cualquier lado al tiempo que puede darte la mano y sonreír como una….persona común. La obra encarna un tema referido a la dictadura militar como la apropiación de niños pero va más allá de esta definición.
La puesta es dinámica y ágil con una vuelta de tuerca que deja absorto al auditorio. El tratamiento que se hace de la construcción de un individuo que puede ser el mal y el bien al mismo tiempo es fantástico. Los más osados intentarán establecer una relación con lo que Hanna Arendt hizo referencia a Adolf Eichmann (alma mater de la “Solución Final” en la Segunda Guerra Mundial) en su “Banalidad del Mal” cuando decía que el asesino podía ser un hombre común y corriente. Y todo esto es con una escenografía mínima basada en dos sillas y una iluminación que creará la atmósfera para que el texto y la actuación de Pavlovsky desplieguen su contenido.
“Potestad” es de esas obras que son necesarias para ver, discutir y para tener la mente atenta ante individuos duales que pueden estar por todos lados. Inclusive, a tu lado, en este momento….