Prueba y error (Teatro)

Daños colaterales 

Dramaturgia y dirección: Juan Pablo Gómez. Con Patricio Aramburu, Anabella Bacigalupo, Nahuel Cano, Luna Etchegaray y Alejandro Hener. Participación: Verónica Pellaccini. Vestuario: Paola Delgado. Diseño de espacio: Cartonero Gondry. Diseño de luces: Matías Sendón. Realización escenográfica: Leonardo Ruzzante. Realización De Herrería: Ernesto Sotera. Música original: Santiago Torricelli. Diseño gráfico: María Laura Valentini. Casting: Maria Laura Berch. Asistencia general: Manon Lila Cotte y Gastón Exequiel Sánchez. Asistencia de dirección: Anabella Bacigalupo y Jennifer Permuy. Producción: Cartonero Gondry y Paloma Lipovetzky. Colaboración artística: Lucía Di Salvo. Colaboración coreográfica: Celia Argüello Rena. Coaching actoral: Marcela Padvalskis.

Timbre 4. México 3554. Jueves, 21 hs.


Historias que superan la ficción, ¿o la realidad? Solo se puede argumentar algo al respecto al ser testigo de la experiencia teatral, tal como es en el caso de “Prueba y error”. Desde el mismo título –atrapante por cierto- no queda exento el cruce con lo que ocurre sobre tablas. Una pareja separada con una hija de por medio y parientes de por medio. ¿Y la prueba y el error? Es la vida misma –y las decisiones que se toman al respecto- que se resignifica de manera contundentemente sutil.
Historias de parejas disueltas conocemos todos y más aún en la forma en que se la lleva al teatro pero en este caso, la vuelta de tuerca es enriquecedora al tiempo que plantea interrogantes, de esos que te carcomen en su resolución.
En este caso, tenemos a Sergio, de profesión artista, separado de Silvia, con quien tuvo una hija, Camila. Ambos contarán con sus propios laderos con quienes lidiar, Lorena, una hermana –esposa de Adrián, amigo de Sergio- y un marido de nombre Javier, que mantienen encuentros furtivos de índole más que obvia.

Pero esto es la punta de un iceberg de una puesta rica, que no duda en encarar los variados caminos que abre a cada paso que da, sin perder el rumbo en ningún momento. A partir de elementos mínimos, se concibe un espacio tan atrapante como preciso teatro de operaciones. El dispositivo escénico se va conformando en el acto, con un fuerte acento en el sublime trabajo de la iluminación como creadora de esos espacios que se resignificarán desde el preciso momento de su concepción.
El trabajo actoral será de una visceralidad en su punto justo. Cuerpos que mueven y chocan. Luchan, sufren y, como dirían por ahí, “transpiran la camiseta”. Pero a no confundirse, porque si bien son viscerales, que van más allá de lo que pueden dar cuenta sino que también tienen toques de sutileza. Hay un dibujo muy fino de los personajes en tanto, llama a la reflexión en cada palabra y cada situación.

Con un texto fuerte y duro, se lleva una realidad por demás cotidiana a las tablas, pero con la construcción de una puesta tan dinámica como atrapante. Vínculos familiares y furia puertas adentro tanto de los hogares como de los propios individuos. El espectador pasa por las distintas sensaciones por las que te lleva “de paseo” la obra. Dolor, impotencia, bronca y también autocrítica, siempre linkeandose con la vida real ya que todos conocemos a alguien que puede estar en dicha situación…si no es uno mismo. Y allí será otro momento donde se hace una gambeta corta porque la puesta relata y muestra  No opina. Solo da cuenta de varias ideas. Amor y su reciprocidad. Plantea preguntas más que respuestas. Inclusive, cada uno podrá poner el foco donde más le apetezca. La relación del matrimonio, la falta de amor, la soledad, el miedo en la relación con un hijo, los deberes de padre/madre, y siguen las firmas aunque con el foco puesto en la hija del matrimonio. Esto es por demás destacable porque no es muy común este giro en quien sufriría las consecuencias del hecho “protagónico”.
Las actuaciones son de alta calidad, con un elenco excelente, con una Anabella Bacigaluppo que se desdobla en dos personajes difíciles como Silvia y Lorena. Párrafo aparte para la niña Luna Etchegaray con una frescura no exenta de estudio, siendo todo un hallazgo.

Dicen por ahí que “vivir cuesta vida”. Juan Pablo Gómez abre el juego a situaciones bien reconocibles y las lleva a un “in your face” de fuerte contenido. De lo mejor del 2015 en la cartelera teatral porteña, “Prueba y error” es una puesta sublime, que planteará tantas sensaciones como corazones y mentes en estado de ebullición.

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