Dramaturgia y dirección: Alfredo Megna. Con Marcela Fraiman, Fernando Migueles, Leonardo Odierna y Martín Ortiz. Vestuario y Diseño de escenografía: Jorgelina Herrero Pons. Diseño de arte: Tomy Megna. Fotografía: Lucas Maccione. Asistencia de dirección: Maia Masciovecchio. Producción ejecutiva y Producción: Crisol Teatro.
Teatro El Crisol. Arismendi 2658. Sábado, 21 hs.
¿Cómo realizar una versión libre sobre una tragedia de Shakespeare, dotarla de originalidad y mantener el espíritu de su original intacto? Esta pregunta se responde con “Ricardo III, Crónica de un jabalí”.En este caso, Alfredo Megna (de quien habíamos visto anteriormente “Bengala”, “Pocholo y sus pompas múltiples” y “Corbatas chinas”) crea un universo nuevo pero sin olvidar sus raíces. La atención estará centrada en las palabras y las actuaciones. Se concebirá a un nuevo Ricardo III. No será jorobado ni tendrá ningún tipo de malformación ósea tal como en el original. En este caso, será magnánimo –hasta podría decirse, un tanto “canchero”- pero manteniendo su codicia como estandarte de su personalidad. Como siempre, su ansia de poder será ilimitada y con el devenir de los acontecimientos, será aún más exacerbado este deseo. Tal como suele ocurrir en los textos de Shakespeare que se llevan a las tablas, apelará a una actualidad donde la codicia de quienes ven la película desde afuera, buscarán hacerse de un poder para satisfacer su propia megalomanía en detrimento de una mayoría. ¿Acaso Ricardo III no antepuso su deseo personal y su envidia por encima del buen monarca que era Eduardo IV?
La dirección de Megna hace que cada marcación sea exacta, permitiendo que un elenco de probada jerarquía, de rienda suelta a sus personajes. Martín Ortiz será un Ricardo III subyugante. Tan fascinante como despreciable, cautiva desde la sutileza de un gesto o la contundencia de su voz. Marcela Fraiman será una Lady Ana de lealtad dividida, a partir de una belleza y un charme que le abrirá las puertas que desee. Tanto Leandro Odierna (esbirro) como Fernando Migueles (Lord Buckingham) exhiben sus dotes para conformar los personajes que interrelacionaran directamente con el déspota. De esta manera, cada diálogo será de excelente factura.
No obstante, hay dos puntos a señalar. En primer lugar, un vestuario que dota de identidad propia a cada personaje con la gran virtud de ubicarlos en un tiempo tan personal como indefinido pero sin perder empatía ni proximidad. Ubica la acción en contexto tan etéreo como determinado de acuerdo al gusto del espectador. En segundo término, la puesta en si está basada en tres niveles del escenario, por el cual transitarán los personajes con plasticidad y dinamismo. Jorgelina Herrero Pons creó esta escenografía ascética y al mismo tiempo, rica y compleja en tanto que brinda el marco exacto a la tragedia de Ricardo III. La iluminación es exacta y forma con la escenografía un tándem imbatible de buen gusto en su gestación como en su modo práctico en la puesta en si.
“Ricardo III, Crónica de un Jabalí” da cuenta que, con imaginación y talento, no solo se puede realizar una adaptación de un clásico shakespereano sino que se la puede enriquecer de la personalidad e impronta de quien se arriesgue a tamaña empresa.