Voley, la final (Teatro)

Más allá de la gloria deportiva

Idea: Nicolas Manasseri y María Fernanda Provenzano. Libro: Nicolas Manasseri. Con Mario Angelome, Matías Asenjo, Amparo Aznarez, Ana Julia Franco, Maria Luz Gomez Oliva, Florencia González, David Okada, Federico Rodríguez, Maria Josefa Vergara Carabajal y Martina Zapico. Vestuario: La Costurera Teatro. Escenografía y diseño de arte: Mil Ideas De Arte y Lula Rojo. Diseño de luces y de sonido: Santiago Muñoz. Música original, dirección musical y letras de canciones: Alejandro Roig. Operación de luces: Santiago Muñoz. Fotografía: Funboy Productions y Nahuel Alejandro Lozano. Diseño web: Mil Ideas De Arte. Diseño gráfico: Funboyproductions. Asistencia general: Bruno Olivieri. Asistente de producción y de dirección: Ramiro Manrique. Coreografía y dirección de movimiento: María Fernanda Provenzano. Puesta en escena: Nicolas Manasseri y María Fernanda Provenzano. Dirección de actores y dirección general: Nicolas Manasseri.

Cultural Freire. Freire 1090. Viernes, 21.30 hs

El deporte puede reflejar varios aspectos de la vida misma. En este caso particular, el voley, en sus distintas vertientes a nivel equipo, tanto femenino como masculino, enfrentando los desafíos propios de la competencia.
Vayamos por partes. Desde el mismo ingreso al Centro Cultural Freire, llama la atención y la curiosidad respecto a lo que se va a ver en los siguientes minutos. Entrar a un espacio semioscuro para ubicarse en alguna tribuna. De repente, música y cuerpos se mezclan entre halos de luz, para dar paso a lo que será parte fundamental de la puesta, que es la red que separa a los bandos en disputa. Será esta red parte fundamental en la construcción de sentido a lo largo de la puesta pero no nos apuremos.

Dos equipos encaran una final universitaria en la que se juegan todo pero…¿hasta donde? Será en ese momento, donde surge la duda en la unión de los equipos en pos del objetivo en común pero, tal como diría un impresentable de la actualidad, “pasaron cosas”. Aparecen los conflictos que irán más allá de la disputa del cotejo para internarse en cada uno de los jugadores al tiempo que apela a lo más íntimo de sus individualidades.
La pregunta estalla en el medio de ambos combos ¿qué hacer frente a un hecho de gran magnitud que explota en el seno de los equipos? Las dudas respecto de quien tenes a tu lado antes y durante un partido, en su compromiso y aquello que va más allá de la cancha. ¿Lealtad o verdad? Recordemos que, no siempre, juegan en el mismo equipo y en ocasiones, son una bomba de tiempo. La victoria como un paliativo alucinógeno, de fácil consumo y adicción y la derrota como una afrenta. ¿Y después? ¿Cómo sigue la vida tras el punto final?

Aquí es donde se aprecia la creatividad de Nicolás Manasseri al desarrollar una puesta integral y atrapante. De esas que te sorprenden a cada momento, con cierto toque cinematográfico. La forma en que se mixturan las historias deportivas y personales capta la atención de manera inmediata. El flashback constante a lo ocurrido y la lucha personal contra diversos fantasmas en el marco de una final deportiva en la que una pelota caprichosa decidirá el futuro de las escuadras. Tal como ocurre en cualquier justa deportiva y fue tan bien reflejada por la pelota de tenis en “Match point” de Woody Allen.  
En este partido cada equipo podrá dar cuenta de sus componentes. Se verán las individualidades en tanto miedo, coraje, dolor y angustia. Cualquiera que haya practicado un deporte en grupo será tierra fértil para el intercambio con la propuesta y sus personajes. Los elencos que conforman los equipos son por demás parejos y tienen esa precisión que se requiere para llevar adelante la puesta. Pero será Martina Zapico, en su rol de entrenadora del team femenino la que se apropie del personaje con exactitud. Concentrada y enérgica, como una Marcelo Bielsa del voley ataviada en su equipo de gimnasia, imprime sangre, sudor y lágrimas a su equipo.
Los movimientos que se llevan adelante en el transcurso del partido son correctos. Saque, recepción y bloqueo en coreografías logradas, cortesía de María Fernanda Provenzano.
La música le pone ritmo y frenesí propio de un recital de rock al tiempo que los micrófonos reciben voces tan diversas como viscerales, que son el vehículo de letras sentidas.  

Frenética y atrapante, “Voley, la final” apunta a diversos frentes en la construcción de sentido, anclada en una realidad que nos atraviesa, con una puesta de calidad.

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