Marcela Fraiman: “Queríamos generar un vínculo distinto con el espectador”

Es la voz, el cuerpo y el alma de “Ella nombra”, un unipersonal donde la poesía condensa toda la sensibilidad femenina, aunque sea concebido por un hombre (el director y dramaturgo Martín Ortíz). Marcela Fraiman se tomó unos mates con ECDL para charlar de este unipersonal tan particular y las formas de abordar al público desde la poesía.

-Marcela, ¿cómo y cuando surge “Ella nombra”? 
– Empezó a gestarse hace dos años. Era una idea que Martín Ortiz tenía en un cajón lleno de polvo. La idea era trabajar con poesías en escena. Eran ganas y calentura de trabajar con ese tipo de material. Martín tenía un boceto al respecto asi como una selección de poesías al tiempo que buscamos distintos poetas.
No había ninguna forma desde la dramaturgia ni una idea cabal de como iba a ser el espectáculo. Como grupo venimos trabajando desde hace muchos años, con un repertorio muy ecléctico, de dramaturgia propia como autores contemporáneos o clásicos. Nos encontrábamos con que nos habíamos mudado a este nuevo espacio y estábamos empezando una etapa nueva. En ese momento, Martín desempolvó este proyecto.

-¿Participaste en la selección de los textos? 
Un poco si. Martín ya tenía algunos vistos pero a medida que fuimos viendo como giraba la historia, buscamos distintos textos. Hicimos una selección de la cual quedaron muchos descartados. Fue un proceso largo e interrumpido. Ensayábamos y parábamos. En el medio estrenamos “Noches rusas” pero siempre volvíamos a “Ella nombra”. Desde esa idea vaga inicial, fuimos cambiando de textos, dramaturgia y concepto de puesta. Inventamos muchos espacios, ubicamos al espectador en diversos lugares. Trabajamos mucho con la escenógrafa y la vestuarista, ya sea poniendo o sacando cosas. Parecía que nunca iba a tener la forma definitiva pero en el último mes encontramos todo. Lo bueno fue que nos respetamos el probar, descartar y no forzar la concreción de un espectáculo. No necesitábamos estrenar ni producir ni nos corrían las fechas. 

-Lo cual es un condicionante…
Totalmente. Nos permitimos esta libertad. Armamos y desarmamos. Cosas que habíamos descartado, volvían resignificadas. Desde ese sentido, fue muy rico el proceso, con muchas crisis en el medio, en tanto de ir por un lugar y si no va, cambiar y seguir buscando. 

-¿Siempre pensaron la puesta para poca gente? 
No sabíamos pero calculamos que iba a ser para poca gente por el clima de acercamiento. Teníamos ganas de generar un vínculo distinto con el espectador. Encontrar un código y un estilo de actuación distinto, amén de trabajar con poesía. No sé si para tan pocos espectadores pero fue apareciendo desde el principio, la idea de hacer algo distinto de lo que veníamos haciendo en tanto propuesta estética, de actuación y un encuentro con el público desde otro lugar. Otra forma de actuación, en el borde de la actuación y no-actuación. Hay algo interesante que es que hay gente que nos ha preguntado si me había ocurrido realmente esto que relato. Está bueno porque se estableció una relación con el espectador desde un lugar tan cercano y propio, que el espectador lo reciba como “verdadero”. 

-La forma en que están ubicadas las sillas también tenía que ver con el público…. 
– Mirá, en un momento pensamos en una puesta circular, con la gente sentada de esa manera. También frontal pero fue en los últimos tiempos que terminamos de definir tal como está ahora, semicircular. Surgió en el último período de ensayos. Un día, la sala estaba ocupada y con Martín, queríamos ensayar si o si. Al final, terminamos en la parte de delante de El Crisol que es muy chiquitita pero se dio bien. Corrimos mesas y las sillas en semicírculo y nos cambió todo. También puede ser que estábamos muy permeables respecto a la obra que queríamos hacer. Al final, llegamos a la síntesis del espacio que es el actual. A veces también se dio que yo iba a estar en las gradas y el público abajo. 

-No tiene nombre tu personaje…. 
– No. Se llama Ella…. 

-Pero.. ¿qué nombra ella? 

– Ahí hay algo de la historia que se cuenta y desde donde está planteada. No es algo que lo hayamos pensado con Martín. Desde un principio, ella plantea que todos “estamos hechos de palabras”. De palabras que nombramos, que leemos, que otros dicen o nos apropiamos. Lo que se nombra aparece en la configuración del ser a través de la palabra. Ahí es donde aparece el motivo del amor, donde cuenta ella sus historias. En un punto, lo que con ella se encuentra es con lo innombrable. Hay un texto de Lorca, que me encanta, de Rosita La Soltera, “¿Qué os voy a decir? Hay cosas que no se pueden decir porque no hay palabras para decirlas”. Como es una lectora compulsiva, busca respuestas en los libros. Piensa que en los libros va a encontrar las respuestas a quien es y lo que le va a pasar. En definitiva, se topa con que las respuestas son parciales; que lo valedero es hacerse la pregunta y lo movilizador que es esto. En todo caso lo que puede encontrar en los libros es la respuesta en ese momento, a uno. Lo que le resuena. 

-¿Fue difícil la preparación del unipersonal? 
– Como actriz, me costó muchísimo el proceso. Tengo otra formación y venía de hacer algo completamente distinto como “Noches rusas”, por más que era un clásico y una comedia. Sentía que necesitaba de despojarme de herramientas actorales para hacerlo. Tener que recurrir a otras herramientas y sostenerme en ese diálogo con el otro, no asumiéndolo como espectador sino como interlocutor directo. Le hablo a alguien que puede responder…o no. Generar ese vínculo fue complicado. Era más que romper la cuarta pared. Por eso, el tener ciertas herramientas que uno tiene en la actuación y le sirven para construir algo, de repente no las tenes y tenes que construir de la nada. También depende del otro porque es la relación con el espectador. Es forzar un vínculo que no es tan habitual en el teatro. 

-¿Y ahora cómo te sentís llevando a cabo la obra? 
– Me pasó que hay algo que va más allá del texto en si, que tiene que ver con la búsqueda nuestra con este trabajo. No está tanto en el texto como en la forma de la actuación y el encuentro con el espectador. Podrían ser contadas de otra manera pero buscamos un lugar desde lo actoral y de un encuentro muy directo con el espectador, aunque este no hable. Igual nos hemos imaginado que alguno intervenga ya que el espectáculo lo habilita. Estas mismas historias podrían ser contadas de otra manera. Hay algo que pasa con el espectáculo que está en la búsqueda de generar este diálogo de una manera diferente. Esto es lo más potente por como está planteado el espectáculo, en el clima que se genera. Son varias cosas que se articulan con el texto. Si bien la obra habla mucho del amor desde un lugar femenino, muchos hombres que la han visto, se han sentido muy identificados y los llevó a pensar en muchas situaciones personales que han atravesado. 

-Cuando se plantea el amor y la decepción asi como el fín del vínculo, también es como lo vive cada uno… 
Hay algo de vivencias distintas que va más allá de los géneros. Por un lado, me resulta interesante este texto que está ubicado desde un lugar femenino pero escrito por un hombre y por otro, lo rico de estas devoluciones es que hubo tipos que decían “es una mirada muy femenina pero que me hizo pensar mucho de mi historia”. A la mayoría de los hombres les cuesta ponerse en el lugar de “abandonado”. Pero ¿quien no ha vivido un amor, un desamor; el abandonar y ser abandonado? Va más allá de ser hombre o mujer. El que un hombre hable desde cierta postura también habla desde su lado femenino. La mujer está más vinculada a lo sensible y emotivo. Esto no implica que los hombres no tengan sensibilidad pero hay una cuestión cultural y social que veda o reprime al hombre en algunas cuestiones. 

-¿Quedaron muchos textos afuera? 
-Si, muchos. Quizás en este proceso tan libre de creación, no tomamos en cuenta la longitud de la obra. Hubo textos que cortaban la acción o no aportaban, ya que eran redundantes. En el proceso se fueron descartando algunos por este motivo y ese criterio. Quedó una obra corta que es el recorte de una vida y desde un lugar determinado. Dejamos afuera textos que nos encantaban. Algunos que escribió Martín o poemas como “No me arrepiento de nada” de Gioconda Belli. Ese nos costó horrores sacarlo pero siento que llegamos a un texto que está mejor así, con menos poemas. 

-¿Cual es tu texto favorito de los que están haciendo? 
– Me gusta mucho el texto de Prevert y el de Schrodinger, el primero de todos. Son todos lindos igual. El poema de Prevert estaba desde el principio y es muy fuerte para mi. Es una situación muy simple y cotidiana con una imagen recontra potente con un mundo y una tormenta que está pasando por detrás. Es un poema escueto pero con todo un trasfondo poderoso. 

-¿Cómo surge la incorporación del piano? 
Pensabamos en tener algo de música, pero no era la primera idea de Martín. Con Natalia Sordi fue muy azaroso el encuentro. La conoció Martín por Facebook y después, vino a ver “Noches rusas”. Se copó y después le propuso hacer algo aquí. Son esas cosas que surgen por azar pero aparecen y se concretan.


-¿Este es tu primer unipersonal? 
– No. Es el tercero que hago. Antes hice “Memorias del enamorado y la muerte” y “La Segadora”, ambas con dramaturgia de Darío Durban. Es más, “Memorias del enamorado y la muerte” fue la primera obra del grupo. Igualmente, “Ella nombra” nunca fue considerada como un unipersonal pero se fue dando por las consecuencias de lo que veníamos trabajando. No había sido una premisa el unipersonal. 

– ¿Qué opinión tenes de la gran cantidad de unipersonales femeninos que hubo en los últimos años? 
– Si me preguntas porqué se dio este fenómeno, no sabría que decirte. Quizás hay temas que están muy candentes o se van actualizando. Algunos son temas viejos y todo pero que están a pleno ahora en relación con la cuestión de género y el lugar de la mujer. Puede ser producto de temas que están resonando y debatiendo por lo que es una consecuencia natural que aparezcan materiales respectivos a estos temas. Mujeres solas, hablando y diciendo, como mujeres. Hay épocas en los que hay temas que aparecen más fuertes. Las cuestiones de género se están pensando y debatiendo mucho. 

– ¿Por qué son escritos por hombres? 
– Es interesante porque, desde el lugar del hombre, hay un interés por acercarse, entender y cuestionar aquellos temas en que le toca a uno en relación con la mujer. Pero no son de la mujer sino de la sociedad en la cual convivimos. Es interesante y aporta otra mirada. Es como ve un hombre la problemática femenina. Está bueno. 

– Si no eras actriz, ¿qué hubiera sido de tu vida?
Siempre me interesó el arte. Estudié dibujo y música de muy chica y empecé con la actuación a los catorce años. Me metí de lleno. En algún momento de la adolescencia, pude haber tenido algunas dudas porque me gusta mucho la Historia y pensé estudiar. Pero tenía un vínculo muy fuerte con el arte, que se definió con el teatro, siendo el lenguaje con el que mejor me encuentro. 

– Si por la puerta de El Crisol, entrase la niña Marcela Victoria Fraiman de catorce años que recién empezaba a estudiar teatro, ¿qué le dirías? 
– Que confíe y crea en el impulso por el arte. Fundamentalmente eso porque todas las dudas y obstáculos que se ponen en el camino se terminan resolviendo en la creencia y confianza a ese impulso inicial. El que dio origen a todo aunque sea difícil de describir. Le diría que este comprometida con lo que piensa y siente. Tal como lo estuvo siempre, y está ahora!


“Ella Nombra”. Teatro El Crisol. Scalabrini Ortíz 657. Sábados, 20 hs.

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