Teatro 2018: Las damas de las tablas.

Una Erica Rivas única e irrepetible para «Matate amor»

En el rubro de las actuaciones femeninas, hay un punto de continuación de lo relatado la semana pasada como “Mejores obras”. No hubo tanto como en otros años pero si, un buen número de actrices que se han destacado a nuestro considerar.


En el 2018, hubo un buen número de unipersonales femeninos de alta calidad que se han destacado al respecto. Por ejemplo, es el caso de Erica Rivas con “Matate, amor”. A partir de la pluma de Ariana Harwicz y la adaptación realizada por la propia escritora, junto a la propia Rivas y Marilú Marini (directora de la puesta), se aprecia una puesta atrapante pero siempre con esos momentos de quiebre que, como la vida misma, suceden de manera inesperada. De poderosa presencia escénica, Erica Rivas es única en cada matiz de un personaje inolvidable. Su gestualidad, su voz tan profunda como sensible, llega hasta la última fila de un teatro colmado. Esta mujer que ocupa el centro de la escena plantea interrogantes diversos de una manera tan ingeniosa como aguda. La maternidad despojada de toda aura de santidad es una ruptura que lleva a una reflexión seria y profunda. Quebrar el modelo patriarcal que establecía un fín determinado para la mujer. El ser madre como condición sine qua non para ser mujer. Ganadora del Premio Luisa Vehíl a Mejor Actríz 2018, Erica Rivas realizó un trabajo fabuloso e inolvidable.

Belén Blanco se luce en «Kinderbuch»

En lo que unipersonales se refiere, tenemos a otro excelente trabajo como el realizado por Belén Blanco en “Kinderbuch”. Aquí, a través de la pluma de Diego Manso, presentado como “Un melodrama sobre algunos motivos de Hedda Gabler, de Henrik Ibsen”, tenemos otra de las grandes actuaciones del año. Será una excelente Belén Blanco quien inicia un “tour de forcé” con varias estaciones. Su presencia escénica y su despliegue son fundamentales para tal tarea. Cada una de las acciones está motivada por una personalidad que combina ilustración con salvajismo pero con el predominio de la primera en tanto su pertenencia. Su pavoneo frente a esos “otros” recuerda en un punto a la “señorita Julia” que supo interpretar con prestancia pero a diferencia de ésta, no hay una curiosidad munida de encanto sino uso y usufructo de lo que puede y debe hacer. Esa condición de clase que la eleva por encima –según su pensamiento- del resto de los mortales. Lleva la visceralidad a su justo lugar, con la comodidad que le brinda el espacio en el que transcurren los acontecimientos.
Es menester recordar que, a principio de año, formó parte del elenco de una visceral versión de «Las amargas lágrimas de Petra Von Kant» en el Teatro San Martin, encabezando el elenco junto a Muriel Santa Ana. 


Siguiendo con el rubro unipersonales, tenemos a “Rayito de sol”. Con un tono pueblerino que brinda una mayor empatía, Rayito cuenta su historia, con su sensibilidad a cuesta, siendo el vivo reflejo de la consecuencia de la lucha entre el deber ser y el querer, el deseo y la obligación. La actuación de Leticia Torres es cautivante. Su frescura y calidad interpretativa serán fundamentales para que la obra obtenga la repercusión que tiene. Pone el cuerpo a una Rayito tierna y querible, que llevará adelante dudas e interrogantes compartidos por gran parte de la platea. No es “perfecta”. Es contradictoria y el tiempo –y su propio ser- serán los jueces de sus decisiones frente a pérfidos enemigos como la culpa, la manipulación, la crianza e inclusive, la soledad. Frente a los mencionados, de pie, estoica y luchadora, estará ella. La que no se rinde.
Mastromauro y Saidon (ambas a la derecha) calidad en «Los Rotos»

Torres también fue parte de “Yo, un cuento africano”, de Liliana Bodoc, una gemita que va más allá de un público infantil para interrogar a los adultos respecto a ciertos valores con que se educan a les niñes, como el respeto y la discriminación.


En el caso de Maia Lancioni, es la que pone el cuerpo a “Esa niña”. Es esa mujer cautivante que habla de la niñez y sus deseos de crecer en la ciudad. Su imagen es muy reconocible y su cuerpo, en sí, ha tenido su propio camino. Ir y volver a través del tiempo, un ida y vuelta constante en una vida por demás activa, donde no había que perder un segundo.  La voz de Lancioni es fuerte y elocuente pero sin escatimar un ápice de sentimiento. Ella es…la que todos y todas conocemos. Amor o defenestrar,   odio o devoción. No hay punto medio. Más aún en el sentido en que la dirección pone el acento respecto a qué contar.

Hubo duplas poderosas encabezando el elenco. Tal fue el caso de Melina Petriella y María Abadi en la personalísima versión de “Hedda” que dirigieron Nayla Pose y la propia Petriella. Será ésta quien de cuenta con precisión y sensibilidad de las diversas vicisitudes que atraviesa Hedda. Sonríe con ironía no exenta de rebeldía y ponzoña a ese contexto que la abruma y perturba. En cambio, María Abadi es una Thea que vive un despertar como mujer. A cada paso que corre el velo que la tenía cautiva de su propio, va ganando presencia con una actuación de calidad.

La dupla Caillon-Driolet, en «Las encadenadas»

Otro caso es el de Luciana Mastromauro y Gabriela Saidon en  “Los Rotos”, la última y corrosiva creación de Alberto Ajaka. Aquí, desde Punta Esquina que traza el límite entre el Barrio Obrero y la villa. Cada una de las veredas que conforman dicho punto, separa y conforma mundos enteros. Una lucha de clases en donde “el que no llora no mama y el que no afana es un gil”, aunque los códigos de antaño hayan quedado para la memoria de los nostálgicos que ven como sus creencias se oxidan sin remedio. La convivencia por necesidad entre ambos para vivir aunque las condiciones sean diferentes. Gente que (sobre) vive y hace lo que puede. Un bajista de reconocida trayectoria cantaba acerca de “vivir y dejar morir”, algo que se ajusta bien al contexto que nos atraviesa. Allí es donde tanto Saidon como Mastromauro realizan varios personajes por demás ricos en las diversas aristas.

En “Las encadenadas”, tenemos a Graciela y Esther en escena, trabajando en un crematorio, mientras llueve copiosamente. Esta lluvia recuerda la inundación que sufrió Epecuén, en 1985, por la crecida del lago homónimo, debiendo ser evacuado en su totalidad por sus habitantes. Este es el marco de una comedia donde la empatía de Esther y Graciela para con el auditorio es inmediata. Cecile Caillon y Mónica Driollet son ese par de opuestos que se atraen para conformar una dupla sólida. La primera, como una Esther preocupada por su trabajo y una postura seria ante la vida. En cambio, Driollet es una Graciela simple, con ganas de pasarla bien pero de carácter en cuanto al “deber ser”. Pero será la particularidad que da título a la obra la que termina jugando entre ambas para cerrar con la tensión puesta sobre tablas.

Lois-Vega, garantía de talento para «La vida extraordinaria»

En esa gema llamada “Operación nocturna”, el trabajo de Ivana Zacharski y Susana Herrero Markov como Renata y Luisa, merecen una mención especial. Ambas destacándose en un juego de guiños e intertextualidades varias. Desde el mismo título -en relación con la masacre de Trelew-, se da el puntapié inicial a una gira mágica y misteriosa que abarca “Los derechos de la salud”, de Florencio Sánchez, dándose una vuelta por la creación de Podestá, “Pepino el 88” aunque aquí, con diez números menos y la alusión más que obvia al período más negro de la historia de nuestro país.

Otro par a considerar es el que conformaron Valeria Lois y Lorena Vega para “La vida extraordinaria”. Dos de las mejores actrices argentinas, juntas es un escenario, es un placer y un lujo para quien pueda verlas desarrollar su arte.

Finalmente, en la que hemos considerado en el artículo anterior, como la mejor obra del 2018, que es “Petroleo”, es difícil destacar a alguna de ese poker de ases que es el grupo Piel de Lava. No obstante, lo de Pilar Gamboa es increíble. Lleva adelante al Carli, de manera excelente y por demás reconocible. Es el líder de la banda, el que lleva la batuta, el que corta el bacalao con simpatía (término que podría discutirse al respecto) y “códigos” en tanto y en cuanto se mantenga ese statu quo que lo favorece. La forma en que captó el universo masculino para dar forma a este personaje tan “cercano” a los hombres es fantástica.

La semana que viene, o antes, será el turno de los actores….

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