Cuando la sensibilidad y el humor van de la mano
Adaptación y actuación: Osqui Guzmán. Autoría: Leticia González de Lellis – Osqui Guzmán. Asesoramiento en dramaturgia: Mauricio Kartun. Diseño de movimiento: Pablo Rotemberg. Música original: Javier López del Carril. Vestuario: Gabriela Aurora Fernández. Iluminación: Adrián Cintioli. Asistente de dirección y producción: Leticia González de Lellis.
Teatro Timbre 4. México 3554. Viernes 20.30 y 22 hs.
Oscuridad absoluta hasta que un haz de luz blanca y cenital hace su aparición en escena. Alumbra a un hombre que danza, ataviado en un brillante vestuario que incluye una corona y la preponderancia de vivos colores.
Será desde ese mismo comienzo en que parece una redundancia recordar que Osqui Guzmán es un gran actor y ha transitado por varias formaciones artísticas. De esto no cabe la menor duda. En este caso, Guzmán retoma a aquél Bululú popularizado por José María Vilches en su reconocido unipersonal y lo lleva de paseo a través de diversos personajes pero matizándolos con su historia personal. De esta manera, los padres de Osqui se transformarán en otros personajes de este cuento ameno que se irá desarrollando con soltura y gracia convirtiéndose en un sentido homenaje al Siglo de Oro Español asi como a sus propios orígenes. A partir del relato de Guzmán, junto con su tono ameno y campechano, se construirá un relato atrapante que combinará textos propios con algún otro perteneciente a Lope de Vega o Miguel de Cervantes Saavedra pasando por Federico García Lorca.
Con recursos mínimos y esenciales, creará las historias en medio de una iluminación y una escenografía acertadas para una atmósfera cambiante y armónica. Osqui será el narrador y atrapará con un relato vivaz que partirá de la forma en que Vilches lo influenció cuando era chico y de quién, espera tomar la posta para continuar con su legado. Será en esos momentos de introspección y recuerdo donde recordará las largas caminatas para volver a casa después de haber ido a estudiar, la forma en que ayudaba en su casa con el trabajo de la costura y se pregunta si no habría cierta contradicción en ser amante de los textos españoles con el orgullo de sus raíces bolivianas. La ternura y emoción que destilan sus palabras permiten establecer un diálogo inmediato con los espectadores.
El clima de ensueño creado será un lugar perfecto para que Guzmán pueda desarrollar todas sus facetas a través de una puesta tan sencilla como conmovedora. Una mujer fea cruzará sus impresiones con un caminante mientras una cucaracha juega con el lindo de Don Diego al tiempo que patéticos y habladores cantarán un romance a la Luna. Un cajón peruano y una valija serán objetos que permitirán crear un ambiente de esos que permiten cerrar los ojos para que cada espectador cree su propia aventura a partir del relato.
Lejos de caer en excesos y sobreactuaciones, un brillante Osqui Guzmán establece con “El Bululú” un cuento propio que permite el deleite desde el primer minuto. Si en algún momento se emociona, no hay que preocuparse. Es simplemente el disfrute y el regocijo que produce ser atravesado por el teatro en su más pura expresión. Tal como lo es “El Bululú. Antología endiablada”, una puesta excelente. Recomendable 100% y para ver más de una vez.
Será desde ese mismo comienzo en que parece una redundancia recordar que Osqui Guzmán es un gran actor y ha transitado por varias formaciones artísticas. De esto no cabe la menor duda. En este caso, Guzmán retoma a aquél Bululú popularizado por José María Vilches en su reconocido unipersonal y lo lleva de paseo a través de diversos personajes pero matizándolos con su historia personal. De esta manera, los padres de Osqui se transformarán en otros personajes de este cuento ameno que se irá desarrollando con soltura y gracia convirtiéndose en un sentido homenaje al Siglo de Oro Español asi como a sus propios orígenes. A partir del relato de Guzmán, junto con su tono ameno y campechano, se construirá un relato atrapante que combinará textos propios con algún otro perteneciente a Lope de Vega o Miguel de Cervantes Saavedra pasando por Federico García Lorca.
Con recursos mínimos y esenciales, creará las historias en medio de una iluminación y una escenografía acertadas para una atmósfera cambiante y armónica. Osqui será el narrador y atrapará con un relato vivaz que partirá de la forma en que Vilches lo influenció cuando era chico y de quién, espera tomar la posta para continuar con su legado. Será en esos momentos de introspección y recuerdo donde recordará las largas caminatas para volver a casa después de haber ido a estudiar, la forma en que ayudaba en su casa con el trabajo de la costura y se pregunta si no habría cierta contradicción en ser amante de los textos españoles con el orgullo de sus raíces bolivianas. La ternura y emoción que destilan sus palabras permiten establecer un diálogo inmediato con los espectadores.
El clima de ensueño creado será un lugar perfecto para que Guzmán pueda desarrollar todas sus facetas a través de una puesta tan sencilla como conmovedora. Una mujer fea cruzará sus impresiones con un caminante mientras una cucaracha juega con el lindo de Don Diego al tiempo que patéticos y habladores cantarán un romance a la Luna. Un cajón peruano y una valija serán objetos que permitirán crear un ambiente de esos que permiten cerrar los ojos para que cada espectador cree su propia aventura a partir del relato.
Lejos de caer en excesos y sobreactuaciones, un brillante Osqui Guzmán establece con “El Bululú” un cuento propio que permite el deleite desde el primer minuto. Si en algún momento se emociona, no hay que preocuparse. Es simplemente el disfrute y el regocijo que produce ser atravesado por el teatro en su más pura expresión. Tal como lo es “El Bululú. Antología endiablada”, una puesta excelente. Recomendable 100% y para ver más de una vez.