Correr el velo para un debate serio
Dramaturgia y dirección: Pilar Ruiz. Con Romina Oslé, Verónica Cognioul Hanicq y Susy Figueroa. Vestuario y escenografía: Eliana Itovich. Diseño de luces: Lucia Feijoó. Diseño sonoro: Pedro Donnerstag. Diseño gráfico: Juan Pablo Rodríguez. Asistencia de dirección: Florencia Peralta. Producción ejecutiva: Pilar Ruiz. Producción: LugarOtro Estudio Teatral.
La Pausa Teatral. Av Corrientes 4521. Domingo, 20.30 hs.

Podría decir que es, prácticamente la única puesta en la cartelera de teatro de Buenos Aires que toca un tema tan duro y delicado pero con seriedad y sabiduría. Pilar Ruiz pone el dedo en la llaga en una historia la cual es más común de lo que la sociedad quiere ver. Uno de los aciertos del planteo de “Descansa” es la pregunta sobre la cual gira la puesta. Ese “si o no” ante un embarazo divide aguas y requiere una reflexión seria al respecto.
En “Descansa”, Lucrecia está sentada en el inodoro en un ambiente dividido entre el baño y el “resto de la casa” justo en el momento en que cae su mamá para visitarla y ofrecerle su ayuda. Una iluminación tan mínima como exacta y la escenografía ascética enmarcan la tensión del ambiente y su carácter ominoso. Hay una decisión flotando en el aire. ¿Está tomada…. o no? Solo falta un paso más cuando llega la madre que no termina de entender el porqué de la permanencia de Lucrecia en el baño. Una niña-mujer ataviada de pies a cabeza de negro, mira desde el fondo con ojos inquisidores y será fundamental en ese tira y afloje propuesto desde un texto fuerte y visceral. La dramaturgia es clara. Bien definida y contestataria en sus ideas. Visibiliza lo que muchos/as quieren ocultar o hacerse los/as distraídos/as. Pone sobre el tapete la dicotomía que viven (y vivieron) muchas mujeres que debieron enfrentar respecto a su propia decisión. Lucrecia lucha contra ese “deber ser” que le impone la sociedad desdoblado en su vínculo más primario, como el de su madre y su propio ser interior.
Por otra parte, abre diversos interrogantes que serán considerados ponzoñosos para mentes conservadoras. ¿Por qué una mujer tiene ser madre? ¿Acaso no puede no desearlo? ¿Desde cuando sus decisiones deben someterse a comicio público en nombre de una ética y moral inventada que no se condice con sus propios deseos?
Por la crudeza del tema y la manera en que lo lleva adelante Ruiz, se requerirá un público a la altura de las circunstancias. ¿Lo estará? En un punto sorprenden algunas reacciones del soberano. Más allá de las situaciones trazadas por la puesta, la “sorpresa” del público ante lo presenciado sobre tablas llama la atención. A cierta altura de la vida, amén de lo que dicta el documento, que haya situaciones que sorprendan, hace preguntar qué vida desarrollaron si se cuenta con más de 25 años. En tal sentido, la puesta interrogará al público de las más diversas formas. En un punto, uno no se imagina (¿o si?) como sería la recepción en otras geografías, más allá de la Ciudad de Buenos Aires. Ante lo planteado por Ruiz, nadie puede hacerse el distraído porque aparecería una de las tantas máximas del gran Brecht diciendo “el que no sabe, es tonto; el que sabe y no hace nada, es criminal”.
El texto es fuerte y contundente. Cada palabra tiene un sentido y un porqué que será una nueva apertura a diversos debates, algunos más visibles que otros. El papel del hombre –Lucas, su pareja-, relegado en la decisión, es una toma de posición fuerte y acertada. Más aún cuando las normativas sociales son más fuertes que el vínculo en si. La decisión es propia de la mujer.
Por otra parte, desde el momento en que Lucrecia le echa en cara a su madre una frase tan contundente como “nunca me viste”, abre el juego no al reproche por la invisibilización en si sino a los motivos de la misma. La incapacidad de reconocer al otro en su individualidad en tanto deseos y decisiones y el respeto a los mismos. “Vivir solo cuesta vida” pero parece que en el caso de las mujeres sigue siendo, al día de hoy, uno de las tantas deudas de la sociedad. A quien lo dude, le pido que se despoje de los prejuicios y lea los diarios con los casos de trata, femicidios, abortos clandestinos y #NiUnaMenos.
No obstante, retomando el análisis de “Descansa” y amén de las virtudes que tiene el texto en su desarrollo y concepción, peca de ser extremadamente discursivo en la parte final. No es necesario “explicar” lo que ya había esbozado claramente, con anterioridad. Más aún cuando hay un personaje tan reconocible como una madre que representa un paradigma claro –amén si uno coincide o no con el mismo-, en contraposición al de la protagonista. Ante dos posiciones tan opuestas como la de Lucrecia y su madre, cualquier explicación mayor de alguno de los bandos en pugna, termina siendo redundante. Inclusive, pareciera que termina queriendo “justificar” una decisión ya tomada. ¿Por qué habría que explicar una decisión tomada si justamente, se busca hacer hincapié en el valor de la misma y el hecho de llevarla a cabo?
Las actuaciones son acertadas a la propuesta. Romina Oslé compone una Lucrecia con la tensión propia de una situación límite donde los miedos y las dudas juegan con su propio ser. Una mujer que vive con aciertos y errores pero siempre haciéndose cargo de los mismos. Verónica Cognioul Hanicq es una conciencia tan manipuladora como precisa, que puede hacer los cuestionamientos más hirientes y corrosivos hasta canturrear en el mismo tono de voz que preanunciaba la llegada de Freddy Krueger y su famosa canción “Uno, dos, Freddy viene por ti/Tres, cuatro, cierra la puerta…”. Su vestuario y su impronta personal le brindan a su personaje otra dimensión que va más allá de la actuación propiamente dicha. En cambio, Susy Figueroa es esa madre que representa “todo lo establecido” a nivel social y moral, de donde no hay que apartarse. Será en este marco de confrontación tan fuerte que una cachetada mal dada terminará siendo una caricia que no condice con la ambientación construida.
La visceralidad de la puesta y su irrupción en la cartelera de teatro porteña (ya sea independiente, oficial, comercial, in, off, above, below o el nombre que quieran), en este 2016 de tantos y poco felices cambios, con esta temática y la forma de llevarla a cabo llama a la reflexión. No hay otra obra similar a “Descansa”. ¿Por qué? Al respecto, creemos que un artista debe tener relación con el contexto social en el cual vive. Embarrarse un poco las patas en vez de vivir en una Torre de Babel (por no decir una nube de pedo) sin que esto le implique tener que convertirse en un trabajador social -¡Dios me libre y guarde!-. A aquél que diga que el artista no tiene porqué comprometerse con su tiempo, estaría avalando una tibieza cercana a la cobardía.
Es en ese lugar donde Pilar Ruiz hizo una gambeta corta respecto a su exitosa “En el Fondo”, con el riesgo que esto implica. Podrá fallar o acertar pero como dicen por ahí, “solo erran los penales aquellos que los tiran”. La no-repetición (o su intento) y la curiosidad cotizan en bolsa por más que el «éxito» -también deberíamos redefinir el significado de esta palabra, ¿no?- le sonría a varios/as que vienen haciendo la misma obra desde hace años. La creatividad y el riesgo siempre será un plus para aquellos/as que quieran ser reconocidos como artistas. Más aún cuando plantea temas fuertes como la interrupción de un embarazo.
En una cartelera de teatro donde el esnobismo y el regodeo de la problemática ombliguista de niños/as buenos/as con tristeza, Pilar Ruiz patea el tablero con una puesta cuasi punk en tanto su despojo y su fuerte mirada social. Mordáz para las mentes estrechas y con acertadísimos interrogantes y críticas, “Descansa” pide una atención y reflexión seria con respecto a una problemática tan actual como fuerte.
La recomiendo…Excelenteeee