Más allá de la riqueza de la creación de Claudio Nadie, lo que se pone de relieve en esta puesta es la versatilidad de matices que utiliza Mariano Fernández en su composición de seis personajes. Fernández se maneja con naturalidad y comodidad en medio de un escenario casi vacío pero con un buen juego de luces que le brinda “el pie” necesario para los climas requeridos por el personaje de turno. La dirección, a cargo de Miguel Jordán, también tiene su fortaleza en lo que sería pulir el trabajo del actor en si, para que este no caiga en la tentación de la sobreactuación. O sea, cuando el tándem actuación-dirección está aceitado –como en este caso-, la puesta marchará sobre ruedas, haciéndola atrapante y con variadas capas para descubrir.
La atmósfera será mínima e íntima, con la iluminación brindando el marco adecuado para el lucimiento de Fernández.
“Malambo para Ricardo III” vuelve a traer sobre tablas el buen gusto de una actuación celebrada, en el medio de tanta fría multimedia modernizadora.