En tiempos donde la violencia de género ocupa un lugar importante como flagelo a combatir por la sociedad, “Wake up, woman” es una puesta que advierte sobre este tema con seriedad y realismo. Natalia Pascale, protagonista de la puesta, charló con ECDL sobre la concepción de la obra y la recepción que ha tenido.
-En enero de 2013 Jorge Acebo me dijo que tenía una obra para leerme, después de una charla que habíamos tenido acerca de la posibilidad de encarar un nuevo trabajo juntos. Me encantó el material y me propuso comenzar a trabajar con el personaje de Natalia. Conocimos a Sebastián García que es el actor que interpreta a Federico, y en febrero de ese año, comenzamos con los ensayos.
– ¿Qué sentiste cuando leíste el texto de la obra?
-En principio, me gustó muchísimo. Y luego, comencé a pensar en la responsabilidad que significaba trabajar con un texto de esas características ya que si bien es un trabajo artístico, está íntimamente relacionado con lo social. La verdad es que estoy convencida que, si bien el teatro tiene que servir para dar placer, también tiene que llevar a la reflexión. Por lo cual, decidí tomar esa “responsabilidad” y comenzar a trabajar con el material.
– ¿Cómo fue componer a Natalia, tu personaje? ¿Será este personaje, bisagra dentro de tu carrera?
-Componer a Natalia fue un trabajo duro pero absolutamente disfrutable. Creo que se construyó fundamentalmente a partir de mucha investigación y de su relación con Federico. Comenzamos trabajando con laboratorios a partir de pautas que nos proponía Jorge. Construyendo situaciones por las cuales esos personajes pasaron que quizás no estaban en la obra pero que quedaron en el cuerpo. Todo este trabajo después se ven en detalles o en los comportamientos de los personajes. Trabajar con Sebastián también facilitó mucho esta construcción ya que poder confiar en tu compañero, sentirte cómoda y que te ayude constantemente fue fundamental. Por el lado de la dirección, Jorge nos permite proponer todo el tiempo y para el actor esto es importantísimo. Jamás te limita y siempre intenta potenciar lo mejor de cada uno.
Por otra parte, creo que Natalia es un personaje bisagra en mi carrera. Si bien cada uno de los personajes que interpreté fue súper importante, lo que está pasando con Natalia es que tiene un peso social importante y cada función me modifica tanto en lo laboral como en lo personal. La respuesta de la gente y las palabras al terminar cada función es muy movilizante.
– El proceso de trabajo para la puesta duró un año ¿a qué se debió el tiempo?
-El año de trabajo fue debido a que estuvimos varios meses con los laboratorios. Los videos y las fotos que se ven en la obra los realizamos también durante este año. Eso llevó bastante tiempo. Al ser nosotros mismos los encargados de la producción hay que moverse y resolver con muchas cosas más. Si bien tenemos mucha gente que trabajó para el proyecto fotógrafos, editores de video, escenógrafa, vestuarista, prensa, todo el tiempo estuvimos los 3 en cada detalle.
– ¿Por qué se utilizó tu nombre para el personaje y no otro?
-Creo que esa pregunta se la deberíamos hacer al dramaturgo (Risas). Hablamos bastante sobre el tema y Jorge creyó que es un nombre común de una chica de 30 y pico de años aproximadamente y que era lo que quería para el personaje. La verdad es que, en principio, no estuve muy de acuerdo pero a medida que fue apareciendo el personaje de Natalia ya me pareció que le quedaba bien ese nombre.
– La Natalia Pascale mujer, ¿Cómo veía a su Natalia personaje?
-Me fue muy difícil imaginarlo hasta que no comenzaron los ensayos y las investigaciones. Sí sabía que era una chica joven, muy independiente con su trabajo estable y muy enamorada de Federico.
– ¿Qué te dice la gente cuando termina la obra? ¿Se acercan más hombres o mujeres?
-Se acercan tanto hombres como mujeres. Eso me poner feliz porque creo significa que evolucionamos y que, si bien queda mucho por hacer, estamos logrando igualdad. Lo primero que dicen es que se trata de una obra fuerte pero a la vez absolutamente necesaria. Investigué exhaustivamente y leí muchas estadísticas pero me sigo sorprendiendo de la cantidad de casos de violencia que hay y lo que la gente me cuenta al finalizar la obra. Si empiezo a pensar no solo en la violencia de género sino también en el ámbito laboral, entre amigos o en la calle misma, me sorprendo aún más. También destacan que la obra nos hacer ver situaciones violentas que suceden a diario uno las naturaliza y las deja pasar.
– Tengo entendido que la presentaron en Laferrere. ¿Cómo fue la recepción de la obra?
-Sí. No solo la recepción de la obra fue fantástica sino también las demostraciones de cariño, afecto y confianza que recibimos. El público al finalizar la función nos abrazaba y nos contaba su historia como si nos conociera. Eso fue muy fuerte y muy movilizante. En esa oportunidad fue fundamental saber que contábamos con el apoyo de “Mujeres sin miedo” dónde hay profesionales especializados en este tema y que trabaja constantemente, ya que nosotros somos disparadores y por supuesto podemos escuchar pero no tenemos las herramientas para trabajar desde otro lugar. Es necesario un apoyo profesional para este tipo de funciones.
– El texto es muy rico y sutil con respecto a las palabras y a lo que dice. Por ejemplo, ideas como «no se vivir sin vos» en vez de «no puedo vivir sin vos». ¿Cómo viviste esto?
-Creo que tiene que ver con una dependencia absoluta. No solo de Federico sino también de Natalia. Ninguno sabe vivir sin el otro.
– La puesta también hace una alusión a cierta «complicidad social» tanto de los amigos de él como de ella. ¿Lo viste así?
-Creo que ellos muestran otra cosa. Ninguno de los amigos ni la familia saben lo que pasa realmente. Los ven como una pareja feliz. Quiero pensar que si alguno supiera, haría lo imposible para ayudarlos.
– De qué manera crees que influye la «educación» tanto en el agresor como en la víctima de la violencia de género?
-Si bien se está reflexionando mucho en la actualidad sobre este tema, aún conservamos muchos estigmas culturales correspondientes a una sociedad machista y conservadora. Por supuesto, la “educación”, o más bien, la experiencia de vida, de los dos personajes es uno de los factores que permite que lleguen a esas situaciones. De todos modos, lo más importante es la concientización. Lo principal es poder crear conciencia sobre estos hechos para que no sucedan.
– ¿Fue este tu personaje más difícil de llevar a escena?
– No sé si el más difícil pero tiene mucho desgaste tanto físico como emocional. Estamos los dos todo el tiempo en escena, hacemos ahí mismo cambio de vestuario y escenografía asi como una escena de danza.
– Si bien la obra es fuerte y descriptiva, no tiene una «moraleja final» -por llamarlo de alguna manera-. ¿Esto fue deliberado? ¿Lo pensaron mucho?
-En realidad el texto original tenía una especie de “moraleja” pero cuando fuimos construyendo los personajes y la relación entre ellos decidimos que no era necesario, que el espectador podía reflexionar por sí mismo y sacar sus propias conclusiones. Tenemos la ventaja de tener al dramaturgo y podemos plantearnos entre todos este tipo de cosas.
– ¿Cómo son los cinco minutos posteriores después que terminó la función?
-En principio quedamos los dos con una carga emocional importante. Pero una vez que empezamos a charlar con el público y nos cuenta las sensaciones que tuvieron durante la obra siento felicidad plena.
– Si Natalia Pascale no era actriz, ¿qué hubiese sido?.
-Ufff qué pregunta! Cuando era chica estudiaba danzas y pensaba ser bailarina. A los 13 años empecé a estudiar teatro y a los 14 a trabajar con Jorge y mi vida tomó el rumbo teatral. Sin embargo, además de estudiar teatro estudié Bioquímica y trabajo en un laboratorio. Así que, por el momento, hago las dos cosas.
– Si por la puerta del Teatro Puentes Amarillos entrase la pequeña Natalia Pascale que recién empezaba actuación, ¿Qué le dirías? ¿Algún consejo? ¿Alguna recomendación?
-Que siga adelante con lo que ama. Que hay que trabajar mucho. Hay que trabajar en cooperativa, un día le va a tocar ser sonidista, otro iluminadora, otro asistente, otro un personaje más chico y otro un protagónico pero todo esto es absolutamente disfrutable. A pesar de que es un trabajo duro si un solo espectador sale modificado de cada función todo el esfuerzo valió la pena.
“Wake up, woman”. Puentes Amarillos Club de arte. Libertad 1230. Sábados, 21 hs.