Dramaturgia: Claudia Carbonell y Alejandra A. González. Con Matilde Campilongo, Fernando Armani, María Laura León, Silvia Villazur, Sandra Grandinetti, Javier Gomez, Gerardo Niñe y Amadeo Pellegrino. Música original y diseño Sonoro: Analía Rosenberg. Diseño De Escenografía y Vestuario: Jorge Lopez. Asistencia de Vestuario: Laura Croce. Asesoramiento en Peinados: Federico Brú. Diseño de Iluminación: Gustavo Dimas García. Fotografía: Marcela Gabbiani. Técnico de Luces: Alfredo Torres. Diseño Gráfico: Santiago Carrizo. Producción General: Ruhesi Producciones. Asistente de Dirección: María Horton. Dirección: Claudia Carbonell.
Patio de Actores. Lerma 568. Sábados, 21.30 hs.
Al respecto es muy interesante la forma en que se relacionan Rita y Horacio, cada uno, con Joaquina. La hija que busca, no solo ayudar a su madre sino también el reconocimiento por parte de ella. El pasado y el presente se entremezclan en tanto recuerdos, reproches y culpas varias. En el caso de Horacio, busca brindar su ayuda desde el lado artístico pero siempre desde un amor profundo. Ambos quieren ayudar pero ¿es por su amor hacia Joaquina o por ellos mismos? A partir del desarrollo de este interrogante, es donde la puesta resulta atrapante y conmovedora.
El texto denota un trabajo a conciencia en tanto la investigación con respecto al trato a los adultos mayores como en patologías como la demencia senil. La dramaturgia, a cargo de Claudia Carbonell y Alejandra A. González (que habían realizado con anterioridad esa gema llamada “Bajo once metros de cemento”) no cae en cliches o estereotipos respecto de los ancianos. La dirección es exacta y no permite ningún tipo de excesos en las interpretaciones. Con respecto a las actuaciones, dentro de un buen elenco, se destacan Matilde Campilongo y Silvia Villazur. Esta última es Lila, la cuidadora del hogar que encarna casi todos los pensamientos/prejuicios con respecto a los ancianos y su trato para con ellos. Lo hace con un mix de rigurosidad y simpatía bien dosificada que permite una identificación inmediata en varias de sus ideas por parte del público presente. En cambio, Matilde Campilongo es una Joaquina exacta, medida y conmovedora. Todo está en su justo lugar pero con el plus de quien dota a su Joaquina de una personalidad propia.
“El diablo pellizca” conmueve y llama a la reflexión sobre el devenir de los años así como la forma en que tratamos a nuestros adultos mayores.