Cine. “Homo Argentum”. Una oda acorde al liberidiotismo reinante.

Suele decirse que, cuando una película se la suministra de manera personalizada a los críticos y periodistas, con el “fuerte” pedido de esperar hasta la fecha de estreno pautada, la posibilidad de emitir su opinión, significa que hay algo raro. Como mínimo, para no decir que se sabe que no es de lo mejor para ver.

Algo así pasó con “Homo argentum”, nueva película pergeñada por la dupla compuesta por Gastón Duprat y Mariano Cohn que tiene a Guillermo Francella como actor omnipresente en las dieciséis historias que conforman el cuerpo del largometraje. Será el personaje principal de todas las historias a las que va dotando de su impronta personal. ¿Actuación en tanto composición de personaje? En absoluto. Es Francella repitiéndose en diferentes tonalidades a lo largo de los casi 110 minutos en los que varía sólo en la cantidad de pelucas y maquillaje utilizado.

El guión que atraviesa las microhistorias se basa pura y exclusivamente en los prejuicios clasistas y la soberbia de Cohn-Duprat en lo que consideran una “argentinidad” que no es tal. Con un desprecio a valores que, en su momento, habían conformado el ADN argentino, enaltecen posturas sustentadas en un individualismo en el que prima el engaño, el egoísmo y el ser “ventajero”. Todo, cimentado en una reproducción constante de frases y postulados propios de un sentido común que cuenta con la profundidad de una pileta vacía. Todo es insostenible a menos que el interlocutor sea igual de garca, acomodaticio y cobarde como quienes concibieron y llevan a cabo la película.

De esta manera, se festeja el ser oportunista, falso y mentiroso según amerite la ocasión, banalizando situaciones por demás angustiosas, tal como un acoso sexual, la pobreza y un robo, entre tantas otras. Pero, a no confundirse. No es que se carece de humor para ver lo que se propone. Solamente pedimos no confundir risa con burla. La ironía es efectiva y fuerte cuando es “de abajo hacia arriba” y no con un humor que atrasa años. Ni siquiera Videomatch se atrevió a tanto cuando tomaba de punto a gente grande en su “cámara oculta”.

Habrá relatos no tan exasperantes en los que, inclusive su duración más que breve, potencia su falta de desarrollo u obviedad. Es lo que ocurre con la aparición del presidente o en el viaje a Ezeiza para acompañar a una hija que parte a Madrid en busca de nuevos horizontes. En cambio, “Bienvenidos a Buenos Aires”, “Un hombre decidido” y “Una experiencia enriquecedora” enaltecen la falsedad como fin que justifica los medios. “Piso 54” y “Las ventajas de ser pobre” caen en un cinismo que se vincula con la irritación ante los planteos en los que el/la damnificado/a es puesto en un lugar horripilante. Víctimas como victimarios y/o aprovechadores, matizado con ingredientes como misoginia, machismo o condescendencia mal entendida. Algo que, en un contexto que predomina la insensibilidad, la inequidad y la posverdad, no extraña en absoluto.

Antes que nada, no estamos hablando en absoluto del pensamiento de Francella con el que no concordamos en absoluto. De hecho, Clint Eastwood está en las antípodas de nuestra ideología pero cuenta con una filmografía absolutamente destacable. Algo de lo que carece el racinguista en tanto nunca protagonizó una película realmente valorable (no digan “El secreto de sus ojos” en tanto son Ricardo Darín y Soledad Villamil los protagonistas). A menos que consideremos como un incunable de la cinematografía argentina, producciones como “Un argentino en Nueva York”, «Papá se volvió loco» o «Granizo».

Algunas frases dan cuenta de la posición que se tiene frente a la coyuntura actual. Desde “el argentino, como individuo…” exaltado de la primera historia o el “resentimiento” de los pobres en “Un juguete carísimo” a la romantización de la pobreza de “Una experiencia enriquecedora” o las fantasías machirulas de “Noche de suerte”. Es un cliché constante, apto para un auditorio rancio y reaccionario, con un complejo de conciencia limpia en tanto no se hace cargo de nada.

En esta línea de conducta, no extraña que el ataque a cierta industria cinematográfica sea a través de un director como si fuera una persona sin escrúpulos que no duda en usar causas nobles por “motu proprio”. Que haya directores así, no extraña pero no son TODOS y menos TODO el cine. Hay que ser metalmente terraplanista para –querer- creer todo esto. Siempre con el desfinanciamiento del INCAA y la cultura de fondo. Son elecciones que toma parte del colectivo denominado público, que se aleja de un aura de «infalibilidad» tan caro a muchos sociólogos, periodistas, políticos, etc.

Por otra parte, debemos tomar algunas consideraciones. Las últimas declaraciones de Francella acerca de su visión del cine se condicen -conscientemente o no- con lo plasmado en la película. Su pensamiento se acerca al del orate de la calle Balcarce en su individualismo, egoísmo y poca tolerancia ante la crítica a su verba en tanto en las notas que brinda, pide no hablar de política o del INCAA. Al igual que la peluca desquiciada, no resiste una repregunta so pena de hacer berrinche digno de un niño malcriado y caprichoso. Esto, junto con la confusión entre lo que es popular y masivo y el valor real de la cultura del país. Recordemos que el INCAA ayudó a directores como Juan Carlos Campanella, que no tiene un pelo de kirchnerista y ahora, bien calladito está por su miedo a caer víctima de la motosierra. Parece que la rebeldía era con «la dictadura K» y no contra la «libertad liberidiota». Extraño y selectivo criterio, ¿no? ¡Je!

Francella hizo mención a un “cine que no lo va a ver ni el director”. Es realmente interesante que alguien filme una película para que nadie la vaya a ver…Todo un preclaro Guillermo en sus aseveraciones. Estaría bueno recordarle que hubo una buena cantidad de artistas que no eran grandes “cortadores de tickets” pero fueron realmente creativos e inspiradores para el futuro. Tal es el caso de Luis Alberto Spinetta hasta la Velvet Underground, por citar algunos.

Allá lejos y hace tiempo, se formó la Comisión Warren para determinar la culpabilidad del magnicidio del presidente norteamericano John Fitzgerald Kennedy. Tras la investigación realizada y su correspondiente –y muy polémico- veredicto, hubo quienes dijeron que “sirvió para tranquilizar las mentes que necesitaban estar tranquilas”. Con “Homo argentum” pasa lo mismo: reflejará a quienes quieran ser reflejados en ese lente. El doble problema es que es éste es lamentable y habrá una cantidad importante de cascotes que ansían ser eso. En el caso de quien esto escribe, absolutamente orgulloso no sentirse reflejado por semejante adefesio. Hay que tener estómago para apoyar a alguien que desprecia lo que es él mismo y sus propios seguidores. Pero bueno, el tirarse un tiro en los pies es una vocación de muchos y muchas en esta etapa de crueldad y egoísmo extremo.

Ficha técnica.

Dirección: Gastón Duprat, Mariano Cohn. Guion: Gastón Duprat, Mariano Cohn, Andrés Duprat. Elenco: Guillermo Francella, Eva De Dominici, Clara Kovacic, Aurora Quatrocci, Guillermo Arengo, Vanesa González. Producción: Cabe Bossi, Pablo Bossi, Pol Bossi, Martín Iraola. Duración: 110 minutos   

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