Un buen momento
Hay comedias en las que uno sabe bien que va a ver. Más aún cuando fue realizada una película con anterioridad. Tal es el caso de “Le Prenom” que se presenta en Buenos Aires, con esta particularidad.
El disparador de la puesta es la discusión acerca del nombre que Vincent eligió para su hijo. El intercambio de opiniones se origina en la casa de Pierre y Elizabeth (hermana de Vincent) que habían invitado a Vincent, su esposa Ana y Claude, un amigo en común para una cena que cambiará la relación de todos los presentes.
Lo que empieza como una situación de palpable tensión, desemboca en un ida y vuelta constante que abarca tanto cuestiones ideológicas (Pierre es un profesor universitario, de ideas izquierdistas) como sociales (el rol de la mujer, el consumismo, la homosexualidad o lo que es ser “exitoso” en la sociedad moderna). El gran inconveniente (o no, según como se mire) es que este foco de conflicto, deriva hacia la comedia de enredos.
Para los habitúes del teatro porteño, notarán alguna línea en común con Yasmina Reza, la autora francesa que fue casi “de culto” en tanto varias de sus obras fueron llevadas a las tablas en Buenos Aires. Tal fue el caso de “ART” o más recientemente, “Un Dios Salvaje”, con la cual se pueden establecer varios lazos comparativos en tanto la forma en que un grupo de personas, con ciertas características (clase media, ilustrados, profesionales pero con profundos problemas personales) se juntan en un lugar y a partir de dicho encuentro –fortuito o no-, empieza la catarsis personal de cada uno de los personajes.
El gran mérito de la puesta –y también, su punto más discutible- es su ritmo frenético en tanto que siempre está pasando algo. Una montaña rusa de palabras cargadas de ironía y sarcasmo con el fin de herir o molestar al ocasional adversario en la discusión. Porque, como en la vida misma, un adversario para un tema, puede ser un aliado en otra situación. Allí es donde entra a terciar la hipocresía en las relaciones. Se pone en duda hasta que punto somos lo que decimos ser y si somos tan “open minded” como nos mostramos puertas afuera. Siempre con un humor fácil, enredos de todo tipo y diálogos risueños.
Es en este punto donde la puesta opta por la salida fácil del humor en vez de profundizar todo aquello que esbozó en sus primeros veinte minutos. A diferencia de “Un Dios Salvaje”, en este caso, se elige el humor, el pasar un buen momento teatral en vez de ir a fondo con cuestiones que serían interesantes que se plasmen en un teatro comercial.
Por su parte, el elenco responde con sapiencia a lo requerido por cada uno de los personajes. El oficio y la simpatía de cada uno de los actores elevan a personajes fácilmente reconocibles, aunque un tanto reiterativa en la repetición de las características propias de cada uno de ellos.
«Le Prenom” divierte y brinda un buen momento de teatro pero queda la sensación de que podría haber sido mucho más aprovechada la puesta –y los actores, principalmente- si se hubiese arriesgado por caminos más escabrosos que se proponía en un principio.