Actriz y música –toca el oboe- de nombre poderoso, se destaca en teatro en “Espectros” y “Aburrimiento Chair” aunque también hizo cine. Iride Mockert le cuenta al Caleidoscopio sus visiones del teatro, el cine, la música y el significado del arte en su vida.
– ¿Cómo surge la posibilidad de participar en “Espectros”?
– El estar en “Espectros” tiene una historia. Mariano Dossena iba a presentar tres obras al Centro Cultural de la Cooperación, “Espectros”, “Seis personajes en busca de un autor” y “Esperando la lluvia”. De esta última, había hecho una adaptación. Pablo Silva, productor de Mariano, me llama para preguntar si tengo el texto porque “Dossena va a presentar este proyecto. De paso, ¿querés tener una entrevista con él? Estaría bueno que participes de la obra”. Le dije que si y Mariano me dice que van a presentar la carpeta. Al mes me llama y me dice “No eligieron ‘Esperando la lluvia’ pero pensé en vos para un personaje en ‘Espectros’, que aceptaron”. Honestamente, no había leído la obra sino “Casa de muñecas” y “Hedda Gabler” pero no la había leído. Leí la obra y me encantó el personaje. Él ya me había visto en “Adela” y también en “Marat Sade”. Se maneja asi. No hace casting sino que va mucho al teatro.
-¿Y el hacer “Regina”?
– Primero, nos pusimos de acuerdo con algunas cosas. Con “Marat Sade” y con “Marathon”, en mis acercamientos más “oficiales”, descubrí otra forma de arribar a un material. Yo venía de otra cosa, más de improvisar las escenas y después ir al texto. O primero con ejercicios más de buscar el personaje pero con “Marat Sade”, “Marathon” y “Espectros” me encontré en lo opuesto, en montar el texto en el orden que va, desde el principio al final. Se va avanzando en la puesta y después se va aceitando lo actoral en la curva general de la obra. Fue un trabajo de mesa durante el primer mes, con mucha lectura, hablar de los personajes y la idea que tiene el director. Para mi, este personaje fue y es un desafío porque, en general, no es el tipo de perfil de personaje que suelo actuar, que son más catárticos, más toro, de ir al frente. De repente, encontrarme con este personaje que todo eso lo tenía que velar. Esta mujer de Ibsen que brega por su felicidad y por su libertad, que se rebela pero estaba solapada y no es tan expeditivo. Es una mujer que siente el cuidado que le tuvo la señora por una situación que se va dando en la obra. Me gusta el tema del personaje que tiene esa cosa infantil y a la vez, no tanto, por eso de creer en el amor. Eso nos lo planteamos y fue importante para abordar al personaje. Quizás no sea tan obvio en la obra pero está bueno para el actor saberlo para ver como hace al personaje. Decidí que no le importaba todo un pito porque sino sería muy cruel. Ella es interesada porque especula como se va desarrollando todo pero hubiese sido muy unilateral si elegía que era todo por interés. Que se enamore un poco la hace más ambigua y la enriquece. Me costó bastante pero está bueno el generar otra cosa y la búsqueda misma de cada personaje.
– ¿Cómo fue restrenar “Espectros”?
– Por suerte, muy bien! La gente está viniendo y hay una lista de espera por el tema de las entradas. Está bueno y nosotros, descansados, piensa cosas y tiene menos preocupaciones. Además, era una incógnita respecto a lo que fue el público y toda la prensa que tenía que venir, ya vino. Los que venían a lo sumo, sacaban algo ya que reestrenamos en febrero. Uno decía “quien va a venir a clavarse un viernes o un sábado a las 23 hs, a ver un dramón de Ibsen?”. Pero si y ahora estamos solo los sábados porque el teatro ya había programado otra obra. Estamos viendo de seguir o de cambiarnos a otro teatro. La verdad, es una pena porque a nosotros nos encanta hacerla. El elenco es lo máximo, es superior.
-Y “Aburrimiento chair”?
– Ahí también llego medio de sopetón a la obra. Al principio, había dicho que no porque no me veía en el personaje. En el texto era diferente y no tiene nada que ver con lo que hago ahora. No había tanto texto y no estaba lo que hago en el teclado. Era otro personaje, onda Nicole Kidman. De hecho, lo iba a hacer una vedette y la onda era por ese lado. Más naif y yo no te doy ni vedettonga ni Nicole Kidman! Jajajajajaja. Juan me quería poner una peluca y que haga un acento ruso pero no me veía. Tuvimos una reunión acelerada porque se estrenaba la obra en una semana. Mi primera impresión fue decir “no”, que no me veía resolviendo eso en una semana y que si tenía tiempo, lo podíamos ver. Con María Marta Guitart ya había laburado y es una gran actriz. Fuí con las propuestas que tenía en la cabeza, como que el personaje fuese español y al principio, fue hacerlo medio porno-bizarro. En los ensayos nos divertimos mucho y sentía que estaba en “Todo por $2”, bizarreando a morir, que valía todo. Después Juan se encargó de cortar las cosas. Me divierte mucho hacerla.
-Es otro éxito, con un boca en boca importante…
-Si, es cierto. Va muy bien. El humor, es muy divertida…A ver, uno tiene su vida y de repente, tiene que entrar en una ficción y de pronto, el jueves estaba mal pero entré en ese viaje que permite cualquier cosa y está buenísimo. La gente se copa y te retroalimenta para desarrollar lo que estamos haciendo, lejos de buscar el chiste o cosa similar. Somos muy respetuosas de la obra. De hecho, cuando quise hacer algo con el texto, le pedí permiso al director. El otro día, pensaba “Que bueno que la gente se divierta con algo que uno hace y también se divierte”. Con “Espectros” pasa un poco lo mismo por la dirección abierta de la mirada de Mariano al respecto. Tiene mucho humor y la gente se engancha con esas partes. O también las reacciones de la gente! La otra vez, una señora gritó “¡Son hermanos!” y se empezó a reir toda la platea. Estábamos con Ingrid y Walter, los tres en escena y respirando porque yo tenía que hablar. “¿cómo salgo de esta?” porque la reacción fue genial. Eso no me lo olvido más.
Las dos obras son muy íntimas. En “Espectros” no miramos a público pero te aseguro que se siente todo! Esa sala es muy acogedora y muy íntima. Se siente todo por más que no lo veas. En “Aburrimiento” miro a público todo el tiempo, me empiezo a perseguir y todo lo que uno le pasa como actor…
Intermedio: Una Coca y un par de facturas acompañan la charla con Iride en el patio de su casa mientras Pochi, una gatita de color azabache, juega con este cronista. Iride es pasional, de personalidad arrolladora y lo muestra al tiempo que se desarrolla la charla. Iride recuerda la influencia de sus padres (Jorge Mockert, compositor y músico, fallecido en 2008 y Marcela Sabio, actriz y compositora) con agradecimiento y emoción. Es de esas chicas que tienen el sabio equilibrio de combinar sensibilidad y fortaleza.
-Si te pregunto por Maruja Bustamante….laburaste bastante con ella.
– Maruja es como todo para mi. Es una persona muy importante en mi vida. Amo su arte. Es el teatro que quiero hacer. Son los textos que me gustan y que quiero actuar. Mezclan poética, humor y surrealismo, con un toque mitológico, algo que siempre pone en la obra. Lo felíz que fui haciendo de Olivia en “Adela” o la Polaca en “Paraná Porá”, incluso en “Hacer sapito”, es como que hay algo en lo que se reconoce y se entiende como el otro. Es como mi hada madrina. En “Adela”, entré a remplazar porque hubo un cambio, gracias a que me habían recomendado. Con Maruja había laburado en “Catch”, de Muscari, allá lejos y hace tiempo. Siempre nos llevamos muy bien y habíamos sido compañeras de ese elenco como con Monina Bonelli, Mariela Asensio y María Marta Guitart. Con Maruja siempre estuvimos ahí y “Adela” fue su primer texto y le fue muy bien. Ella hizo un work in progress en el Rojas y Monina, que hacía de Olivia, pasó a ser Adela y ahí me recomiendan con Maruja. Me acuerdo que me llamó un domingo y había salido de escuchar a Maceo Parker en el Recoleta. Es muy receptiva y me dio rienda. Ser “Olivia” fue lo máximo y estaba feliz-feliz.
– ¿Y “Marat Sade”?
– Fue muy loco. En Santa fe, había leído obras y todo, pero me empecé a formar académicamente en el IUNA, donde tenés que leer mucho. Tenía obras marcadas como Marat Sade, que cuando vi la puesta de Peter Brooke, dije “guau!”. Quiero hacer esto! Además la tenés que trabajar y todo. O sea, tenía a Marat Sade y Marathon, que terminé haciendo, son esas cosas de la vida que terminé haciendo. Eran obras que me encantan y que me decía “Algún día las voy a hacer”. Cuando me enteré lo de Marat Sade, decía “quiero estar ahí por favor”. Hice esos castings generales del San Martín en noviembre del 2007, que fue cuando estrenamos Adela. Me lo tomó Villanueva Cosse y Alicia Zanca y ahí quedó. La cuestión es que Villa viene a ver “Adela” y dice que me iba a tener en cuenta para Marat Sade ya que “daba de loca”. Me llaman para una entrevista con Villa y él me dice “A ver, nena, acércate…Si, si, me das de loca. No te cortés el pelo”. No lo podía creer. Fue un aprendizaje de la hostia y un regalo de la vida.
-Que buena obra! Me encantó!
– Villa tiene una maestría para generar maquinarias teatrales. Mover tanta gente. Es, la verdad, un delirio. Se montó la obra en dos meses y medio. Además el laburo físico y musical, cantando a capella a tres voces, que es dificilísimo. Fue un laburo…el texto! Pero bueno, estaba Lorenzo Quinteros..muy groso! Longhi, otro grande. Ahí ya es superior porque otro director hubiese puesto a una “figura” para hacer de Marat pero hizo un casting y puso a rotar al personaje con Agustín Rittano y Pablo Navarro. Eso es maravilloso. O sea, dar ese personaje dificilísimo, a dos actores en un lugar donde, lamentablemente, se juegan otras cuestiones a la decisión de armar un elenco, estuvo genial. Siempre le voy a agradecer de por vida el que apueste a la gente joven. Abre una posibilidad de transitar por algo que, de otra manera, se te complica. Para mi, Marat Sade fue genial. Fue decir “Estoy en el San Martín” y las primeras funciones, atiborradas de gente, con nosotros, llorando de la emoción porque era la primera vez que trabajábamos en el TGSM. Se armó un grupo muy lindo. Ensayábamos seis veces por semana, cinco y seis horas, todos juntos porque en la obra estábamos todo el tiempo arriba. Se arma una gran familia, de mucha camaradería.
-¿Sos actriz que hace música o música que actúa?
-Soy música y actriz. El orden que quieras. Soy ambas cosas. Heredé de mi madre Marcela Sabio y mi padre Jorge Mockert el aliento incansable de concretar lo que uno anhela, de creer que lo imposible se puede realizar. Generar las cosas propias, o buscar los medios para lograrlos. Eso es un tesoro. El tesoro de la crianza que recibí en medio de música, ópera, teatro y lucha porque tampoco es todo tan fácil.
– ¿Por qué el oboe?
– Quería estudiar arpa y no había arpa en la escuela de música 9901 de Santa Fé, con título terciario. Es la sede de la orquesta de niños, la banda sinfónica de niños y la sinfónica de la provincia. Me acuerdo que te anotaban de chica, el primer año era audioperceptiva y al final del año, te llevaban a escuchar los instrumentos para que vos elijas el que te guste. Yo quería el arpa pero no había profesora de arpa y el instrumento era carísimo. Me gustó el oboe porque sonaba raro, como “un pato” y estaba entre ese, el saxo y el cello. Mi mamá me dijo que toque el oboe porque no lo toca mucha gente, es dulce. Elegí el oboe y llegué a un amor patológico, de dormir con el instrumento. Me lo prestaba la orquesta porque era muy caro. Recién lo pude comprar a los dieciséis. Lo cuidaba como oro y era chica, con una rigurosidad terrible. También tuve mis momentos de tirar todo a la mierda y mi mamá me retaba por lo que me iba con el oboe a la cama. El oboe es maravilloso y ahora me estoy rencontrando con él. Son etapas.
-Tocaste con Rodolfo Mederos…
-Si, toqué con él con la orquesta sinfónica, antes de venirme para aca. Toqué con él cuando fue allá y se hizo un encuentro con músicos en un cruce de lenguajes. Eramos un octeto, él, dos oboes, un clarinete, violines y algo más. Tocamos tango y estuvo buenísimo. Después toqué con Virginia Tola, que fue buenísimo y tocamos en Santo Tomé, al aire libre. Tocamos una vez con la orquesta juvenil de Tucumán y fue uno de esos conciertos en los que no te olvidas más. La orquesta hacía música sinfónica y música contemporánea. A veces se tocaba tango también al igual que folklore y un bloque de música de películas, que suenan increíble. Me acuerdo que eramos como cien instrumentistas que hicimos “Star Wars”. No te puedo explicar lo que fue. Sentía que estaba volando por la galaxia. Los metales que tiene esa partitura levantan como piña…y no me lo olvido más. Con mi hermano siempre nos acordamos de ese concierto. La música te eleva y es un viaje introspectivo.
– Hiciste cine también…
– El cine es maravilloso. Al filmar, es como si uno entrara en otra realidad. El tiempo que dura el rodaje vivo en otra galaxia. Luego uno vuelve a la realidad, y es duro. Pero lo vivido no tiene comparación. Cuando fui a Cerro Colorado, en la tierra de Atahualpa, filmando “El dedo”, fue maravilloso. Hacer lo que uno ama, en un lugar tan mágico, con actores increíbles. ¿Que más uno puede pedir?. O cuando filmé “En Andrés no quiere dormir la siesta”, en Santa Fe, la ciudad donde nací y re encontrarme con actores de allá. Que en medio del rodaje, apareciera mi familia a espiar, es un regalo de la vida. jajaja, Me acuerdo cuando fuimos con “Adela está cazando patos” a Santa Fe, al teatro municipal. Fue volver a vivir mi cumple de 15 años!!! porque vino toda mi familia de Santa Fe y Paraná, Amigos, colegas, y fue maravilloso. Era como festejar mi cumple. Fue maravilloso y son regalos que da la vida. Algo parecido me pasó en España con “Paraná Porá”. Ahí cumplí mi sueño de conocer la tierra de Lorca actuando una obra maravillosa. Lloraba de la emoción. Era mi sueño y se estaba volviendo realidad. Sueño mucho, deseo muchas cosas y voy a por ello. A veces se hace largo el camino, pero bueh, luego llegan las sorpresas lindas que tanto revitalizan la pasión, que al fin y al cabo es lo que nos moviliza.
-Para vos, cual es la función del arte?
– Pienso en lo importante del arte como medio transformador de la realidad, de la sociedad. Como puente para llegar al otro, para comunicar, para plantear pensamientos, para cuestionarlos, para abrir ideas y acciones. No solo disfrute, también alimento. En una época de incomunicación a pesar de los avances tecnológicos, de alienación y donde el contacto se ha ido perdiendo. El teatro es un espacio sagrado, cada función un acto irrepetible. De pronto uno emprende un viaje con los espectadores de encuentro, de desencuentros, y donde el otro completa los signos que vamos entregando. La otra vez fui a ver “Mateo” con dirección de Guillermo Cacacce y me fui maravillada por el poder de un texto y su reactualización. Tan vigente lo que plantea y tan intensamente actuada. Agradecí que el espectáculo sembrara en mi, interrogantes y pensamientos nuevos, además del disfrute.
– Si por esta puerta, entrase la pequeña Iride Mockert que recién llegaba de Santa Fe, qué le dirías?
– Que difícil! Todo lo que me pasó, estuvo bien que me pasara. Complicada la pregunta. No sé que le diría. Es complicado. Tiene que ver con que hubiese preferido no vivir algunas situaciones pero estuvo bien vivirlas para aprender y para lo que se vino luego. Que pregunta tremenda…jajajajaja. Creo que hay disfrutar lo que hay. Lo que va a venir, va a venir. Siempre fui de hacer por lo que esa Iride, apenas llegó, empezó a averiguar donde había talleres y cosas asi. No me quedo sentada pero me diría que disfrute lo que hay, que no es poco. Que todo llega y que todo se va. Para que vamos a penar por cosas que se van a ir de todos modos, no? Jajajajaja.
“Espectros”. Centro Cultural de la Cooperación. Sábado, 23 hs.
“Aburrimiento Chair”. Camarín de las Musas. Jueves, 21 hs.