Walter Quiroz. Tras la huella de Ibsen.

Con dos obras en cartel, Walter Quiroz vuelve a las tablas. Tranquilo, con muchas ganas de hablar y muy buena onda, nos cuenta por su pasión del teatro y recuerda algunas apostillas de su paso por la televisión.
– ¿Cuando surge hacer “Espectros”?
– Un día viene a verme al teatro Pablo Silva, con quien ya había hecho “La muerte de Danton”, dirigido por Roberto Villanueva, cuando estaba haciendo “El Anatomista” y me cuenta el proyecto que tiene asi como que me iba a hacer llegar el libro. Me invita a ver a Mariano Dossena que estaba dirigiendo “Los Invertidos” y cuando la vi, me di cuenta que era un director que me interesaba. Me pareció que, además del texto que es superinteresante, me pareció valioso el director que había detrás de eso. La mirada de Mariano. Después nos juntamos con él y con Ingrid Pelicori y ahí ya empezó todo para embarcarnos en esta aventura fantástica de ponerle el cuerpo y el alma a Ibsen. Si bien había visto algunas puestas de Ibsen en Buenos Aires, una cosa es ser público y otra cosa es estar ahí. Descubrí lo que es meterse en ese lugar, con otros pliegues. Tiene un sentido del humor muy particular, una ironía muy delicada y también ácida. Si lees críticas de la obra de la época, está considerada como una obra maldita porque se mete con cosas muy tabú, con la decadencia moral y espiritual de la persona. No solo del hombre sino también de la mujer. Nos pone a todos en un espejo en el que no siempre nos queremos mirar. Este genio tuvo la valentía de hablar de lo que conocía profundamente y se hacía cargo de eso.
– ¿Cómo viviste el proceso de la obra?
– De mucha alegría y naturalidad, con un elenco excelente y un contratenor que estuvo en lo ensayos. Fue todo de mucha tranquilidad y alegría porque tiene que ver con el punto de vista que se elige para contar esta versión, que no es tan determinista. El personaje al final, le pide el sol a la madre pero acá es un final más abierto, donde no se sabe bien si se muere o no. Es alguien que viene en busca de su identidad. Tiene leves sospechas sobre ese pasado que le fue vedado, que se le ocultó. La madre lo sacó de su casa desde muy chico y le contó otra historia. Le ocultó quien era su padre pero él tiene una leve sospecha por una enfermedad que arrastra y en el momento de la acción, encontramos a esta mujer que descubre ante este reclamo, que lo blando es superior a lo rígido. Cede y salva a su hijo. Una de las primeras cosas que dijo Ingrid fue “no se si acepta para matarlo”. Le da una tranquilidad al hijo y quizas no tiene que ver tanto con eso. Tal vez, de hecho él le dice en un momento “vivamos juntos mientras podamos”. Es un poco eso lo que pasa. Vivirán juntos lo que les quede y mientras puedan pero también como dice el personaje de ella “sin engaño. Todo lo que está oculto, enferma”. Lo que es superinteresante es que está muy viva la obra. Eso es lo que está pasando con la gente ya que venir un viernes o un sábado, a las 23 hs, a ver una tragedia…
-…quien va a venir, no?
– Si! Y la gente viene! Hay un boca a boca que hay algo vivo, que sucede en el momento. Es algo muy contemporáneo…
– La resignificación…
– Si pero a mi no me suena tan lejano al respecto. La familia es la primera muestra de lo social. Siempre hay algo oculto, no dicho. En todas las familias pasa y es lo que se está poniendo en escena. Además hay un cuestionamiento al capitalismo por decirlo de alguna manera. Esa cosa de que todo es dinero y ¿Por cuánto? Siempre está el dinero de por medio y un cuestionamiento a lo espiritual…
– El karma….
– Si, si, el famoso karma…ahora que está muy en boga, las constelaciones familiares y es un poco eso. Todo lo que no esté dicho va a generar un problema, una enfermedad. Es algo que no sale y que por algún lado explota. Y sino está limpio ahí, se va a volver a repetir, se va a volver a repetir…hasta que lo limpien y lo sanen.
Intermedio: El bar de Santa Fe y Agüero es el punto de encuentro con Walter. Subimos al primer piso para charlar con tranquilidad. Walter habla con un mix de pasión y conocimiento justo para que lo dicho sea exacto. Gesticula y la luz del sol que entra le da un aire de misterio. Walter habla con los mozos, juega de local. Posa para las fotos con naturalidad y buena onda. Dice que está “más tranquilo. Casi llegando a los cuarenta, sabés mas que querés, que no. Es como el paladar, se va refinando y ajustando pero lo fundamental es que estas más tranquilo”.
– ¿Qué devolución te hace la gente de la obra? ¿Qué te dice?
– Hay muy buena devolución. Generalmente gusta la obra. Se queda muy shockeada por varias cosas. Primero, me parece que no esperan el humor que tiene la obra y después que a cada uno le resuena una parte diferente de esta tragedia doméstica de tres actos. Entonces a todos, por algún lado nos hace ruido. Creo que se quedan shockeados con algo que sucede con lo vivo del hecho teatral. Que un texto de finales de 1800 se mantenga “vivo”. Hay una sorpresa, un shock y una alegría. Hay algo que sucede con el público, que se construye, que es el hecho teatral. En este caso en particular, siento que existe ese feedback. Está vivo. Eso que debe suceder, sucede. Hay una energía que está acá, que va y vuelve y el final…que es una onda expansiva. Como si fuera una revelación de todo lo que fue ocurriendo.
– La gente no aplaude enseguida cuando termina sino que no cae al toque….
– Si, porque está shockeada. Hay algo que…mi personaje llega y le dice a mi madre “no me animé a escribirlo”, “no pude quitarmelo de la cabeza”. Hace dos días que está en la casa, después de no vivir ahí desde los siete años. Pero desde que llega, que él viene porque quiere hacer un planteo. Está retenido, con freno de mano. No se anima a decirlo y después, cada vez que se va a dar una vueltita, es como que se va a dar algo pero vuelve un poquito peor. Da pistas pero está latente el vicio, la decadencia. Para mi es un personaje fantástico que me tocó en suerte. Es una gracia divina que se me cruce en este momento este maestro que es Ibsen. La posibilidad de trabajar con estos compañeros.
– ¿Fue difícil meterte en la dirección de Dossena? Venías de trabajar con Muscari…
– Son mundos diferentes pero no lo vivo por comparación. Me gustó lo que viví de José y llegué y empecé a vivir a Dossena. Por ahí, empezaba a trabajar y era “no”. Iba e iba y va…Le creo. Son escuelas diferentes pero yo no soy prejuicioso en ningún sentido. Ni a los medios ni a los directores. Todo es ahora y es por primera vez. Después hay que ver si uno pacta con el otro y va para adelante o que. Pero acá se dio y va para adelante.
– Si te pregunto por la tele…
– Gracias a Dios, este año hubo varias ofertas. Tal vez haga algún unitario de los que se hagan ahora pero la veo como siempre. Nunca estoy todo el tiempo en la tele y no me desespera. Me encanta y me fascina la tele porque me dio muchas cosas. Si querés, cierta popularidad, que la gente te conozca en la calle o venga al teatro, que te llamen para hacer cine. Y también dinero para pagarte tus cosas, la vida misma. Me parece que es un medio super válido y soy muy agradecido de lo que me brindó. Cada tanto, estoy pero no estoy todos los años, todo momento y me la paso haciendo tele, yendo a eventos y haciendo notas. No es mi estilo. Nunca lo fue ni lo será.

– Escuché por ahí por la chance de vuelta de “El tiempo no para”…
– Si, se dio. Me llamaron para eso pero fue tan bueno lo que ocurrió en su momento y tenía tanto sentido que estuvo bien ahí. Fue bueno ahí, en ese momento. Hoy, no. Prefiero dejarlo ahí porque es algo que estuvo….es como que estas en un lugar y sabés que se viene lo mejor de una noche, yo digo “a casa”. Es ahora. Estuvo tan bueno que quiero tener ese recuerdo, esa sensación. Eso es lo que me pasa con “El tiempo no para”. Si lo hacen, que le den para adelante y ojala les vaya muy bien. Les deseo lo mejor. Si me llaman o me necesitan en algún momento, que me de una vuelta, ahí estaré pero hacer el ciclo de nuevo, no. Fue tan grosso lo que pasó..! Más allá de los números del rating y eso, sino en la calle. No se como se manejan esos números pero si se lo que me respondió la gente en la calle. No solamente aca en Buenos Aires. Me pasó de estar con los chicos del elenco y que familias enteras me saluden. Y eso que tenía un personaje que era difícil de digerir para algunas familias. Un hombre homosexual, que tenía una pareja y también una ex pareja, que después adoptan un hijo. Todo esto antes de la Ley de Matrimonio Igualitario. Entonces, en esa época tenía mucho sentido y la gente lo agradeció. Que me digan “que bueno que está”. Hacerlo hoy sería solo una cuestión económica. En principio, mi lectura, ante la oferta no fue que calenté motores por un concepto. Yo me muevo cuando hay algo detrás que no pasa tanto por el intelecto.
– Fuera de micrófono, dijiste como que te sentías en tu mejor momento como actor…
– No fue eso pero entiendo a lo que vas. Siento que, casi llegando a los cuarenta, como que va algo decantando. Primero lo decía como actor pero también lo digo como hombre. Algo que va cayendo, que va soltando. Sabés mas que querés, que no. Como saber que hay algo que no se puede separar. Ser o no ser. Lo que fuere. Con el tiempo vas eligiendo. Es como el paladar. Te gusta o no pero después se va refinando y ajustando pero lo fundamental es que estas más tranquilo.

– Si por la puerta de este bar, entrase el Walter Quiroz que recién empezaba en televisión, ¿qué le dirías?
– Quedate tranquilo. Estudié teatro antes de hacer televisión pero siempre le diría que se quede tranqui, que se relaje.
– ¿Cómo recordas, con tu casi cuarenta años, tu etapa de popularidad en tele?
– Trabajo en tele desde muy chico. Entonces estoy acostumbrado a la calle y eso pero como siempre fui de perfil muy bajo, todo bien. Al principio, me fui acostumbrando y después aprendí a vivirlo mejor. Lo vivo más tranquilo ahora que en aquél momento de cuando hacía “Socorro 5° Año”. Lo vivo más tranquilo porque yo estoy más tranquilo.
– Estás también con Poetas de Mascaró…
– Si. Tengo la dicha de estar trabajando con un grupo de actores superlativo como Elena Tasisto, Leonor Manso, Patricio Contreras, Awada e Ingrid. Estoy haciendo una especie de reemplazos primero de Contreras y después de Awada y ahora me queda lo último de octubre.  Es excelente la obra y para mi, estar en “Mascaró” y “Espectros” es como un solo proceso. El mismo proceso porque siempre está la busqueda de la identidad, de la verdad, siendo esta pasada, presente y futura de quién uno es. Tengo la suerte de vivir este proceso con Ingrid y después me encuentro con esta gente…una Leonor Manso o Elena Tasisto o los dos caballeros que te nombré, nada. Es el mismo proceso.
– ¿Cómo te pegó Mascaró?
– Mirá, fui al estreno sin saber que iba a terminar participando de la obra y no podía creerlo. El presenciarlo es como estar en una ceremonia más que una función de teatro. Después que fui a verlo, me llamaron y leí los textos. Una cosa es vivirlo como público y después es leerlo y conocer a estos poetas, algunos desaparecidos de la última dictadura. Además, tener al lado, de maestros a esta gente. Una palabra de Elena Tasisto te puede dejar rodando en la cabeza por mucho tiempo. Son como monstruos sagrados de la escena. Es una bendición poder participar de Mascaró.
“Espectros”. Centro Cultural de la Cooperación. Av Corrientes 1543. Viernes y Sábado,  23 hs.
“Los Poetas de Mascaró”, Centro Cultural de la Cooperación. Av Corrientes 1543. Sábado, 18 hs.

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