Si algo hacía falta en estos últimos tiempos, es volver a escuchar ese rock de garage, bien hecho e interpretado, con guitarras fuertes, voces en su justo registro y melodías que te pueden levantar el ánimo o sumergirte en una profunda introspección sin caer en la amargura. Ojo, no estamos hablando de la vuelta de los White Stripes (una lástima!) sino del nuevo disco de The Kills, la banda compuesta por el dúo de guitarras de Alisson Mosshart y Jamie Hince en el que es inevitable trazar un paralelo con la banda de Jack & Meg con una pizca de Garbage. Más aún con esa batería tan Meg con la que abre el disco en su primer tema, “Future starts slow”. No obstante, no son el lado B de los White Stripes. Similitud no implica copia, sino vease el caso de los Stones y los Faces o incluso de los Beatles y los Kinks.
Con el mencionado “Future starts slow” y “Satellite” (el corte de difusión) se abre el juego en un CD que cuenta con un muy buen arte de tapa, con dibujos realizados por ellos mismos salvo por la contratapa y la fotografía de tapa, realizada por Robert Knoke. Con un click, podes ver el video de «Satellite», una especie de road movie con Allison y James escapando en un descapotable después de comer en un restaurant o comprar algo en un supermercado
“Heart is a beating drum” le pone una sonrisa con un comienzo más electrónico para volver a sumergirse en las tinieblas de una guitarra poderosa y sucia y una letra sobre el nervio motor que mueve a los individuos. La crudeza vuelve con “Nail in my coffin” donde hay una visión fuerte de ese sentimiento en relación con otra persona. “No soy mejor que eso que sos vos (…)/Mi soledad no me deja nunca sola/ Cometí errores que no llevaría a casa/ Te amo pero no de la forma en que vos querés” son versos que salen de la voz de Alison
La breve y sensible “Wild charms” baja los decibeles del ritmo furioso con el que venía el disco en la voz de Jaime Hince, en una frecuencia un tanto lennoniana para después levantar el ritmo con la voz de Allison en “DNA”. En “Baby says”, el ritmo es más pop sin que esto implique que sea más “blando” sino, por el contrario, se logra una armonía de voces importante y que la guitarra siga siendo la guía de todo el disco. La sensualidad de la voz de Alisson es indudable. Logra ese mix de rock duro y sensibilidad femenina que todo logra con solo entonar una nota. En cambio, la alcurnia british de Jamie Hince convive con el rocker inglés que hay en él, más aún después de sus nupcias con la princesa fashion del charme y de los excesos que es Kate Moss.
“The last goodbye” es una balada de esas que te carcomen el alma en las que te enfrentas con la verdad de un fin inevitable y doloroso. Y después del dolor, lo que viene es esa furia tan bien reflejada por esos acordes de guitarra para “Damned if she do” para un excelente tema donde el coro con el que finaliza cada verso del estribillo te transporta a más de un lugar inimaginable mientras “ella vuelve a la vida cuando se está muriendo”.
El ritmo frenético no da respiro cuando empiezan a sonar los primeros acordes de “You don’t own the road” y su letra urbana de lo que se le debe a una noche de luces en la ciudad, un cielo triste y azúl con “la culpa interpretada por un violín por aquellos que nunca se interesan por cantar”.
Con “Pots and pans”, se cierra herméticamente el cofre con formato de CD en el cual Alisson y Jamie plasmaron sus visiones y pesadillas. Esta canción es un buen resumen de la idea del disco, de buenas melodías y riffs de calidad, con un clima ominosamente rockero y pesado, sin ser heavy pero de contundencia interpretativa.
Después de escuchar «Blood pressures» queda esa sensación de haber disfrutado de un muy buen disco. Ahí es cuando empieza a bajar lentamente esa gusto ante lo oído. Por esto mismo, no será nada raro que, pasado un rato, seguramente se desee volver a ponerlo en la PC o en el equipo de audio. Es lógico. Pero no solo volver a escucharlo sino también recomendarlo. No hay que ser egoísta cuando se está frente a un álbum de ésta calidad.