Habemus Padre
La dramaturgia va desde la sutileza hasta momentos de hondo dramatismo que, no obstante, hacen implosión logrando un efecto devastador y de alta calidad. Los diálogos son ricos en su contenido y en su ironía, con chicanas para todos los gustos y situaciones grotescamente reales. De esta manera, la situación de seudo justicia del deseo porque el padre pague por lo que hizo, termina desvirtuándose en un mix de egoísmo, venganza y miserias humanas “justificables” (porque todo se puede justificar en la sociedad de hoy en día, no?) . La creación de los personajes refleja ciertas conductas y valores muy arraigados y aceptados en la sociedad pero que son insostenibles a la hora de poner en práctica cuestiones referidas a la moral, la ética o el bien común.
El dibujo de los personajes y la forma en que son presentados permiten que el conocimiento de cada uno (asi como sus pesadillas) sean más fuertes a nivel dramático. Lo siniestro y lo tragicómico van de la mano en el desarrollo de la puesta que da lugar a pequeños respiros a través de sonrisas tensas y cómplices frente a lo presenciado. Todo esto se desarrolla en un dormitorio con una cama matrimonial en el centro lo cual no fue ubicada en vano en ese lugar ni mucho menos con carácter aleatorio. Es el monumento al matrimonio, la hipocresía y el mantenimiento de las buenas costumbres para un afuera y un adentro insostenibles. La música en vivo, interpretada por el cuarteto de cuerdas Edelweiss, otorga un tinte particular a la finalización de cada escena.
“Alemania” atrapa, interroga, inquiere y provoca pero desde la sutileza y la contundencia de sus palabras y sus actuaciones. Lo que se diría “teatro en estado puro”.