Vivir cuesta vida
Autoría: Mariana Silva Yrigoyen. Con Laila Duschatzky, Francisco Donovan y Martina Iglesias. Escenografía e Iluminación: Santiago Badillo. Vestuario: Gisela Mancuso. Asistencia de Vestuario: Carolina Boverini. Música y Diseño Sonoro: Patricia Casares. Fotografía en gráfica: Nacho Iasparra. Asistencia de Dirección: Florencia Zothner Ciatti. Dirección: Nacho Ciatti.
Espacio Callejón. Humahuaca 3759. CABA. Sábado, 22.30 hs.

La dramaturga peruana Mariana Silva Yrigoyen concibió un texto sólido que gira en torno a Sofía, una periodista reconocida. Inteligencia y prestigio al servicio de su desarrollo personal, en el marco de una sociedad competitiva que le exige el doble a las mujeres. Todo iba bien hasta que conoce a Daniel. Más allá de la historia de amor que puede darse entre ambos, es para destacar la forma en que se ve a dicha unión. Va desde los deseos hasta la deconstrucción de la palabra “pareja”. Los miedos y la capacidad de superar los mismos chocan con el “deber ser” que dicta la sociedad pero que apaña de acuerdo a quien lo lleva adelante. No es lo mismo si la acción es desarrollada por un hombre o una mujer. Ni hablar si hay hijos de por medio, un hogar o una carrera conjunta. Ese presencia que emana determinadas virtudes hacia un afuera deseoso de modelos exitosos y un papel digno de un tigre de papel puertas adentro.
Será esa dicotomía la que combina los peligros de la selva aludida en el título y la tan mentada seguridad civilizada de las urbes. Ambas, en tensa convivencia, dentro de nuestro propio ser. Ver lo que significa ese “salvajismo” que se plantea desde el título en relación directa con esas dudas propias que viven dentro de cada uno.
Para tal fin, Nacho Ciatti ideó una puesta tan austera como elocuente. Con una iluminación ubicada al ras del piso con diferentes colores, creó los distintos ambientes donde se desarrolla la historia de Sofia, Daniel y su hija. Podrá ser una selva, un departamento o ese espacio indeterminado donde se suceden los acontecimientos. Hete aquí un gran punto a tener en cuenta que es la creatividad a partir de los elementos con los que se desea trabajar. Para tal fin, Ciatti obvió la solución fácil (que no es siempre la mejor –diría en el 80% de los casos) de caer en la utilización de un video que explica lo que dice el texto. Por suerte, nada de esto ocurre y se hace algo tan simple como complicado como es el buen teatro.
En lo que actuaciones se refiere, Laila Duschatzky y Francisco Donovan desarrollan muy buenos trabajos. La primera es una Sofía por demás convincente tanto en sus fortalezas y sus debilidades. Es quien lleva el peso de la obra en tanto los interrogantes que se (nos) plantea desde su lugar. La cruzada que lleva adelante, tan simple como complicada, de vivir su propia vida como se le cante, sin someterse a comicio público. Por su parte, Donovan es un Daniel que puede ser Pedro, Agustín, Julián, Enrique o el que sea, en tanto los mandatos que lleva adelante, propio de una buena parte de hombres que viven al día de hoy. Esos que se vuelven potros sin galopar, con una dosis de “amor líquido” al decir de Bauman. Al respecto, estaría bueno que los espectadores masculinos se hagan algún replanteo tras lo visto sobre tablas y no se escapen por la tangente. Párrafo aparte para Martina Iglesias que lleva adelante una actuación llena de frescura y carisma, con una Clementina exacta.
Quizás, con algunos minutos menos, lograría una contundencia aún mayor, sin que se produzca ningún tipo de confusión respecto a la finalización de la puesta
“Lo salvaje” es una puesta de calidad, que pone la lupa en esos mandatos sociales que deben soportar las mujeres, en pleno siglo XXI. Pero lo hace con una historia que, a su vez, desenmascara diversas tretas y miedos que atraviesan relaciones cercanas a un laberinto tan grande que sigue sin resolverse.