Hipnosis, enredaderas, desastres (Teatro)

Hombres-niños

Sobre textos de Franco Granone. Dramaturgia, producción y dirección: Nacho Ciatti. Con Jose Escobar, Laila Duschatzky, Mauricio Minetti, Cecilia Blanco, Nacho Bozzolo y Paula Pichersky. Vestuario y máscaras: Luisa Bohorquez, Laila Duschatzky y Sebastian Perez. Escenografía e Iluminación: Santiago Badillo. Video: Francisco Iurcovich. Sonido: Matías Agustin Luzi Oyhand y Guido Ruggiero. Fotografía: Andras Calamandrei y Francisco Iurcovich. Ilustrador: Nacho Bozzolo. Asistente de producción y de dirección: Gabriel Noacco. Productor asociado: Roberto Malkassian.

El Portón de Sánchez. Sánchez de Bustamante 1034. Jueves, 22 hs.



Diversas circunstancias en la vida nos pone a prueba como individuos para hacer frente a las calamidades (o también acontecimientos felices) que implica el paso por este mundo. En este caso, Juan está devastado por su separación por lo que busca ayuda en Cornelio, su psiquiatra y amigo, con quien intentará el camino de la hipnosis para paliar el dolor de la situación.

La puesta en sí, cuenta con una muy buena cantidad de virtudes a tomar en cuenta. En primer lugar, destacamos la profundidad de un texto rico y dinámico, con varias aristas para reflexionar, como la situación de indefensión del protagonista ante un hecho desgraciado de la vida. Es esa indefensión y su incapacidad para “hacer” que lo hace extremadamente real y reconocible. Porque al “miedo escénico” de las decisiones a tomar en un momento determinado de la vida, Juan viene de un back up que no lo favorece. Creció de edad pero no interiormente, a través de los desafíos sorteados –o no- que implica vivir. O sea, se volvió potro sin galopar. De esta manera, radicará la búsqueda de reconocimiento y respeto en aquellos seres que deberíantener, para con él, este tipo de conductas…pero no la tienen. Por el contrario, ese pedido se contrapone con la burla y el menosprecio de quien busca y no encuentra.

Allí es donde resulta fundamental la actuación de José Escobar quien le da vida a Juan, en un trabajo excelente. Juan puede ser José, Daniel, Ignacio, Pedro, Luis, Anibal o cualquier hombre que se sienta pequeño, que pide ayuda al tiempo que se puede resistir a tal pedido. Pero ojo, también apelará a esas mujeres que dicen “no hay hombres” pero ¿hubo posibilidad de que hubiese tal, con una crianza “como la de cualquier otro”?. El amor solo no puede ser el único vínculo entre Juan y Alina o de Juan y su madre. Escobar vive y transita por las múltiples tonalidades con solvencia y credibilidad. Acaso, ¿quien no se sintió “solo en el mundo” alguna vez en la vida? Escobar es la cabeza de un elenco que le saca el jugo a cada uno de los momentos que le toca participar.

Otro gran mérito es la puesta. Con una especie de mueble de cocina amarillo que va y viene al centro del escenario, es notoria la forma en que éste es utilizado. Será un consultorio psicológico, el cuarto de Juan o la cocina donde se desarrolla la acción. Por eso, es fundamental contar con una iluminación creativa, que determine con exactitud cada uno de los lugares donde transcurren los hechos.
Finalmente, el colorido vestuario es creador de sentido en tanto cada uno de los actores lleva un color determinado de indumentaria. Juan será amarillo al igual que su cocina al tiempo que el resto del elenco transitará por otros colores pero siempre creando imágenes que trascienden la puesta en si. Ese gran mérito de tener un texto rico pero con imágenes oníricas y surrealistas, permiten que el espectador se aleje de la linealidad del relato para crear uno que le sea propio y con el cual se identifique –para bien o mal-. Aparecerán lobos, búhos, ciervos desde adentro de la alacena o se irá a través del tiempo, con todas las licencias que esto implica aunque con una poética y una sensibilidad que conmueve.

“Hipnosis, enredaderas, desastres” es atrapante por una buena cantidad de motivos que permiten la resignificación constante de lo ocurrido en tanto mix con la vida propia y sin caer en golpes bajos ni moralejas obvias. Recomendable para ver y debatir e incluso, volver a verla para captar algún detalle que haya quedado en el tintero.      

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