«Black Earth Rising»: Visibilizar el genocidio oculto.


Los genocidios y las historias que los circundan, siempre son material para llevar a la pantalla en distintos soportes. Documentales, series y especiales de televisión se encargan de “educar” y/o visibilizar respecto a la masacre ocurrida. Sin embargo, el caso del genocidio de Ruanda no ha tenido la repercusión que merece. Acontecido en 1994, la minoría tutsi sufrió entre 800.000 y 1.000.000 asesinatos entre el 7 de abril y el 15 de julio, por parte de la mayoría hutu.

 
Sobre todo lo mencionado y con un muy buen tino, se puede ver «Black Earth Rising» (Netflix). Sobreviviente de dicho genocidio, Kate Ashby es una joven mujer, tutsi de nacimiento e inglesa por adopción, trabaja como investigadora legal para un bufete especializado en derechos humanos. Su madre es una abogada británica de renombre que debe tomar un caso relacionado con la masacre de Ruanda en una corte internacional.
A partir de ese instante, Kate vive no solo el dolor de (intentar) recordar lo vivido en medio de la barbarie sino de intentar llevar justicia en medio de las relaciones internacionales que no siempre respetan el deber por encima de alianzas estratégicas.
Veamos. La serie (que tiene la precisa extensión de siete capítulos) pone sobre el tapete situaciones paradójicas. Tal es el caso de la acusación contra un militar que acabó con el conflicto pero que fue denunciado por crímenes de lesa humanidad. Además, se juega la defensa de la hermana de la presidenta de Ruanda, acusada del asesinato de un cura con la posibilidad de ser extraditada y juzgada en Francia.
 

Este thriller político-psicológico tiene un in crescendo en la tensión con diversos aditamentos que se van sumando. La identidad de Kate y su relación con su pasado, matizado por preguntas/complejos varios, el papel que jugaron los juzgados y desde que lugar se los juzga. Una cosa es que los juzgue el propio pueblo ruandés y otra, una corte internacional que estaba con un complejo de culpa atroz por haber hecho la gran “Poncio Pilatos” frente al exterminio. La no intervención de la ONU está directamente ligada al no deseo de la participación de EE.UU tras el fracaso de su intervención en Somalía. De ahí que la administración Clinton no quiera saber nada de volver a intervenir de África. El que Ruanda sea considerado un país “pobre” influyó en la no intervención en tanto y en cuanto no había nada a lo que se le pudiera pedir a cambio de “salvarlo”. El senador republicano (ex vicepresidente de George Bush y candidato presidencial) Bob Dole no tuvo empacho en decir “No creo que tengamos intereses nacionales allá”. De hecho, el desapego de los estadounidenses se ve en las palabras del embajador David Rawson al recordar que su mayordomo le suplicó “Por favor, venga a buscarnos. Estamos en un peligro muy grave” siendo finalmente asesinado junto con su esposa. Otro caso fue el de Joyce Leader, vicejefa de la embajada estadounidense, que vivía al lado de Agathe Uwilingiyimana, primera ministra de Ruanda que fue violada y asesinada y los diez soldados belgas asignados a su custodia, fueron torturados y ejecutados.
 
La noción de justicia, la importancia de los derechos humanos y la hipocresía de las grandes potencias son puestas bajo la lupa siempre en relación con los intereses que atraviesen. De más está decir para donde se inclina la balanza entre los derechos humanos y las relaciones político-económicas.
Por otra parte, es muy interesante el análisis de la película desde el Derecho Internacional y la legislación que se refiere a los crímenes contra la humanidad y genocidio, con todo lo que cuesta insertar esta palabra para describir las atrocidades llevadas a cabo.
 
Las actuaciones son un punto a destacar. Michaela Cole le brinda pasión y valentía a una Kate Ashby atormentada, que es un huracán de preguntas y dudas que la atraviesan como fantasmas que son muy difíciles de clarificar. Su contraparte/amigo/mentor es Michael Ennis, que es llevado adelante por el reconocido John Goodman. Ennis es quien balancea y pone en jaque a Kate en varios aspectos pero también será modificado por el accionar de la joven.
 
Con la cantidad justa de episodios y un desarrollo por demás dinámico, “Black Earth Rising” es una serie que tiene todo lo necesario no solo para captar la atención de los espectadores sino para dar a conocer el genocidio de Ruanda. El que fue ninguneado por esas grandes potencias que se vanaglorian de luchar por la democracia y los derechos humanos pero vuelven miopes frente a países en los que no hay tantos intereses en juego, salvo el de las vidas humanas….
 
Ficha técnica:
 
Título original: Black Earth Rising. Guión y Dirección: Hugo Blick. Con Michaela Coel, John Goodman, Jonathan Burteaux, Aure Atika, Abena Ayivor, Richard Dixon, Emmanuel Berthelot, Martin Bassindale, Corrinne Bougaard, Malou Coindreau, Noma Dumezweni. Música: Martin Phipps. Fotografía: Hubert Taczanowski. Año: 2018. Duración: 60 min. País: Reino Unido. Productora: Drama Republic, BBC. Distribuidora: Netflix.




Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Translate »
Scroll al inicio