Capa cómica con una trayectoria amplísima, retorna al teatro con un drama, “Este el día de visita” al tiempo que graba “Un año para recordar” en televisión. La gran Edda Díaz le cuenta al Caleidoscopio, su aventura de hacer un drama y repasa su carrera.
– Si, para quince diarios del interior. Era un suplemento que se hacía en Buenos Aires. Trabajé ahí dos años….
– ¿Cómo periodista?
– No, como escritora. Yo tenía mis columnas, dos para ser exactos. Como en toda revista de humor, cubrís un poco de todo, lo que se te ocurra. De pronto hacía el horóscopo con el nombre de Sara Tustra. Jajajaja. Me ponían como slogan en el diario del interior, “La petisa no se achica”, jajajaja. El diario se hacía y lo mandaban al Chaco, Rosario, Córdoba, Bahía y Mendoza.
– ¿Siempre hizo humor, no?
– Si, el humor es mi marca registrada si bien me preparé para todo, aunque enfocada en lo dramático. Como el humor no es una moneda tan corriente sino que algunos elegidos lo tenemos. Sobre todo, la facultad de hacer, de producir humor. Me ha ido muy bien. El humor me ha acompañado y me sale pero ahora también, con este drama, he demostrado que también puedo hacerlo.
– Cuenteme un poquito como hizo para llegar a “Este es el dia de visita”.
– Esta escritora, Silvia Uber, tiene el punto de contacto conmigo, que yo soy escritora y autora. Estoy en Argentores como socia activa. Estas son cosas que el público no sabe porque la actriz tapa todo. Tengo muchísimas amigas artistas y escritoras. Conozco esa fauna también. Tengo varias vocaciones e identidades, tal como le pasa a cualquier humorista o actriz inquieta que conoce todo tipo de gente y va sacando radiografías muy rápidas. Esta pieza me la ofrece un chico al cual no conocía que se llama Britez. Me llama y me dice que es productor ejecutivo y que le gustaría que hiciera el personaje. Le dije que se viniera porque no lo conocía. Me cayó muy bien. Me habló del director y me trajo el texto. Cuando lo leí, me apasionó y sin haber visto nada del director, solo a ponchazo e intuición –tal como siempre me he movido en mi vida-, dije que si. Me llevo mucho por la intuición y la verdad es que estoy contentisima con Britez y el director, Zacco, que es muy riguroso y mis compañeros que son maravillosos.
– Y Silvia, el personaje?
– Es un sueño para hacer. Al principio de la nota, te había dicho que ya había hecho otras locas. De hecho, psicopatas, el Jorobadito de Arlt y “Salir del pozo”, de Sula, una psicópata terrible con un miedo atroz a que la familia se muera por la crisis económica del pais aunque ella los mata a todos sin darse cuenta. En esta obra, esta loca que termina muriendo, una escritora muy inteligente que no es una psicópata sino una neurótica que tiene culpa. Se siente culpable y eso que tiene mucha bondad en su corazón y muy noble. Me interesaba mostrarle al público como se va rompiendo la muñeca porque ella entra con toda su lucidez e inteligencia, como desafiante aunque lo que busca es un editor. Fue a este nosocomio público porque su situación económica es mala y no quiere morirse sin que su obra quede sin conocerse. El público la ve muy entera, muy elegante, dentro de sus posibilidades pero conservando una postura y como se le va desarmando al tiempo que cumple su palabra de morir ante la llegada de las visitas.
– Usted me contaba que ya había hecho a otras locas..
– Incluso una película en la que la loca se muere de demencia senil pero también ya estaba demente de cuando empieza la película.
– Y cual es la particularidad de esta demente en relación con las otras?
– Bueno, las etiquetas. Su sexualidad es distinta ya que es lesbiana. No es promiscua. Ha tenido una relación que ha sido “LA” relación y también tuvo otra con un hombre aunque esta fue solo para mantener las apariencias, forzada por las circunstancias. Es un personaje que tiene una soledad tremenda. Con una madre que la ha rechazado mucho porque la culpa de no haber podido realizar su carrera por su nacimiento y un padre ausente. Tiene una lucidez tan grande que desde chica que se ve divida en dos, lo cual es también interpretado por dos actores. Se ve como escindida.
– ¿Cómo ve que el público recibe esta faceta, quizás, no tan conocida?
– Con toda naturalidad. Muy atrapados pero ya lo sabía porque en cine había hecho dos papeles muy fuertes al respecto. La gente respondía al respecto y los que me conocen de chica, siempre supieron esto. Cuando venían a verme en mis unipersonales, siempre había un toque de ternura que estaba orillando. Había criticas que decían “el día que nos animemos a dejar salir a la trágica…..”. Un día dije que no salió porque yo no me lo había permitido hasta que Vera Fogwill me llamó para “Las mantenidas sin sueño”. Igual en teatro ya lo había hecho como en “El jorobadito” o “Encantada de conocerlo”. Lo que si es la primera vez que me toca hacer a una sexualidad diferente. En “El jorobadito” había hecho personas rechazadas. No tenían sexualidad pero eran rechazadas, en una puesta muy cuidadosa porque yo hacía de un pibe, un muchachito. Era muy cuidado todo.
– Si le pregunto por “Un año para recordar”
– Estoy chocha con la tira. Fue un trato maravilloso. Jamás había trabajado con esta empresa. Llegué al piso y me encontré con el director que era el chico Luppi. No me tocó estar con él en los exteriores y Luppi había sido mi pareja de actuación hace unos cuantos años. “Un año para recordar” es una experiencia maravillosa. Hacía un buen tiempo que no estaba haciendo televisión y el año pasado hice esa maravilla de “Impostores” en el capítulo de Rosa, con el cantante italiano Nicola Di Bari, que termina con la historia de amor de dos adultos. Hay chicos de 18 años que me dijeron que me conocen de “Impostores”, que no me habían visto actuar nunca. Que a partir de ahí, me encontraron en mi página y llegaron hasta Adela. Yo les digo que se dejen de joder y me vengan a ver al teatro! Jajajajajajajajaja. Adela y Silvia no pueden ser más distintas.
– Es la antítesis.
– Adela es una señora simple, una chusma de barrio. Es una burbujita…es como la de acá al lado. Me acuerdo que una vez mis chicos habían dado cine aca arriba y pusieron una lona para que no se vea, para tapar la luz. Entonces me tocó el timbre y me dijo “Tus chicos, que están haciendo? Que saquen eso”. Le expliqué que era por la luz y para que no se viera. “Justamente! Yo lo que quiero es ver!” jajajajjajajajaja. Uno aprende mirando a la gente y sus cosas. Otra vez, viene otra vecina y me dice “Che, tenés que arreglar el cable. Se ve mal la imagen”. Yo no le doy mucha bola a eso por lo que no tenía ni idea. “Pero a vos que te molesta si yo veo bien o mal la tele y el cable?” le pregunté. “Porque yo estoy colgada de tu cable y no veo nada”, jajajajjajajajajjaaja. Esas cosas pasan en este barrio, donde conviven tres diferentes clases sociales. Para mi, es fantástico. Es la vida misma y como soy muy curiosa, siempre estoy observando estos comportamientos y costumbres. Con mi esposo estamos viviendo los dos aca, tranquilos, en un barrio con mucha vida.
Intermedio: A pesar del frío de Buenos Aires, la calidez de Edda Díaz todo lo puede. Nos recibe con una sonrisa en su casa y con un café por demás oportuno. La nota empieza con anécdotas y recuerdos en los que las preguntas son simples orientadoras de la conversación. Edda es una referente del humor argentino. Respetada por su profesionalidad, talento y buena predisposición, es generosa para reconocer los méritos de sus colegas.
– Cómo ve el humor hoy por hoy?
– Lo veo muy arriba. El humor es lo más inteligente que puede producir el ser humano. Tenemos grandes humoristas. Yo lo veo estupendo, gozando de muy buena salud. De hecho, los humoristas argentinos son muy respetados al igual que los actores. Creo que tener este crisol de razas ayuda al humor en su diversidad. Ayer decía en una entrevista que somos todos mestizos. Este mestizaje ha dado que tengamos todo tipo de humor, de todos los colores. Me fascina el humor blanco. Curiosamente, admiramos a muchos humoristas extranjeros con características bien disímiles. Woody Allen triunfó aca a la par que en Estados Unidos y la generación de judíos neoyorquinos brillantes, metieron la pata aquí también. Yo estoy muy orgullosa de nuestra cabeza. Cada humorista sabe que le va a mostrar a su público. El humor es algo que sale de tu inteligencia. Va derecho a la inteligencia de la persona. No todo el público está preparado para un humor sutil, de matices por eso hay tantos humores. Lo que es vulgar, no lo llamo humor
– ¿Qué le hace reir?
– Aparte de mis colegas, las situaciones cotidianas. A veces, discuto con mi marido y me enojo pero me pasa como si me viese desde afuera y digo “Ay, perdón”. Él se enojaba al principio pero es la posibilidad de ver el absurdo de la situación. Que la situación es ridícula pero si me doy cuenta que apareció la luz del humor y me dice “esto es absurdo, es ridículo”. También me hace reir la ternura. Muchas cosas, como lo imprevisto. Mi hermana es un personaje que me hace reir mucho. Una vez, estaba buscando las medias y no se acordaba donde estaban. Una de las hijas fue y le dijo “A ver, mamá”, le abrió la heladera y allí estaban. Son esas cosas que me despanzurran y no son cosas que el otro las hace para que te rias. El personaje es asi. Los distraídos son fuente de mucha risa.
– ¿Mujer humorista?
– Hay muchas. Me causa mucha gracia Noralih Gago, Liliana Pécora, Mónica Cabrera. Otra es Laura Oliva. En “Un año para recordar” hay muchísimas, como Laura Cymer. Hay un montón de gente…no se si son humoristas. Algunos si, otros serán cómicos o actores y son muy eficaces. La gente en la calle me causa mucha gracia. Los niños son muy graciosos. Son muy espontáneos. Para mi, el humor es algo que tiene que ver con el espíritu.
– Quitar no me quitó nada. Me dio mucho. Soy una persona muy agradecida. Tener una vocación es un regalo que no me cansaré nunca de apreciar. Tuve una madre muy exigente, que hizo que me tomara las cosas en serio. Su refrán era “si no vas a terminar las cosas, no las empieces”. Esto era mucho rigor para una artista. Después tuve la suerte de que me tocaran tiempos donde la educación era muy rigurosa. Que el maestro no tenía que repetir dos veces las cosas y había que cumplir con todo. Yo lo viví asi. Teníamos una disciplina militar en la Escuela de Arte Escénico. No hay nada más lejos de lo “militar” que yo, a nivel espiritual pero a mi parte artística, esa puntualidad vino muy bien. Se empieza a las 6 y era a las 6, sino tenías ausente. Ese tipo de cosas me vino muy bien e hicieron mi formación. Creo que los argentinos somos gente maravillosa pero con una tendencia a perdonarnos todo. “Bueno, ya está”, “Después vemos”. El haber tenido esa exigencia y haberla aceptado (podría haberme rebelado pero había una parte mia que me decía que esto viene bien), me hizo mucho bien. Recuerdo que, de chica, había oído que Hernán Cortés había “quemado las naves”. Yo tenía muy en claro que quería ganarme la vida con mi carrera. Empezaban las clases en el Magisterio (yo era maestra. Me había recibido con muy buen promedio y trabajaba todo el año –con lo cual trabajaba y estudiaba), me llaman del Teatro Odeón, de una compañía súper profesional, que terminó siendo mi debut. Me ofrecen ganar más que como maestra y miré a mí alrededor y vi cuantos actores, que eran maestros, que no se animaban a dejar el Magisterio y dejaban personajes y obras. Al día siguiente, fui y renuncié. Quemé las naves. Mi mamá me dijo de todo! Me dijo “vanidosa” por el hecho de querer desafiar así al destino. Pero se que es cuestión de proponerse las cosas. También ayuda la suerte pero también hay un rigor profesional impresionante en mi, que es más fuerte que yo.
– Si por la escalera de su casa, entrase la Edda Diaz que renunciaba al Magisterio, que le diría?
– Te felicito. Que intuitiva. No dejes nunca de escuchar a tu intuición. A lo largo de mi vida, hice un montón de cosas que, para la opinión de los demás, eran autenticas locuras. Aprendí que la única persona que podía opinar era yo. Me costó mucho porque a la gente le encanta meterse a opinar. Con mi marido le decimos “opinólogos”. Cuando formamos nuestra pareja, se formó una gran cantidad de opinólogos, de un lado y del otro, para decir que era una locura, “qué necesidad de hacer esto?” y decidimos que no nos importaba lo que dijesen. Una vez me dijeron que Mirtha tiene una frase que es genial, “yo no soy moneda de oro para que todo el mundo me quiera”. Es imposible que todos estén de acuerdo. Entonces, mejor hacer lo que considera uno que tiene que hacer. El hacer este drama no se lo pregunté a nadie. Lo hablamos con mi esposo y lo decidimos nosotros porque si consultabamos me iban a decir “¿con que necesidad? ¿Para que te vas a arriesgar?”. Por la simple razón que el riesgo nos hace sentir que estamos vivos.
“Este es el día de visita”. Teatro La Tertulia. Gallo 826. Viernes, 20.30 hs.