Te vas a ir, vas a salir.
Dramaturgia: Juan Ignacio Fernández. Con Matías Corradino, Keila Fainstein, Manuela Iseas, Santiago Kuster, Sabrina Marcantonio y Florencia Zothner Ciatti. Músicos: Francisco Casares y Patricia Casares. Diseño de vestuario y de escenografía: Laura Poletti. Producción musical: Francisco Casares. Realización escenográfica: Victoria Chacón y Laura Poletti. Realización de vestuario: Nazareth Dib. Música original y dirección musical: Patricia Casares. Letras de canciones: Patricia Casares y Juan Ignacio Fernández. Diseño De Iluminación: Ricardo Sica. Diseño gráfico: Mechi Ruggiero. Entrenamiento corporal: Pablo Castronovo. Entrenamiento vocal: Sofía Agüero. Asistencia de dirección: Cintia Zaccolo. Producción ejecutiva: Valeria Di Toto. Colaboración en Sonido: Gabriel Busso. Coreografía: Pablo Castronovo. Duración: 60 minutos. Dirección: Cecilia Meijide.
Ítaca Complejo Teatral. Humahuaca 4027. Sábados, 16 hs.
Siempre hay una chance, una vuelta de tuerca más para realizar en torno a los clásicos y, en ocasiones, enriquecerlo a través de diversos planteos. Algo de esto ocurre con “Alicia confusión” que, desde su mismo título, no solo retoma a la reconocida novela de Lewis Carroll sino que abre el juego hacia otras latitudes.
Desde el mismo uso de la palabra “confusión” en el título, hay fuerte una toma de posición. No cualquiera usa un término que no goza, mayormente, de «buena prensa», pero aquí, se lo revisita. Será la misma Alicia la que pone de manifiesto su condición de “confundida” apenas iniciada la puesta. Se presenta y verbaliza todo lo que le ocurre. Lo que vive y siente, sin temor alguno. Más aún cuando hay que obedecer pautas y normas que brillan por un sentido tan profundo como el de una pileta vacía.
Este será el puntapié inicial para una puesta creativa, apta para grandes y chicos en tanto la manera en que se ubica en un presente de efervescente actualidad, sin perder la frescura de su propuesta original. Hete aquí el gran mérito del texto creado por Juan Ignacio Fernández. La confusión de Alicia deriva en preguntas tan simples como poderosas en relación a los cambios y deseos de una persona a partir de su propio anhelo. La construcción de sentido impacta en lo que a identidades se refiere. La simple afirmación/pregunta de “¿soy lo que quiero ser?”, de por sí poderosa, se expande a una coyuntura atravesada por las reivindicaciones de género y derechos de, por ejemplo, los colectivos LGBTQ+. Por esto mismo, la presentación de cada uno de los personajes y el dialogo que entabla con Alicia se resignifica en tanto cada uno tiene una historia con la cual lidiar. Es más, la propia Reina, desde su propia presencia, es un incógnita en sí misma, amén de su mundo de reglas.
Esos interrogantes de “¿por qué?” tal cosa -propio de los niños-, terminan instalándose como espadas de Damocles sobre quienes viven lejos de su propia voluntad. Tal es el caso de la Oruga que quiere ser Mariposa. El “querer” y la relación con el entorno, la mirada externa y el “¿qué dirán?” empiezan a jugar su partida frente a una platea que no duda en romper la cuarta pared para participar y manifestarse sobre lo que ocurre sobre tablas. Será en ese preciso instante en que se produce esa comunión única entre público y artistas, todo bajo la atenta mirada de los adultos presentes que, de alguna manera, reciben las esquirlas deconstructivas de aquellos paradigmas que atrasan años.
La escenografía móvil y funcional permite un desarrollo aceitado y dinámico en tanto el devenir de las acciones. La música es parte fundamental, sobre todo en el final, constituyendo un aspecto relevante de lo que podría ser una comedia musical aunque no respetaría todos sus lineamientos. El elenco es el fiel reflejo del axioma acerca de que es “más importante el todo que la suma de las partes”, con actuaciones acordes a lo requerido por la precisa dirección de la reconocida Cecilia Meijide.
Termina la función con un fuerte aplauso. La fiesta que propone “Alicia Confusión” es completa. Solo queda la recomendación acerca de lo que se acaba de ver. No solo es una puesta de calidad; también llama a la reflexión y replanteo de ciertas creencias que deben dejar paso a aires de libertad para las personas en tanto deseos y anhelos, sin condicionamientos externos, que responden a prejuicios naturalizados de variada índole.