Músico ecléctico y ciudadano del mundo, presenta “¡C’est moi!” el primer disco en vivo de su carrera. Géneros variados y una impronta propia atravesada por multiplicidad de idiomas atraviesan su canto. Brian Chambouleyron habla de su personalísimo estilo para interpretar clásicos de la música, la influencia de la pandemia y los músicos que lo han influido, como Astor Piazzolla.
-Brian, contame sobre la próxima edición de tu disco “¡C’est moi!”
-Fue una historia muy singular. Este registro no nació para ser disco sino para ser soporte sonoro a una tanda de videoclips, que quedaron muy lindos y están rodando en You Tube. Tiempo después, escuchando el audio completo de ese concierto, me di cuenta que tenía una gran calidad. Funcionaba muy bien como obra independiente y que, por lo tanto, daba para ser editado como un disco nuevo. Nos pusimos a trabajar junto a Martin Telechanski, quien estuvo a cargo de la grabación y el mastering. Aquí está el resultado. ¡Es el primer disco en vivo de mi carrera!
-¿Cómo fue el abordaje de los clásicos que elegiste, desde un lugar “diferente”?
– Siempre me gusta aportar algo a lo que hago. Me considero básicamente un intérprete, una especie en vías de extinción. El aporte del intérprete es darle una nueva vida a la canción, superar o contribuir con una nueva visión en la interpretación. En este disco trabajo mucho con algunas obras muy consagradas pero siempre me doy el tiempo necesario para encontrarle una vuelta personal. Siempre lo que se escucha son versiones, probadas, sopesadas y sobre todo, muy sentidas.
– ¿Qué fue más complicado, la selección de los temas o los arreglos de los mismos?
-La selección es un proceso indoloro, digamos. Mayormente las canciones vienen a mí. Es decir, ¡me eligen ellas! Llegan casi siempre de un modo azaroso, pero inmediatamente me doy cuenta que resuenan en mí y que son posibles candidatas para formar parte de mi repertorio. Lo complicado es después, el proceso de arreglar o versionar. Esto puede llevarme semanas o meses. Toco la canción mil veces, casi obsesivamente, hasta encontrar el punto en el que me doy cuenta que ya está madura, Esto puede llevar mucho tiempo…
– ¿Con qué tema trabajaste más los arreglos?
– Mirá, por ejemplo, el tema “No te apures, Carablanca” me llevó meses hasta encontrarle el punto, el ritmo adecuado y también poder tocarlo y cantarlo al mismo tiempo. A veces, es complicado. ¡Inclusive, algunas veces he naufragado! Otro tema que tiene bastante trabajo detrás es “Barcelone”.
– ¿Cómo fue el trabajo con respecto al idioma?
-Los idiomas han ido apareciendo escalonadamente en mi vida. El primer idioma fue el francés, aquel de mi nacimiento, claro. Luego en casa se hablaba español. Más tarde llegó el portugués en mis años de vivir en Brasil. Finalmente, con la llegada de Francesca, mi esposa italiana, vino su idioma, el cual estoy hablando bastante en el presente. Por lo tanto, no me resulta un desafío demasiado inabordable animarme a cantar en varios idiomas. Esto se fue dando también de modo natural. Fui incorporando canciones en lenguas latinas de a poco en todos mis discos y espectáculos. Hoy ya no puedo cantar en un solo idioma.
– Se nota un clima, una atmósfera de banda en el disco. ¿Cómo fue lograr esta química?
-Quienes me acompañan son músicos buenísimos; tanto el Mono Hurtado (contrabajo), como Gabriel Spiller (batería) y Roger Helou (piano) tienen una sensibilidad muy afín a la mía. Congeniamos muy bien tanto en la escena como en la vida. A esta altura puedo decir que son mis amigos. Esto, claro, se aprecia arriba de la escena y en el sonido que se genera. Es un aspecto esencial en el resultado de este registro en vivo. Se nota que nos estamos divirtiendo y eso transmite una energía contagiosa.
-Fue una historia muy singular. Este registro no nació para ser disco sino para ser soporte sonoro a una tanda de videoclips, que quedaron muy lindos y están rodando en You Tube. Tiempo después, escuchando el audio completo de ese concierto, me di cuenta que tenía una gran calidad. Funcionaba muy bien como obra independiente y que, por lo tanto, daba para ser editado como un disco nuevo. Nos pusimos a trabajar junto a Martin Telechanski, quien estuvo a cargo de la grabación y el mastering. Aquí está el resultado. ¡Es el primer disco en vivo de mi carrera!
– Siempre me gusta aportar algo a lo que hago. Me considero básicamente un intérprete, una especie en vías de extinción. El aporte del intérprete es darle una nueva vida a la canción, superar o contribuir con una nueva visión en la interpretación. En este disco trabajo mucho con algunas obras muy consagradas pero siempre me doy el tiempo necesario para encontrarle una vuelta personal. Siempre lo que se escucha son versiones, probadas, sopesadas y sobre todo, muy sentidas.
-La selección es un proceso indoloro, digamos. Mayormente las canciones vienen a mí. Es decir, ¡me eligen ellas! Llegan casi siempre de un modo azaroso, pero inmediatamente me doy cuenta que resuenan en mí y que son posibles candidatas para formar parte de mi repertorio. Lo complicado es después, el proceso de arreglar o versionar. Esto puede llevarme semanas o meses. Toco la canción mil veces, casi obsesivamente, hasta encontrar el punto en el que me doy cuenta que ya está madura, Esto puede llevar mucho tiempo…
– Mirá, por ejemplo, el tema “No te apures, Carablanca” me llevó meses hasta encontrarle el punto, el ritmo adecuado y también poder tocarlo y cantarlo al mismo tiempo. A veces, es complicado. ¡Inclusive, algunas veces he naufragado! Otro tema que tiene bastante trabajo detrás es “Barcelone”.
-Los idiomas han ido apareciendo escalonadamente en mi vida. El primer idioma fue el francés, aquel de mi nacimiento, claro. Luego en casa se hablaba español. Más tarde llegó el portugués en mis años de vivir en Brasil. Finalmente, con la llegada de Francesca, mi esposa italiana, vino su idioma, el cual estoy hablando bastante en el presente. Por lo tanto, no me resulta un desafío demasiado inabordable animarme a cantar en varios idiomas. Esto se fue dando también de modo natural. Fui incorporando canciones en lenguas latinas de a poco en todos mis discos y espectáculos. Hoy ya no puedo cantar en un solo idioma.
-Quienes me acompañan son músicos buenísimos; tanto el Mono Hurtado (contrabajo), como Gabriel Spiller (batería) y Roger Helou (piano) tienen una sensibilidad muy afín a la mía. Congeniamos muy bien tanto en la escena como en la vida. A esta altura puedo decir que son mis amigos. Esto, claro, se aprecia arriba de la escena y en el sonido que se genera. Es un aspecto esencial en el resultado de este registro en vivo. Se nota que nos estamos divirtiendo y eso transmite una energía contagiosa.
Después del covid
– ¿En qué momento de tu carrera te encontrás?
– ¡El mejor!
– ¿De qué manera viviste/vivís la pandemia?
– Tuve que reciclarme, que recalcular. De entrada, me hizo bien esto de que parara el mundo. Estábamos todos igual y reinaba un estado general entre la calma, la desesperación y la sorpresa. Por suerte pude quedarme tranquilo en los meses más bravos y esto obró como un bálsamo. Todo se detuvo al mismo instante. Bajé unos cuantos cambios y pude reencontrarme con muchas cosas en la tranquilidad del hogar. La vida en familia me ayudó muchísimo. Estoy muy agradecido por esto, porque la historia podría haber tomado un rumbo muy diferente. Retomé proyectos, energías y nacieron muchas cosas nuevas.
– ¿Cómo influyó en tu trabajo artístico? ¿Estuviste grabando?
– Sí. Grabé y toqué más que nunca. El hecho de saber que el mundo se había detenido creó un silencio propicio para realizar bastantes cosas.
– ¿Hiciste presentaciones por streaming? ¿Qué opinás de su uso?
– Nunca me llevé muy bien con la virtualidad ni con los estudios de grabación. Son situaciones en donde se supone que uno tiene controladas las variables. Pero falta algo fundamental: la energía del público. Esta energía hace que se cierre el círculo y que todo cobre sentido. Al menos, esa es mi manera de sentir la presentación de un músico, una performance. Sin público que me escuche, me siento muy raro. Fijate que es bastante paradójico que ¡recién ahora haga mi primer disco en vivo!
– ¡El mejor!
– Tuve que reciclarme, que recalcular. De entrada, me hizo bien esto de que parara el mundo. Estábamos todos igual y reinaba un estado general entre la calma, la desesperación y la sorpresa. Por suerte pude quedarme tranquilo en los meses más bravos y esto obró como un bálsamo. Todo se detuvo al mismo instante. Bajé unos cuantos cambios y pude reencontrarme con muchas cosas en la tranquilidad del hogar. La vida en familia me ayudó muchísimo. Estoy muy agradecido por esto, porque la historia podría haber tomado un rumbo muy diferente. Retomé proyectos, energías y nacieron muchas cosas nuevas.
– Sí. Grabé y toqué más que nunca. El hecho de saber que el mundo se había detenido creó un silencio propicio para realizar bastantes cosas.
– Nunca me llevé muy bien con la virtualidad ni con los estudios de grabación. Son situaciones en donde se supone que uno tiene controladas las variables. Pero falta algo fundamental: la energía del público. Esta energía hace que se cierre el círculo y que todo cobre sentido. Al menos, esa es mi manera de sentir la presentación de un músico, una performance. Sin público que me escuche, me siento muy raro. Fijate que es bastante paradójico que ¡recién ahora haga mi primer disco en vivo!
Música y redes sociales
– ¿Cómo ves esa línea delgada que separa la “autenticidad” de un artista al seguir haciendo la misma canción a través de los años?
-Una canción nunca es la misma en escenarios diferentes y con un público que va cambiando. Hay algo también del oficio de cantor. Ese que te lleva simplemente a elegir un rumbo y seguir defendiendo tu espacio de trabajo. Muchas veces, y esto me sucede a menudo, el público quiere oir algo con lo que te referencia y así te lo pide y hace saber. Aquí hay que negociar un poco sin caer, sin reducirte a ser un fantoche vacío de sentido. En mi caso, las canciones van y vienen. Siempre se van reciclando un poco y tomando renovado sentido de acuerdo al momento. Siempre incorporo temas nuevos que se van sumando a esta familia que es mi repertorio. Pero finalmente, podría decir que la música es el pretexto para crear ese momento único de comunión con una audiencia. Echo mano a todos mis recursos para que esto suceda. Si no sucede, he fracasado y lo intentaré la siguiente vez.
– ¿Crees que al día de hoy interesa más la música que las letras?
– Sí, salvo honrosas excepciones, encuentro bastante pobreza en la parte letrística. Vivimos inmersos en una cultura de masas, de mercado. Una oferta machacona y muy cliché. Al mismo tiempo siempre existen creadores exquisitos que saben traducir el alma, el espíritu de una época.
– Hoy en día, para el juglar, el cantautor, ¿es más importante presentarse en vivo o tener una buena comunicación en las redes sociales? Al respecto te pregunto sobre la influencia de las redes sociales en la difusión del material del artista.
– Bueno, la aparición del internet y luego el boom de las redes sociales, nos cambió la vida. La lógica cambió completamente. Ahora tenés que estar en un constante juego de promoción. Nada te valida, salvo un trabajo sostenido de presencia mediática. Esto si querés entrar en el juego, claro. También te podés marginar de la maquinola y ser feliz de todos modos. Yo juego un poco a medias. A veces aprieto más el acelerador y me entrego a este juego obsceno de la exposición (y hasta lo disfruto, ojo) y en otras ocasiones, me recluyo y dejo pasar la corriente a mi lado en una actitud algo más profiláctica, admito. En fin, también depende de lo que estés haciendo. Si se viene una fecha importante, ¡hay que sacar pecho y estar en el candelero!
-Una canción nunca es la misma en escenarios diferentes y con un público que va cambiando. Hay algo también del oficio de cantor. Ese que te lleva simplemente a elegir un rumbo y seguir defendiendo tu espacio de trabajo. Muchas veces, y esto me sucede a menudo, el público quiere oir algo con lo que te referencia y así te lo pide y hace saber. Aquí hay que negociar un poco sin caer, sin reducirte a ser un fantoche vacío de sentido. En mi caso, las canciones van y vienen. Siempre se van reciclando un poco y tomando renovado sentido de acuerdo al momento. Siempre incorporo temas nuevos que se van sumando a esta familia que es mi repertorio. Pero finalmente, podría decir que la música es el pretexto para crear ese momento único de comunión con una audiencia. Echo mano a todos mis recursos para que esto suceda. Si no sucede, he fracasado y lo intentaré la siguiente vez.
– Sí, salvo honrosas excepciones, encuentro bastante pobreza en la parte letrística. Vivimos inmersos en una cultura de masas, de mercado. Una oferta machacona y muy cliché. Al mismo tiempo siempre existen creadores exquisitos que saben traducir el alma, el espíritu de una época.
– Bueno, la aparición del internet y luego el boom de las redes sociales, nos cambió la vida. La lógica cambió completamente. Ahora tenés que estar en un constante juego de promoción. Nada te valida, salvo un trabajo sostenido de presencia mediática. Esto si querés entrar en el juego, claro. También te podés marginar de la maquinola y ser feliz de todos modos. Yo juego un poco a medias. A veces aprieto más el acelerador y me entrego a este juego obsceno de la exposición (y hasta lo disfruto, ojo) y en otras ocasiones, me recluyo y dejo pasar la corriente a mi lado en una actitud algo más profiláctica, admito. En fin, también depende de lo que estés haciendo. Si se viene una fecha importante, ¡hay que sacar pecho y estar en el candelero!
La vida de Brian
– ¿Cómo y cuándo entró la música en tu vida?
– Siempre me consideré músico. Desde mi más tierna infancia tocaba, cantaba y mi mayor interés estaba puesto en esto.
– Joao Gilberto, Leo Masliah, Portillo de la Luz, Bill Evans, Gardel, Edmundo Rivero, Elis Regina, Anibal Troilo, Pedro Infante, Cole Porter, Los Beatles. En fin, ¡son muchos!
– Absolutamente. Siento que vengo del tango y del folclore. Mi mayor proyección artística se dio de la mano del tango, con el espectáculo “Glorias Porteñas” que me permitió iniciar una carrera solista, a partir de este género y la música popular argentina. Folclore toqué toda mi vida.
– Piazzolla es un músico enorme. Para mí es un compositor que está a caballo entre la música clásica y popular. Una suerte de Gershwin criollo. Es, sin duda un estilo absolutamente personal y reconocible. Por lejos, el músico argentino con más repercusión en el mundo y se toca en todos lados. Su música solo pudo haber nacido en Buenos Aires pero, eso sí, no sabría si definirlo como tango…
– Ambos padres argentinos, estudiantes en París que un día quisieron regresar a su terruño… ¡y allá fui yo! Mi abuelo me bautizó “el pibe valija”.
Lo que vendrá
– ¿Cuáles son tus próximos planes?
– Se viene la fecha del Jueves 24 de marzo en Hasta Trilce, con todo el repertorio de mi último disco, “C’est moi”. Una fecha muy importante para mí, ya que será la última antes de mi partida a Europa donde voy a iniciar la tournée 2022. ¡Estaré allá por ocho meses!
-Si Brian Chambouleyron no era músico, ¿qué hubiera sido de su vida?
– Creo que maestro. La docencia es algo que siempre disfruté mucho aún en mi profesión actual. Me encanta acompañar procesos.
– Tienes un formulario delante de ti y te pregunta por tu “profesión”. ¿Qué respondes?
– ¡Artista, sin dudarlo!
-Si te encontrases con el Brian de los 17 años, ¿qué le dirías? ¿Alguna recomendación?
-Le daría un consejo muy común pero no menos efectivo: que escuche atentamente y siga siempre los dictados de su corazón.
– Se viene la fecha del Jueves 24 de marzo en Hasta Trilce, con todo el repertorio de mi último disco, “C’est moi”. Una fecha muy importante para mí, ya que será la última antes de mi partida a Europa donde voy a iniciar la tournée 2022. ¡Estaré allá por ocho meses!
– Creo que maestro. La docencia es algo que siempre disfruté mucho aún en mi profesión actual. Me encanta acompañar procesos.
– ¡Artista, sin dudarlo!
-Le daría un consejo muy común pero no menos efectivo: que escuche atentamente y siga siempre los dictados de su corazón.
Brian Chambouleyron presenta “C’est moi!”. Jueves 24 de marzo. Hasta Trilce. Maza 177. A las 21 hs