Creador en estado puro e innovador del tango, Rodolfo Mederos se embarca en una nueva aventura al grabar su disco “Trece” con su Orquesta Típica. Pero Mederos piensa y reflexiona de manera tan certera como precisa. En una charla sin concesiones con Probá Acipesu, habla de los medios de comunicación, la autenticidad, Piazzolla, Troilo, Los Beatles y Miles Davis junto con una fuerte apreciación sobre la actualidad del 2×4.
-Rodolfo, ¿cómo surgen estas presentaciones en el Torcuato Tasso?
– Las origina el deseo. Nada funciona sin un deseo. Las presentaciones se relacionan con la próxima grabación del tercer álbum de la orquesta. Es bueno tocar lo que uno va a grabar. Después de estar trece años juntos, ser trece músicos y con trece obras a grabar, el disco se llamará “Trece”. Ahora, hemos decidido optar por el financiación colectivo –algo nuevo para mi-. Esto permite recaudar fondos con quienes quieran participar de esto, otorgando un CD, la entrada a un show, clases o conciertos privados de acuerdo a la suma que aporte. Al día de hoy es muy costoso afrontar todo. Somos muchos músicos y yo jamás llamo a un músico para que me haga el favor y toque gratis. El hombre que trabaja tiene que cobrar. Somos trabajadores de la cultura y vivimos de esto. La grabación de “Trece” comienza el domingo 11 de septiembre y tocamos inclusive el martes 13. Ese día grabamos todo el día y a la noche tocamos en el Tasso. Sería la última fecha pero en noviembre tocamos todos los sábados.
-La última vez que habíamos hablado, usted había presentado su Trilogía…
– Si si…pero hace tiempo de esto….
– Ahora va a presentar todo material nuevo….
– Si, si. No suelo repetir cosas.
-El otro día, veía un documental de Miles Davis que decía exactamente lo mismo.
– Coincido. No hay que volver a tocar lo que ya se hizo.
-¿Más allá que haya un pedido del público?
– Dame una razón.
-Comparto la idea que el músico tiene que crecer y no repetirse.
– Si me dan un razón razonable –valga la cacofonía-….pero no hay que tocar los temas que la gente pide. Vayamos hacia atrás. El hombre hace cosas. Llora, hace guerras, a veces el amor, trabaja, hace notas, toca el bandoneón. Toda la vida hace cosas. Algunas de estas cosas, se dice que es arte. No vamos a entrar en la definición porque sería muy largo. Pero hay personas que se dedican a hechos “sensibles”. Pintan, hacen poesía, música. La gente suele llamar a estas personas, “artistas”, cosa con la que no concuerdo pero también es largo de hablar. Pero, digamos que hay gentes que se dedica a esa actividad. Yo, por ejemplo. Vamos a convenir con la gente que estoy haciendo arte. ¿Cuál es la función del arte? Para muchos, es distraer. Una instancia un tanto cosmetológica.
– ¿En qué sentido?
– Me entretengo, no tengo nada que hacer. Mientras hago el asado, pongo un disco…aunque ahora ya ni hay discos. Lo artístico, en muchos casos –sobre todo en el siglo XX-, suele ocupar un lugar de frivolidad. Augusto Rodin, famoso escultor del siglo XIX, decía que “al hombre moderno le importa más lo útil que lo bello” y tenía razón. Ya empezaba a darse cuenta de eso. Hoy, lo artístico es para pasar un rato más o menos agradable, un momento confortable. ¿Es esa la función? Si es esa, lo dejo ya. La función de eso que se llama “arte” es producir una profunda desestructuración en aquél que lo recibe. Visual, auditiva o como fuere. De esa desestructuración y al estructurarse de vuelta, uno ya no es igual. Uno cambió. Si ese hecho artístico no produce un cambio profundo, si solo es confortable, no sirve. estoy en contra de esa acción. Siempre digo que al público hay que traicionarlo constantemente.
-¡Me está tirando el título de la nota!
– Es más, cuando mucho me aplauden, me pregunto en qué me habré equivocado. Los gustos fáciles no conducen a nada. Son un edulcorante momentáneo y el arte debe producir cierto displacer en algún momento. Debe perturbar, si no es un arte oficial instituido del establishment. Entonces es mi enemigo. Muchos hacen eso y lo consumen. Por eso, ¿por qué debería repetir los temas que le gusta a la gente? Uno debería darle otras cosas porque eso que le gustó (o no), ya tuvo la posibilidad de tener la experiencia. ¿Por qué negarle la posibilidad que viva otra? ¿Por qué habría que repetirla? ¿Para conseguir más aplausos, dinero, venta de discos o público en la sala? Si el denominado artista se propone eso, no es confiable. El ansia de gloria o reconocimiento, no tiene que ver con los principios de un artista.
Más allá de la autenticidad
– ¿Cómo se ubica frente a lo que se dice que no hay tangos nuevos sino “tango for export”?
– Yo hago música. ¿Me estás hablando de música, de lo que se hace para el turismo? Ese es un fenómeno que no me importa. Es como hacer chicles.
-Viene con la etiqueta del tango…
-Pero se puede hacer cualquier cosa y se le pone cualquier etiqueta. Creo que vos y yo sabemos bien que es lo genuino al respecto. Hablar de eso es perder el tiempo.
-Usted, ubicándose en esa postura, imagino que lo deben mirar de costado…
– Si, y no me quita el sueño. Seguramente, no es mi problema.
-Muchos músicos afirman que hay una necesidad de grabar siempre los mismos temas sin que se les de la posibilidad a nuevas generaciones de músicos porque siempre hay un público que lo demanda…
– Si se trabaja para la “demanda”, entonces yo no tengo nada que ver.
– ¿Cómo se lleva con el término de “la autenticidad”?
– ¿A qué te referis?
-Le preguntaba lo de la autenticidad porque hay músicos que hablan….
– El músico no habla. Eso no se puede declamar. Alguien es auténtico o no lo es. Yo puedo decir que soy bueno pero…lo soy o no lo soy.
– ¿Qué es ser autentico dentro de un género?
– Ser autentico viene de “autos”, que es “uno”, y es ser uno mismo. Significa no complacer ni seguir el gusto de los demás como grabar los tangos que la gente quiere o componer “al estilo de…”. Un oportunismo casi industrial diría yo. Lo que se pone de moda no es autenticidad. Poca gente tiene experiencias auténticas. En una sociedad como la que nos toca vivir, occidental y cristiana, en vías de licuación –y no de desarrollo, algo que no lo digo yo sino la sociología moderna-, lo auténtico es casi un eufemismo. La gente no decide por si misma, sino por lo que le impone la información televisiva, gráfica y mediática. Si uno para a una persona que está tomando una gaseosa y le pregunta si está tomando una gaseosa porque le gusta, ¿es por esto o porque todos lo hacen? Esa ropa o corte de pelo, ¿te gusta? Esa vida que estas teniendo, ¿es auténtica? ¿Es la que elegirías o la que eligieron por vos? Eso es lo auténtico. En la música pasa lo mismo.
-Hay músicos que se repiten a lo largo del tiempo en nombre de “la autenticidad”.
– Son auténticamente sometidos a las normas de un mercado. Reacciona auténticamente y se mimetiza con un sistema. Triste vida es esa. No hay peor cosa que no ser uno. Si algo nos da la vida, es la posibilidad de buscar y manifestarse como uno quiere. Hacer lo que hacen los demás es triste auqneu mucha gente opta al respecto.
-Su espíritu curioso se ha manifestado en su relación Luis Alberto Spinetta y Daniel Barenboim.
– Si, pero eso no me hace mejor persona. Simplemente es una característica.
-¿Le siguen echando en cara por haber tocado con ellos?
– No, ya no. No tendría por qué. Tampoco hay muchos tangueros. Hay gente que toca tango, que no es lo mismo.
Futuro tanguero
– ¿Cree que va a haber una nueva generación de tangueros?
– Con esa pregunta estas metiendo el dedo en la llaga. Metes el dedo en las brazas y te podes quemar. La verdad, no lo sé. Ahora es la nada. En el futuro, no sé. No sé de qué está hecho el futuro. Puedo tener presunciones, -que podrán ser revisadas y tendrá errores, que tendrá un poco de intuición y deducción- pero ver qué pasa en el futuro… es la bola de cristal. Hay gente que intenta no ahogarse. Otros han inventado un salvavidas y piensan que esto es la nueva energía del tango. Aquellos trasatlánticos del tango que había en su momento, no existen más. Sucumbieron a la tormenta de los años 50 en adelante. Por eso se siguen tocando los tangos de aquella época.
– ¿De qué está hecho el presente?
– De una vacuidad y un vacio….
-Ahí surge la pregunta de la diferencia entre un tanguero y gente que hace tango…
– Tanguero es otra cosa. Hoy hay gente…A ver, tampoco quiero aparecer apocalíptico, nihilista o discepoliano en lo que pienso que “todo es una porquería”. Tampoco estoy tan lejos de eso. pero…es muy simple. De tan simple a veces no se entiende. Cualquier fenómeno (la vida de un hombre, lo que fuere), comienza por algo que lo engendra. Algo tiene que existir para que eso comience. En el caso del hombre, un espermatozoide y un óvulo; de esta charla, tu interés. Ese fenómeno comienza después de haber sido engendrado por ese estímulo, esa necesidad y llega a una cúspide donde, a partir de ahí, se establece una meseta. Se va a repetir más de lo mismo y no habrá más ascenso. Viene una transición y después surgen nuevos elementos para que vuelva ocurrir lo mismo.
-Así avanza la historia.
-En el arte, pasó así, con la polifonía, el clasicismo, el romanticismo, el impresionismo, etc. ¿Por qué en el tango debería ser diferente? Toda actitud humana tiene ese mecanismo. El tango tuvo esa eclosión porque tuvo causas sociales. Si no hay causas sociales, es imposible engendrar algo. Se engendró, creció, estableció una meseta a partir de los años 40 en adelante -50 para ser generoso-. Después, la Revolución Libertadora destruyó sistemática y paulatinamente la cultura. Apareció el Club del Clan. También aparecieron Los Beatles que hicieron que todo lo que había antes de ello, fuese antiguo y viejo. El tango, el jazz, la bossa nova, el bolero, el flamenco. Todo quedó en un pasado, detrás de los Beatles. El mundo en general empezó a tener otras expectativas. La tecnología fue avanzando, aunque también habría que ver si se usa bien el término “avanzar”. Ahora vos dirás, “¿dónde me metí? ¿A quien le vine a hacer un reportaje? ¿Quién es este tipo…?” (risas).
-Para nada, Rodolfo. Coincido plenamente con usted.
– Si. Me doy cuenta…más con el grabador que estas usando. (risas) (N de R: en ese momento, había llevado un grabador Panasonic de casetes)
-No hay eternidad en el arte.
– No, como no hay eternidad como en nada referido al ser humano.
-Más allá de la trascendencia…
-Eso es otra cosa pero diría que la perdurabilidad existe. Bach es perdurable de la misma forma que Troilo, Rembrandt, Beethoven. Que sean perdurables en el tiempo no significa que representen ese tiempo.
-Eso es otra cosa.
– Bien. Hoy nadie pintaría como Rembrandt por más que tuvieran la técnica y las condiciones. Sería una locura. Nadie escribiría como Bach aunque tuviesen el talento y la técnica. No es un estilo que nos representa. Es maravilloso, un diamante, pero es de otra época. Al tango le pasa lo mismo. Esta época necesita la cumbia y no el tango. De hecho, asi ocurre. Salgamos a la calle y paremos a varias personas para ver que dicen. ¿Qué escuchan? Por lo tanto, el tango, como cualquier otra expresión, hoy no es lo que nos identifica. Puertas afuera lo será por una cuestión histórica. Maradona, Borges, el tango. Es todo un estereotipo, que no me interesa mucho. Acá, en el patio de tierra de las casas humildes, el tango no funciona.
Por otra parte, el músico no es una especie de astronauta que se encierra en un barco y compone su música. No. El artista es un integrante de esa comunidad que tiene las antenas puestas y después lo transforma en “Sur”, “Zamba de mi esperanza”, “Palomita blanca” o lo que sea. Cuando a Manzi se le ocurrió eso de “Sur, paredón y después”, no estaba viviendo en Paris. Estaba Boedo y vivía eso. Hoy, la sociedad no le está dando esa energía al músico. Por lo tanto, el músico está con un lápiz en la mano y un papel en blanco. ¿Y que hace? Copia tangos viejos.
-Es cierto.
– En medio de toda esa hecatombe, apareció otro cometa –comparable a la de Los Beatles, pero a nivel local- que fue Astor Piazzolla. Los jóvenes quedaron dados vueltas por ese encandilamiento –que no es luz- de Astor. Hay dos luces, la que permite ver el camino y la que te enceguece. Astor estaba en esta segunda. Todos los que creen en él, lo copian y esto no lo ayuda ni a ellos ni a él ni a la música. Es una especie de la adolescencia de inmadurez.
– ¿Pero no hay varios Piazzolla? Digo, no es lo mismo el quinteto que el octeto. También…
– Eso no importa. Ha tenido varias facetas como las he tenido yo y otros músicos, pero no ha sido una luz sino un encandilamiento. Esto no es una crítica a Piazzolla. Lo explico, aunque creo que sabes hacia donde apunto, pero hay que ver como lo pones. “Mederos odia a Piazzolla”. Nada que ver. Tengo una gran valoración y veneración por la música de Astor pero no creo que sea una música popular, por más que la haya adoptado la gente, que es distinto. Una música popular es la que surge de la gente y el músico la escribe. Esto fue una visión subjetiva de Piazzolla. En cambio, la música de Troilo no era subjetiva sino objetiva. La tomaba de la gente. Los poemas de Homero Manzi los tomaba de la gente. O sea, hay una versión subjetiva como la música de Astor (“esta es mi música y lo que yo pienso del mundo”) o una más objetiva (“esto es lo que recibo de todos”). ¡Mirá que interesante forma de ver este fenómeno!
– ¡La verdad que sí!
– Entonces hoy, los jóvenes tienen un gran problema delante. Estoy hablando de gente joven bien intencionada, con sentido de autenticidad y que quiere hacer las cosas bien, que descubrió al tango tardíamente. Si son jóvenes, lo descubren tarde. No lo vieron tocar a Troilo y están todos muertos. La gente de veintipico de años tendrá los discos –en el mejor de los casos- y alguna foto amarillenta. El gran problema que es la falta de eslabones en la cadena de transmisión histórica. Cuando una cadena se rompe –dictadura militar de por medio y todo lo que nos ha tocado vivir-, no es fácil de restaurar. Quizás nos toque a la gente de nuestra generación –que ha visto a esa gente pero que no puede hacer nada nuevo- tal vez sea mi tarea, si me lo preguntaras….
– ¡Me ganó de mano porque esa era la intención…!
-…ser el nexo. Un restaurador de esa cadena. O intentar al menos, poner un eslabón que conecte esa energía del pasado con esto que hay hoy que es una especie de páramo. Todo está en una pantalla y tiene que ser rápido. No hay sensación de proceso. La noción de maduración no existe. El joven tiene el gran problema porque está en esa matriz. Estudia bandoneón hoy y mañana quiere tener una orquesta. Después tenes las tendencias exitistas. “Hace dos meses que tocas el bandoneón ¿y no tenes una orquesta?”. “¿No ganas plata con esto? ¿No sos famoso?”. Toda esta nociva manera de funcionar no lo beneficia al joven. No está en un ambiente en el que los pasos que tiene que dar son para conocer profunda e íntimamente algo.
No obstante, dentro de esta cloaca que acabo de describir, hay algunos jóvenes –ex estudiantes míos o integrantes de mi orquesta- que están en un proceso que no sé cómo definir. Diría que están ayudando a reconstruir esos eslabones, con paciencia y con amor. Saben todo lo que tienen por delante –el vacío actual y la riqueza que quedó atrás- por lo que están intentando nadar contra la corriente para beber aquella sabia. Alguno dirá “están imitando”. Si pero es lo que les queda por ahora, y da gracias que algo les queda.
-Después se verá…
– Es lo que les queda por ahora. Una vez que imitando –tal como hacemos todos los chicos con los padres-, conocemos un poco de ese algo que pasó. Quizás estemos preparando para imaginar otra cosa.
-Presente y futuro
-Probablemente, ese papel vacío del que habló, comience a llenarse.
– Hoy está vacio. Cuando digo esto, la gente me dice que soy un cabrón que desalienta. La realidad es desalentadora y lo que hago es describir lo que veo. Si otros no lo ven, no es problema mio. Ahora bien, dentro de este panorama desalentador, estos jóvenes producen aliento. Lo veo, los ayudo, los aliento porque quizás –y uno apuesta a eso aunque no lo veré- serán el germen de una nueva cosa. No creo que sea un nuevo tango. Será otra música…
-Pero no tango….
– Al menos no tendría por qué serlo. Si querés llamarlo así –y lo justificas- se verá pero importa poco. Quizás ellos –y no dentro de dos semanas-, sean los artífices de un nuevo sonido de una ciudad que hoy tiene ruido y no música. Entonces, es crear o generar –no de manera individual y subjetiva- de manera colectiva. Quizás sea una cumbia mezclada. No lo sé. Yo no lo voy a hacer. No me gusta ni lo sé hacer pero quizás los jóvenes –de mi mano o de otro-, tomando esos eslabones, puedan enriquecerse. A lo mejor generan otra música que sea de la necesidad de la gente, pero que sea genuina y no impuesta por el mercado. Es mi expectativa. Mientras tanto, aliento a los jóvenes. Como una especie de paleontólogo, muestro lo que fue aquello. Hago mi orquesta típica y la pongo ahí para aquél que nunca vio una, sepa bien como es. Antes, había una orquesta típica en todos los barrios, todos los fines de semana. Hoy, si no lo vas a escuchar a Mederos al Torcuato Tasso, no se donde podes escuchar alguna.
-Retomo lo que usted dijo que Piazzolla fue una luz encandilante…
– No lo dije yo. Lo dijo otra persona y lo tomé porque me pareció una observación muy interesante. Pero esto no va en desmedro de su obra. Astor ha tenido su conducta estética que ha producido una música maravillosa pero que, en sí misma, es una obra cerrada. Casi críptica. Te diría que casi no me gusta ninguna versión de un tema de Piazzolla que no sea tocado por él. Todos los que tocan Piazzolla…hay algo que no me cierra….
-La vigésimo novena versión de “Libertango” que anda dando vueltas por ahí…
– ¡Si! No me va. Pero bueno es una característica de él y su música.
-Habló de Piazzolla como luz encandilante. y antes mencionamos a Los Beatles y a Miles Davis. ¿Cree usted que, cada uno de estos artistas, en su género, terminaron siendo esa luz encandilante?
– Si. Aquellos músicos que tienen una muy fuerte definición en sus acciones y son muy subyugantes –que todos quedamos como enamorados de ellos-, es una luz que no deja ver el camino. Es cierto. A la sombra de un gran árbol no crece nada. Entonces hay que salir de ahí porque uno queda apresado y haciendo una imitación que no tiene ningún valor. Es un exterminio de uno mismo.
Medios y novedades
-Le hago las dos últimas. Usted habló de estos chicos que están intentando aprender como es el tango en su mejor estado.
– Si… y no están haciendo ninguna nueva música.
– ¿Cómo sería la influencia de los medios de comunicación para que estos artistas puedan ser vistos por una mayoría?
– Un acontecimiento social no necesita una nota en un diario. Las cosas suceden y ocurren. Los medios se encargan de los crímenes, los choques, los cambios de gobierno, los golpes de Estado, la farándula. Nunca vi que sea necesario promocionar lo que el pueblo produce. Es más, te hago una pregunta más inquietante, ¿son medios de comunicación o incomunicación?
-Al día de hoy, pueden ser de incomunicación.
– La verdad, cuando me quiero enterar lo que pasa en el mundo, miro Telesur. Acá nadie me da las noticias que estoy viendo. ¿Cuánta confiabilidad hay en tus colegas, en los que sustentan el título de “medio de comunicación”? ¿Medio de qué? ¿Pensas que esos medios ayudan? Una cuestión de este tipo no tiene que ser ayudada por un medio. Es como hacer un festival de tango asi el tango se salva. No. La cultura nunca necesitó un festival para eso. Es casi necrológico. Estamos haciendo un festival de algo cadavérico, trayendo las mismas cosas.
-Usted sabe que hay políticas culturales que se basan únicamente en hacer festivales como si fuese la única forma de difundir la cultura.
-Claro que lo sé. La gente también pero ¿Qué es ese mecanismo? Una expresión cultural tiene que surgir de la gente y no de un funcionario de turno, un festival o una noticia en los medios. Si no surge de la gente, no existe. Existirá como mercado, como una decoración de gestión o un oportunismo ridículo. Casi como una distracción.
-Si yo quisiera conseguir sus discos, ¿Dónde se consiguen?
– En internet, me llegan las alertas que venden vinilos. Algunos deben estar en disquerías selectas; muchos se han descontinuados. De la Trilogía para acá, deben estar. No en la disquería del barrio pero están. No soy atractivo para ese mercado pero están.