Era la cita a cumplir. Una deuda o un deseo según el cristal con que se mire. Más aún, si habías tenido la chance de verlos en su momento. Los Violadores volvían a subir a un escenario con la formación con la que se hicieron conocidos, allá por los años 80, como la primera banda punk argentina. Pil, Stuka, el Polaco Zelazek y Sergio Gramática dejaron diferencias de lado para reverdecer laureles que los han ubicado, con el correr del tiempo, en el lugar de leyenda.
Si hubo algo que caracterizó a los Violadores fue el decir lo que pensaban, sin pelos en la lengua, en momentos donde arreciaba la dictadura y el principio de la democracia alfonsinista. Hoy, a 30 años de la edición de su disco “Ahora que pasa, eh?” –la excusa para la vuelta-, el público seguía esperando por ellos.
En la tarde/noche del domingo 24 de abril, no había muchas crestas como en los 80 pero sí, un espíritu similar. Rebelde y con ganas de gritar su bronca interna. Camino al Luna Park, con mi colega y amigo Gabriel Cócaro, pasamos por un bar en Alem y Sarmiento en el que, de repente, se escucha el “Violadoooo, Violadooooo, Vamos Violadooo”. Ya había clima de recital. Más aún cuando la boca del subte escupe muchos fans -entre los cuales estaba el reconocido coleccionista de discos Alejandro Molinier- con el mismo grito de guerra. En las boleterías, había cola para comprar las entradas para el concierto. Estaba todo dado para que sea una fiesta. Y lo fue.
Nos ubicamos en una cabecera con buena vista al escenario. Munidos con el poster de regalo con la firma de los integrantes de la banda, esperamos por el comienzo del show. De a poco, se fue llenando el campo asi como las plateas. Ni los más optimistas creyeron que la convocatoria iba a ser tan importante como terminó siendo.
El reloj marcaba las 21.05 hs cuando se apagaron las luces de un Luna Park que, de a poco, se fue llenando. Se escucha la intro de teclados de «Bombas a Londres» y ahí si, salen los cuatro fantásticos del punk argento. Lo primero que se escucha es la característica voz chillona y burlona de Stuka que grita “Rompan todo”, rememorando a Billy Bond. Abren el show con “Como la primera vez” y el público estalla. De fondo, las pantallas devolvían imágenes de los Violadores modelo 85, con una estética cercana al cómic.
Cumplen la promesa de festejar los 30 años de “Ahora que pasa, eh?”. De hecho, lo van a tocar entero. Suena “Aburrido, divertido” de su cuarto disco “Mercado indio”, para después dar paso a “Somos Latinoamérica”, con las pantallas devolviendo imágenes del Che para un tema que nos hará reflexionar sobre una cuestión que atravesará el show. La forma en que las letras de los Violadores se resignificaron a través del tiempo para ser parte de una realidad que no es de las mejores. El “Se llevaron mucho, muy poco nos dejaron/sólo los vicios, la corrupción” o “Cortes, Pizarro y demas adelantados/solo vinieron a piratear” se linkean de manera inmediatamente con la coyuntura actual al tiempo que el “Latino soy yo, latino Hey! sos vos” y “Somos latinoamericanos/y estamos encantados de ello” giran hacia una reivindicación identitaria que –pareciera- se quiere recortar desde las altas esferas del poder.
El recital va ganando temperatura. El campo está a pleno y en las plateas y cabeceras, la mayoría del público está de pie. “Cambio violento” y “Revolución inter” suenan para hacer hervir a un público que vuelve a poner el pogo y el mosh como parte de la ceremonia. Una bandera argentina se acerca desde el fondo del campo al tiempo que Geniol (http://elcaleidoscopiodelucy.blogspot.com.ar/2013/08/geniol-con-luca-eramos-companeros-de.html) sube al escenario para hacer su recitado de “La rubia tarada”, el clásico de Sumo, limando las asperezas que hubo en algún momento entre las bandas (mejor dicho entre Luca Prodan y Hari B, fundador de los Violadores).
El repertorio es rico. Tuvieron la gran idea de tocar temas que no solían hacerlo y que van a despertar la curiosidad y el gusto de los fans. Por ejemplo, tocan temas del EP “Uno, dos, ultravioladores” como “Auschwitz” y “Por 1980 y más”.
El show se centra en los primeros cuatro discos de la banda (más el mencionado EP). Al respecto, toman solo la discografía que abarcó a los cuatro músicos que subieron al escenario del Luna. Uno no puede dejar de pensar la cantidad enorme de temas que suenan. Y más aún aquellos temazos que quedaron fuera de la lista como “Contra la pared”, “Ellos son” y “Aunque se resistan”. Esto, sin contar la versión de la “Novena sinfonía” que hicieron con el tenor Carlos Darío Saidman que le permitió a más de uno, acercarse a Beethoven por primera vez en su vida.
La magia de Stuka está intacta. Se escucha el punteo que da comienzo a “Violadores de la ley”, para dar paso a uno de los momentos más emotivos de la noche. Solo sonarán las seis cuerdas de Stuka y la voz de Pil con el público para “Comunicado 166” con imágenes de Malvinas.
Será este uno de esos instantes que van a quedar entre la gente, en el marco de un recital que, en las dos horas de duración, tendrá de todo. Inclusive fans que llegarán a subir al escenario a abrazar o cantar algún verso de una canción con Pil. Parecía que el espíritu de Cemento hubiese resurgido en ese instante.
Inclusive, esa impronta de los años 80 de combinar diversas expresiones artísticas parece volver al candelero con la participación de dos actores representando los personajes del video de “La era del corregidor” y su impronta futurista. Al respecto, la participación de Geniol traza una línea directa al respecto. Más aún cuando suena “El ojo blindado” de Sumo. Justamente la banda de Luca Prodan será una de las dos bandas mencionadas en el show. En el caso de Sumo, por medio de las intervenciones de Geniol y las canciones interpretadas pero Pil será quien recuerde esos años 80 en los que eran criticados. “Junto con Virus fuimos a plantear algo diferente”.
Las pantallas juegan un papel importante en el concepto del show, con una fuerte interacción con las canciones. Tal es el caso de “La era del corregidor” con una impronta futurista. Uno de los puntos más fuertes de la acción de las pantallas es cuando ilustran el “enganchado” de “Cambio violento” y “Auschwitz”, con imágenes del exterminio nazi.
La banda suena bien, con un sonido acorde. Igualmente, se escuchará algún acople pero, al fin y al cabo, ¡es una banda punk! Puede haber alguna que otra desprolijidad pero también es entendible por la cantidad de tiempo sin tocar juntos y el haberse dejado ganar por el fervor de la gente. Ellos mismos dijeron que hacían “música ardorosa para gente revoltosa”. Nunca mejor aplicado el término. Si hay algún pifie, estridencia o si Pil se pierde en alguna letra, está ahí el público bancando la parada. La felicidad es completa tanto para los músicos como para los presentes de una fiesta autentica y deseada por muchos años. Un amigo me dijo “hacía tanto tiempo que no se vivía un show con este clima…”. No le falta razón.
Stuka tomará las riendas del escenario para “Solo una agresión”, previo a dos clásicos de la banda como “Bombas a Londres” y “Mirando la guerra por TV”. La Segunda Guerra Mundial sale de las pantallas con la Luftwaffe bombardeando la capital británica y el Sargento Saunders, de Vic Morrow, iniciando el combate.
La seguidilla de “Quiero ser yo, quiero ser libre”, “Nada ni nadie nos puede doblegar” y “Espera y veras” certifica que los Violadores tocaron completo el disco “Y ahora que pasa, eh?”.
Como no podía ser de otra manera, Pil tenía que decir algo sobre el contexto en el que se vive. Recuerda la “democracia débil de Alfonsín, nos quebramos con Menem” y finaliza con “La derecha no es una opción para este país”. La furia de “Estas muerto” se condice con la mirada crítica de “Mercado indio” a la colonización del continente americano. Nuevamente, la letra del tema vuelve a resignificarse con la actualidad. El “Ayer espadas de traición/hoy misiles para el terror/tanta culpa crearon hoy/quienes realizaron esa expedición” es elocuente. Más aún cuando la canción termina con “Compra y venta es el presente/el pasado lo quemaron”.
El show está doblando su última curva. Dos clásicos como “Represión” y “Fuera de sektor” –teclados incluídos, a cargo de Boni, de Stuka y los Fusers, banda solista del guitarrista- ponen el punto final al concierto. ¿Será asi?
Vuelven tras una breve pausa y Gramática presenta el tema que van a tocar. “Sin ataduras” antecede al cierre definitivo con “Uno, dos, ultraviolento”. La estética de la Naranja Mecánica salta de las pantallas para que se cante a viva voz uno de los tantos himnos que han dejado los Violadores, tanto para el rock argentino como latinoamericano. No hay que olvidar que fueron pioneros en decir lo que decían con su propia impronta asi como punta de lanza del rock argentino para todo el continente. Los drugos volvieron a atacar, armados con instrumentos y música que mantiene la vigencia de siempre. Nadie suena como los Violadores y su personalidad fue y es única e irrepetible. Criticados por los “bienpensantes” de la prensa y el público que nunca faltan, Los Violadores se merecían un Luna Park lleno.
Se acabó el show y la emoción está a flor de piel. Como viene sucediendo desde hace rato, en toda congregación de gente se escucha el “Ohhhh, vamos a volver…!”. El show de Los Violadores no fue la excepción.
Cae la noche. Llueve copiosamente en Buenos Aires. Tal como en aquellas noches de Cemento o algún antro porteño donde íbamos a ver recitales, se emprende el camino a casa. El corazón está contento, la felicidad a flor de piel. La vuelta de los Violadores fue emotiva, con un recital de calidad. ¿Habrá más shows? No se sabe. Lo que si es seguro que en los próximos años, va a haber una gran cantidad de gente que va a decir haber estado en el Luna Park en su vuelta. Eso demostrará que Los Violadores son una banda que está en el corazón de un público que no olvida todo lo que hicieron por el rock argentino y, porque no decirlo, del continente. Con un legado absolutamente vigente y un recital histórico e inolvidable, solo puedo decir una cosa….
¡Larga vida a Los Violadores y muchas gracias por el punk de todos estos años!