“Ambiente y medio” (Teatro)

No se inunda más…

Dramaturgia y dirección: Lucas Lagré. Actriz: Julieta Koop. Diseño de luces: Agnese Lozupone. Escenografía y vestuario: Micaela Sleigh. Diseño sonoro: Pablo Damián Bursztyn. Diseño gráfico y fotografía: Ale Ojeda. Producción ejecutiva: Carola Parra. Producción general: el Desvío. Asistencia de dirección: Nano Zalazar. Duración: 65 minutos.

Ítaca, Complejo Teatral. Humahuaca 4027. Viernes 20 h.

Hay situaciones en las que la realidad y la ficción juegan una partida de ajedrez en pos de quien ostenta la mayor verosimilitud en el tablero de la coyuntura. Desde este punto –irónico por supuesto-, ya es complicado. ¿Desde qué lugar una ficción reflejaría lo que ocurre?

Veamos. Emilia está sola y necesita verbalizar las vicisitudes que atraviesa en su vida. Joven, de «belleza hegemónica», tiene varios conflictos que resolver. Perteneciente a una clase social determinada (al menos, eso se esboza), su trabajo es el manejo de las redes sociales de la empresa de su padre que es criticada por su poco cuidado de la naturaleza y la negación del cambio climático. Suena conocido esto, ¿no?

Será este momento en el que la dramaturgia explota con un mix de ironía y comicidad, que apela directamente al espectador. Cada palabra de Emilia conforma una identidad bien determinada. Retoma un poco la idea esbozada en su momento, por “Potestad”, el gran clásico de Tato Pavlovsky. Ese ser «incomprendido» que se siente abrumado por ese «mundo contra mi». La diferencia surge desde el mismo instante en que Emilia plantea su idea desde el principio. Esto no quita que el impacto sea igual de poderoso.

La construcción identitaria de Emilia es fácilmente reconocible, con su “nosotros” y “ellos” a partir de los valores que sostiene. Podrá debatirse sobre la solidez de éstos -es necesario hacerlo- pero lo relevante es la forma en que se vincula con la coyuntura. Es muy representativo de un sector visible hoy en día, lleno de prejuicios y plagado de frases de “sentido común”, que se repiten sin consistencia alguna.

El punto de quiebre es como procede Emilia, desde las ideas que tiene desde su crianza y su choque con la realidad. Más aún si su oráculo es su padre, idealizado al estilo Electra. Tema aparte es la conducta del progenitor en lo que a negocios se refiere y como impacta esto en su hija. Es la caída del velo ante lo ocurrido. Algo que, al fin y al cabo, forma parte de esa etapa de la vida llamada “crecimiento” y la consabida madurez. Allí, la implosión podrá tener efectos devastadores aunque no se manifieste hacia el afuera. O si lo hace, será en la búsqueda de chivos expiatorios varios.

La escenografía es austera y certera a lo requerido por el texto, para que se desenvuelva la vida de Emilia. Lo mismo ocurre con el sonido, que es relevante en la creación de sentido. A la excelente pluma desarrollada por Lucas Lagré, se suma una dirección precisa, que permite un desarrollo dinámico y atrapante. La cereza del postre es la actuación de Julieta Koop. El sarcasmo y la parodia que maneja impacta aún más que la visceralidad. Sus gestos y silencios, son exactos. Más aún cuando va pasando el tiempo y el/la espectador/a dice «esto me suena de algún lado…».

“Ambiente y medio” es una puesta de pura actualidad, que manifiesta su visión de la misma y certifica como han cambiado los valores asi como la banalización de variados aspectos de participación y la vida en sociedad. Ante esto, retomamos la pregunta del mismísimo Malone, de «Los intocables»: «Y ahora, ¿qué se supone que vas a hacer?».

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