La riqueza de una película reside en ocasiones en la cantidad de lecturas que se pueden realizar. A partir de las mismas, se transforma en objeto de análisis. Más aún en temas candentes, de absoluta actualidad como es Medio Oriente.
En el caso de Samuel Maoz, director de “Líbano” puede establecerse el vínculo inmediato con Ari Folman (“Vals de Bashir”). Ambos buscan exorcizar sus fantasmas de lo que vieron cuando eran conscriptos en la Primera Guerra del Libano, en 1982, como soldados del ejército israelí.
A diferencia de Folman, que apeló a la animación, Maoz desarrolla toda la película desde el interior de un tanque, donde convivirán cuatro jóvenes soldados. La película girará en torno a las vivencias de Shmulik, Assi, Hertzel e Ygal en tanto sus “deberes” en el marco de una guerra. La ética, la moral y la solidaridad se mezclan en el contexto bélico en la que tener los nervios de acero es prácticamente imposible. Ni hablar en tanto relación con ese “otro” que sería un enemigo pero que, quizás, no lo es tal.
La decisión que se tomó en la forma de realizar la película transmite claustrofobia y desesperación que va ganando a los cuatro soldados. Su único contacto con el exterior es la mira de tiro y las apariciones de Jamil, el oficial superio, frío y curtido, a cargo de la brigada. Justamente, Jamil les espeta a los jóvenes soldados una frase que cala hondo: “una guerra no es comodidad”. Será otra similar la que les da la bienvenida al tanque y que ilustra el «espíritu» para afrontar la contienda. «El hombre es de acero; el tanque es solo hierro».
La tensión crece en tanto transcurren distintas situaciones propias de la guerra, donde la vida y la muerte pasan a ser circunstancias fortuitas. La forma en que estos cuatro chicos -tienen 18 años-, afrontan este nuevo mundo de sangre y fuego, conforman las vivencias de Maoz. Lejos de convertirse en un film de propaganda, es profundamente humano y contundente. Pone la crítica y la reflexión en las consecuencias de estar en medio de una contienda bélica y la «obediencia debida» que requiere el contexto. Es plasmar las vivencias de una guerra que va más allá de «quien tiene razón» y quien no en las causas que motivaron el primer disparo.
La utilización de primeros planos otorga una visión más cercana y descarnada del horror de la guerra, ya sea en los muertos, los heridos o los secuestrados, sin olvidarnos de los prisioneros o los “aliados” falangistas. La fotografía es fundamental en tanto la creación de esas imágenes donde el detalle hace un todo en la construcción de sentido. Con respecto a las actuaciones son precisas, en la que el protagonismo es está dado por la coyuntura en la que deben «vivir» los jóvenes soldados. Desde ese punto, son por demás destacables, acordes al carácter del film.
“Libano” es cruel, dura, sincera y necesaria para empezar a debatir las causas y consecuencias de una guerra que solo trae muerte y venganza en vez de solucionar conflicto alguno.
Ficha técnica.
Título Original: “Lebanon”. Con Yoav Donat, Itay Tiran, Oshri Cohen, Michael Moshonov, Zohar Strauss, Dudu Tassa, Ashraf Barhom y Reymonde Amsellem. Dirección y guión: Samuel Maoz. Producción: Uri Sabag, Einat Bikel, Moshe Edery, Leon Edery, David Silber, Benjamina Mirnik y Ilann Girard. Fotografía: Giora Bejach. Edición: Arik Lahav-Leibovich. Género: Drama/Bélica. Año: 2009. País: Israel/Francia/Alemania/Líbano. Idioma: hebreo. Duración: 94′.
Cines Cinemark Palermo y Caballito; Arteplex Belgrano y Centro. Showcase Belgrano y Cinema Paradiso (La Plata)