
El cine israelí, desde hace tiempo, se ha convertido en una especie de moral crítica a la política que llevan a cabo los diferentes gobiernos del país. Más aún, en relación con el conflicto con los palestinos y la actuación del ejército en diversas guerras. Las producciones de afamados directores como Ari Folman (“Waltz with Bashir”), Avi Mograbi (“Z32”), Yoav Shamir («Defamation», “Checkpoint” y “Flipping out”) o Samuel Moaz (“Libano”) fueron algunas de ellas.
El caso de “El desertor”, segundo film de Dani Rosenberg, sigue la línea de las mencionadas, con la resignificación pertinente tras la masacre del 7 de octubre por parte de Hamas y la invasión de la franja de Gaza por parte de Israel, con las atrocidades que son transmitidas por los medios de comunicación mundial.
En este caso, la historia gira en torno a Shlomi, soldado destinado al frente que decide huir del ejército y volver a Tel Aviv, para ver a su familia y a Shiri, su novia. El recorte que realiza Rosenberg sobre la historia que va a contar es fundamental. Más aún, porque el contexto bélico es conocido, con posturas firmes que se conocen de antemano. De ahí que, cada personaje refleje un punto de vista claro y entendible aunque ¿justificable? Veamos.
Rosenberg realiza una serie de observaciones a nivel político y social de fuerte complejidad con respecto a la identidad, no solo de Shlomi (¿alter ego del propio director?) sino de la población israelí. Las opiniones se deslizan en momentos determinados y disímiles, como un bar o un hospital por lo que está aconteciendo en Gaza, la actuación del ejército -conformado por los jóvenes del país- y el futuro del propio Israel. Es menester recordar que los jóvenes del país ingresan al Ejercito a los 18 años, constituyéndose prácticamente, en el ente que conforma identitariamente al país. De ahí que el vínculo de la población con el mismo es tan cercano ya que todos conocen a alguien que está en combate. Ni hablar si a futuro hay que tomar decisiones respecto a los caminos a seguir en tanto la guerra o la paz.
Por ende, una decisión como la de Shlomi llama a la reflexión respecto a las acciones que se llevan a cabo. ¿Vale todo en nombre de «la defensa»? ¿Y si ésta pasa a ser pura y vil «venganza»? Como individuo, también tiene sus propios interrogantes. Lo que hace Shlomi, -poniéndonos en abogados del diablo-, ¿es por su disconformidad con “la guerra”? ¿O simplemente, quiere ver a sus seres queridos anteponiendo su deseo personal por encima del “deber” por el que convocado por el país? Estas preguntas son las que enriquecen el film ya que cada espectador tendrá una opinión a partir de lo visto.

Si bien el relato se centra en lo que hace Shlomi, es muy revelador como el contexto se mete constantemente. Las sirenas anuncian la caída de misiles mientras la televisión «informa» lo que ocurre en el frente, con la voz de Netanyahu de por medio. Todo, como si fueran dos líneas argumentativas que se cruzan constantemente. Una figura-fondo gestáltica en el celuloide que va y viene en ocasiones, siendo fundamentales para la creación de sentido ¡Hasta las visiones /acciones de los terceros son fundamentales para el devenir de los hechos, amén de la construcción de diversos imaginarios!
La fotografía es de calidad al igual que el montaje del film. Los diálogos son concretos en tanto sus palabras y sus planteos sobre la situación desarrollada, sin ningún tipo de almíbar. Todo es “chic-chac”, como se dice por esos pagos.
Las actuaciones son tan sentidas como exactas. Ido Tako es un Shlomi que muta a través del tiempo frente a lo que acontece a su alrededor. Mika Reiss da vida a una Shiri que sabe bien lo que quiere para su vida. Párrafo aparte para Efrat Ben Zur y Tiki Dayan, madre y abuela del protagonista, mujeres fuertes con profundas convicciones. El “aire” que brinda Shmulik Cohen, el padre de Shlomi, con su humor e ironía, es necesario para la tensión que aborda la película. Inclusive, cada uno de ellos tendrá una idea respecto a la decisión de Shlomi en relación con su vínculo con el país y el estado de beligerancia que se vive.
Con una historia que –lamentablemente-, parece no tener fín, “El desertor” es atrapante y plantea numerosos dilemas íntimos y profundos, en uno de los bandos en conflicto.
Ficha técnica.
Con Ido Tako, Mika Reiss, Efrat Ben Zur, Tiki Dayan y Shmulik Cohen. Dirección: Dani Rosenberg. Guion: Dani Rosenberg y Amir Kliger. Productor: Avraham Pirchi, Chilik Michaeli y Itamar Pirchi. Director De Fotografía: David Stragmeister. Sonido: Neal Gibbs y Michael Stoliar. Editor: Nili Feller. Música Original: Yuval Semo. Título original: The Vanishing Soldier. Año: 2023. Duración: 96 min. País: Israel.
Cines: Cinepolis Recoleta, Cinepolis Pilar, Showcase Norte, Atlas Patio Bullrich, Multiplex Belgrano, Cine Arte Cacodelphia, Cines Centro Rosario, y Cine América Santa Fe