Elisabet Casanovas: «El arte debe ser transformador».

Si bien se hizo conocida por su participación en «Merli» (Netflix) como la dulce Tania, su calidad interpretativa le permitió encarar un proyecto difícil, tal como es el unipersonal “Kassandra” en teatro, que presentará en febrero en Argentina, en el marco del Festival TABA (Temporada Alta en Buenos Aires). En una distendida y cálida charla, Elisabet Casanovas dio su parecer sobre el teatro, los movimientos feministas, el ser actriz y recordó a la popular serie.

-Elisabet, ¿cómo surge la posibilidad de hacer “Kasandra”?

– Trabajé con Sergi Belbel, el director de la obra, en el Teatro Nacional de Barcelona. Al acabar las funciones, me propuso hacer “Kassandra”. Había conocido a Sergio Blanco, el autor y le había fascinado el texto. No se había hecho en España ni en Catalunya. Buscamos y nos brindaron la sala Tallers. Ese texto fue lo más bestia que había leído. Una complejidad brutal. Habla de Casandra, la hija de los reyes de Troya que pasa a ser esclava, siendo estigmatizada e infravalorada. Abusada por quien detenta el poder. Fue increíble lo que hizo Blanco. Trajo al personaje al siglo XXI para visibilizar las deudas que tiene el poder. Podrían ser los hombres en parte. Mi pregunta era ¿Cuál de esas Casandras está hablando? Habla de las violencias silenciadas por mujeres que sufren guerras como las que trabajan en cualquier lado. Me daba miedo no estar a la altura.

-Justo te iba a preguntar como te habías sentido al leer el texto.

– Se juntaban muchas cosas. El hecho que sea un monólogo –algo que nunca había hecho antes-, el personaje en tanto la base mitológica que tiene asi como el contexto en que lo ubica Blanco. Fue la introducción a un universo que me abrumaba mucho porque sentía que era muy exigente, tanto para quien lo interpreta como para el espectador. En su momento le dije a Sergi que haga una prueba porque no sabía si yo….pero al final no hizo ninguna prueba. Fue fuerte. Además, implicó salir de la zona de confort completamente.

– ¿Realizaste alguna preparación especial para la obra?

-Si. Varias. La primera fue una introducción al mundo griego y la mitología. Quien era Casandra y todo. Por otro lado, el texto está en inglés. Esto es muy importante porque, durante el desarrollo de la obra, es un inglés que el personaje no domina bien y es el idioma intermediario con los espectadores. Como Casandra es un personaje mitológico, la princesa de Troya, nos parecía por zona y contexto, era el adecuado. Nos pusimos en contacto con un actor sirio y nos ayudó con el tema del acento. Queríamos ubicarlo en relación con las guerras y las situaciones que acontecen hoy en día, por ejemplo, en el Mediterraneo.

Además, sabía que Sergio Blanco escribió la obra caminando por Atenas, por lo que le pedí el recorrido que había realizado. Me fui a Grecia a palpar el imaginario en que se había inspirado para escribir eso. Me recordó mucho las calles que tenemos por aquí, en Barcelona, en el Raval.

-¿Cómo ves la recepción del público?

– Muy potente aunque siempre depende del lugar. Cuando la hicimos en Barcelona, la respuesta fue muy positiva. Igual, ninguna función es igual porque el público es diferente. Como hay tanta interacción, también la hace el público la función. Había mil reacciones tanto de empatizar y reir con ella como ver gente emocionarse. Lo sentía al público muy cerca lo cual si bien es simple es fundamental en el teatro.

Por otra parte, como actriz me coloca en otro lugar. No me puedo resfriar porque la energía no puede bajar en ningún momento. Te coloca en un lugar de autoexigencia muy bueno. Esto se aplica a todas las obras pero a esta, ¡es tal cual! Aprendes a escuchar mucho al público. Es una bomba de aprendizaje completa. Además, tengo muchas ganas de ir a Sudamérica.

-¡Qué grande!

– ¡Lo confieso! Ahora estamos reensayándola. Siempre hay un punto de nervio. Nunca estuve sin haberlos tenido. Me hace mucha ilusión venir. Además Sergio Blanco es de Uruguay, a donde también vamos a ir a hacer funciones.

-¿Este fue el proyecto más difícil que afrontar en tu carrera?

– Creo que, sin duda, porque..¡es que…si! Todos los proyectos te aportan algo. ¡Por el amor de Dios, me queda por aprender la vida y media! En esta vida, el aprendizaje nunca para, ¡por suerte! Pero si, es verdad, de lo que he hecho, siempre he aprendido un mogollón y la gente con la que he trabajado siempre es diferente al igual que la historia que es. Pero “Kassandra” es el proyecto mas fuerte.

El contexto y el arte

-¿Cómo sentís que dialoga tu Kasandra con un siglo XXI, atravesado por las luchas por los derechos de la mujer y contra la violencia de género (movimiento #NiUnaMenos, #MeToo)?

-Total. Por un lado, desde la propuesta del texto y la puesta, es un personaje que ha sido humillada. Cuando hay una humillación se produce una no-validación del dolor. Entonces creo que ella busca en el público validar su dolor para ser escuchada. La respuesta del público, muchas veces, me emociona mucho. Eso lo hace también a través del sentido del humor que es muy poderoso. Que un personaje tan machacado hable de ciertos temas…. Pues creo que es lo que busca el personaje tanto como el espectador que es escuchar. El sentirse no tan sola al ser escuchada.

– ¿Crees que se puede desarrollar el arte, abstrayéndose de la coyuntura?

– ¡Uh! Me parece muy interesante y estaría hablando bastante de esto. Es importante tener una ideología. Tener conocimientos sociales, inquietudes, curiosidades así como afinidades y discrepancias. El subir a un escenario implica contar cosas. A la vez también pienso que un artista es un canal de algo. Me gusta la idea de ser canal de algo. Que tu tomes algo, lo pases por tus filtros y lo expongas. Eso hace que el arte sea genuino. Uno hará algo, el otro, otra cosa y asi se complementa. Para ser este canal, está bueno tener preguntas y contradicciones así como ideología. El arte debe ser transformador y cuenta la historia….a lo largo de la historia.

– ¿En España, hay movimientos de actrices en pos de los derechos de la mujer, en contra del acoso, la violencia de género y los femicidios?

– Si. Absolutamente. Los hay y se realizan asambleas. Creo que es super necesario y por suerte, hay una consciencia cada vez más de todo eso. Del abuso del poder a todos los aspectos que eso supone. Hay un perder el rubor para exponer ciertas situaciones como los abusos. Esto también pasa en la ficción. El personaje femenino está en revisión…¡al igual que el masculino!. La ficción ha sido explicada siempre desde el punto de vista de los hombres. Ahora están poniendo el foco en contar historias con más complementariedad. Una visión del mundo más amplia porque si no, los puntos de vista se ven muy reducidos. Creo que hay cada vez más conciencia y revisión. 

-¿Cómo manejas al público en tanto dura una hora y media la puesta y que, quizás, no este tan acostumbrado a esa extensión….?

– Nunca me lo había planteado así…No me pasó y me cuesta hablar de esto porque te puedes aburrir a los veinte minutos llegado el caso. Si entras dentro de la historia y te interesa, da igual el tiempo que sea. Igual, es verdad, a nivel social, estamos cada vez más acostumbrados a escoger nosotros qué ver, cuando y cuanto rato. Esto se produce porque hay plataformas audiovisuales que permiten hacer eso, y a la vez es maravilloso. Pero el teatro va por otro lugar. En tu casa, ¿desconectas el móvil cuando ves una serie? Cuando vas al teatro, lo apagas. Sales de tu casa para ir al teatro que es una especie de ritual que para ver una serie en tu casa, no lo haces. Es una actividad que te pide un tiempo limitado. Hay todo un ritual previo para ver algo.

-Te ha pasado que te haya sonado un móvil en el medio de la función…

– Si. Por supuesto pero lo intento jugar.

Recordando a “Merlí”

-A casi dos años del fenómeno “Merlí”, ¿cómo ves lo ocurrido con la serie?

– Ahora soy consciente que fue una locura, de mucho aprendizaje. Fue una época maravillosa. Es muy fuerte que existan plataformas que permitan que verla en Sudamérica y que haya gustado tanto “Merlí”. El equipo artístico y técnico creyó mucho en lo que se estaba haciendo. Estuvo muy bien lograda. Que la filosofía sea el hilo central de la serie con la vida de los adolescentes y las clases, era un mundo maravilloso en el que pusimos lo mejor de nosotros. Para nada esperábamos esa recibida. ¡Es un gustazo! Los mensajes de la gente eran muy positivos. Nos decían cosas tipo “esto ha unido a la familia para hablar de ciertos temas”, “ahora mi sexualidad la vivo con más naturalidad y puedo hablar con mis padres”. También se tocó el tema de la claustrofobia. Es una serie que ha conectado con muchos temas que han llegado de verdad. Es un regalo.

Otro tema que me flipa es que me he enterado que hay mucha gente en Sudamérica que está aprendiendo catalán con la serie. Esto nos enriquece mucho como catalanes. Que en Argentina vean la serie en catalán me parece super precioso. Más que nada porque aquí hay una gran tendencia a ver las cosas dobladas. Eso pasa en la mayoría de los cines, algo que a vosotros no les ocurre.

-¿Cuanto tenia Tania, de Elisabet?

– Uh! Creo que el valor por la amistad y la necesidad de cuidar y ser cuidada por las amistades. Es verdad que hay algo del carácter positivo que compartimos.

– De todos los filósofos que tocaron en “Merlí”, ¿te atrajo alguno en particular?

-Si! Bauman fue uno, con todo lo que desarrolló acerca de “la sociedad líquida”. Después Judith Butler, que vino a Barcelona a dar un par de conferencias.

Una Elisabet personal

-¿Cómo te llevas con la popularidad?

– No me siento muy próxima a esa palabra. Desconozco porqué no he puesto el foco ahí. Creo que la popularidad de la que tú hablas, es la que me ha llegado por la televisión. Sobre todo con “Merlí”. Lo vivo como natural porque es un trabajo que le está llegando a la gente. Me parece normal que te reconozcan. Lo vivo tranquilamente porque el foco lo tengo puesto en otras cosas. La popularidad no determina en qué punto de la carrera me encuentro ni el nivel de trabajo que estas teniendo en ese momento. No hablo de cantidad sino de calidad. Es super bonito ver cuando la gente valora tu trabajo. Es brutal. Sin el público, los espectadores, nada tendría sentido. No tengo conflicto con la popularidad porque busco hacer mi trabajo, tal como hacen todos.

-Si no hubieras sido actriz, ¿a qué te habrías dedicado?

– ¡Qué pregunta! ¡Guau! No tengo ni idea. A lo mejor, algo relacionado con las artes escénicas. Me hubiera encantado ser bailarina aunque no tengo los conocimientos necesarios. Igual me encanta bailar!

– Si te encontrases con la Elisabet que estaba filmando “Imberbe”, ¿qué le dirías? ¿Algún consejo o recomendación?

– ¡Que bueno! ¡Hostias! Le diría que siga para adelante y no pierda nunca las ganas de aprender! (risas). Un poco romántico y cursi lo que acabo de decir pero bueno.

-¿Le darías algún consejo o recomendación?

– Que no sufra tanto por las cosas, que no sea tan sufridora. Es algo que aún me repito.

“Kassandra”. Viernes 7 de febrero, 19.45 hs y sábado 8 de febrero, 22.15 hs. Festival Temporada Alta (TABA). Del 5 al 16 de febrero, en Timbre 4. México 3554 . Información: www.timbre4.com  y en la nueva web de Temporada Alta en Buenos Aires: www.temporadaaltaenbuenosaires.com

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