Tamara Garzón: “No había chance de que no fuera actriz”

Hija de Gustavo Garzón y Alicia Zanca, esta morocha de risa franca y alegre, es una de las caras visibles de una versión actual y remixada de “Chau Misterix”, el clásico inoxidable del gran Mauricio Kartún. Café de por medio, Tamara habla de lo que es ser actríz, la relación con sus padres y su debut en cine y televisión.  


– ¿Cómo surge “Chau Misterix”?
– En realidad, termino de hacer “Juegos a la hora de la siesta”, en el 2006 y todavía estaba en el secundario. Se me estaba abriendo todo este mundo y mi papá me trajo esta obra y me dijo “Tenés que hacerla” y yo, como buena adolescente, no le hice caso y tardé cuatro años en leerla. No podía creer lo hermosa que era esa obra y llamé a Virginia Lombardo, la directora de “Juegos” para hacerla. Tardó un año y medio en armarse. Se trababa, había alguien y se caía o quedaba embarazada. Todo empezó a funcionar mal y en un momento dijimos, “parece que no tenemos que hacer este proyecto”. Intentamos una última vez y salió todo muy bien, con mucha movida.
– La obra tiene mucho dinamismo…
– Mirá, la verdad fue que ensayamos muchísimo. Hay una cosa en la estética que es muy fuerte, que llama la atención que es que, cuando funciona, funciona y cuando no funciona, no funciona, es la energía entre nosotros cuatros. Un día viene uno con anginas o con lo que sea y depende mucho de lo actoral. ¿Viste que hay obras que tienen una super escenografía? Lo nuestro descansa pura y exclusivamente en lo actoral. Es un laburo de mucha conexión entre nosotros y si uno está medio desconectado, cuesta mucho.
-Tiene partes de danza, coreografía….cómo se ensambla todo?
– El mismo que nos hizo ese entrenamiento para “Juegos…” es el que convocamos ahora que es Federico Howard, -un genio-, hace un trabajo fino en lo que sería el movimiento. Para nosotros es fundamental trabajar desde el movimiento y conectarse con lo emocional.
– ¿Y tu personaje?
– Cual de todos? Jajaja
-Son…dos mínimo..
– Si, el de la realidad y el de la imaginación de él, que ahí están todos. Los más protagonistas de la ficción son los comics y además en su imaginación está Gina Lollobrigida y la madre. Para mi, el más difícil, fue el real, porque está más conectado con el alma y la sensibilidad de uno. En general, es más fácil explorar desde lo que está mas estereotipado o más “personaje”. Cuando tenés herramientas, técnica y se entrega al juego, es más fácil de encontrar. Pero lo que es real, lo que te tiene que pasar, se encuentra más adentro. Mi personaje tiene un recorrido en el que llora y se angustia mucho. Fue difícil encontrar ese estado porque es una obra que no para. Es todo el tiempo una acción constante y movimiento. Tenés que estar muy centrado para conectarte lo real…
-A eso sumado que utilizan todo el escenario. Van, vuelven…
-Si, el tema de las entradas y las salidas es un relojito. Pero nosotros llegamos al teatro con solo dos ensayos. En la sala donde estábamos, no sabíamos como iba a ser el espacio. Todo eso lo pusimos en el último ensayo. Donde iban a ser las entradas y las salidas. Nos preguntábamos “¿funcionará esto?” Y la verdad es que funciona.
-Además, la crítica ha tratado muy bien a la obra…
– Si! Y Kartún está chocho…
– ¡Que bueno! ¿Qué te dijo?
– A Mauricio lo conozco desde muy chica. Le pedimos los derechos y no tuvo problema en brindarlos. Además, a Virginia también la conocía. Vino a ver un ensayo general. Nosotros estábamos muertos de miedo pero quedó chocho! Al toque empezó a difundirnos y nos nombra en todas las entrevistas. Es de gran ayuda lo que hace Mauricio. Tené en cuenta que esta obra se hizo mucho…Hay tanto para explorar que se hace mucho en las escuelas de teatro y trasciende como obra de teatro pero en lugares muy alternativos. Hace mucho que no se hacía en un circuito más…afuera. Es una obra que hay que hacerla bien aunque se hace mucho como experimento. Es una pena….hasta que la agarramos nosotros y la descuartizamos! Jajajajaja. Fuimos para adelante. Esta buenísimo que pase eso con el teatro alternativo. Sentimos que funciona sola la obra, con el boca en boca entre la gente, que se va a corriendo la bola.Hay mucha sorpresa también porque hay de todo. De repente, te emocionas mucho cuando viniste riéndote a lo largo de la obra. La gente sale muy sorprendida de la función, no solo por lo de la obra sino porque a nosotros no nos conocen y es una muy buena obra para mostrarse.

– La obra también toca el tema de la niñez, adolescencia…
– Creo que, independientemente de la edad, tiene que ver con las vivencias y con lo que conserva del niño que fue. Podés tener veintitrés años y estar muy lejos de un niño. Es muy del actor el conservar el juego a flor de piel. Mientras conserves el juego y una conexión con el alma y con lo sensorial, ahí está el niño. Todo lo demás…uno lo va aggiornando. Mi personaje tiene aparatos y me acuerdo que decía “esta chica tiene ortodoncia y es un problema para ella”. Al principio, ensayaba sin ortodoncia y estuvo eso de encontrar al personaje “real” de la obra. ¿Sabés por qué? Porque ensayaba sin aparatos. Actuaba como que me acomplejaba algo que no tenía. Cuando me los puse, me mató. Ahí es cuando un objeto que viene de afuera, te modifica todo. Con los aparatos, hablás mal en realidad y haces un trabajo para hablar mejor. Está bueno.
-Hablando de adolescencia, hiciste “Juegos a la hora de la siesta”.
– Ahí era una adolescente de verdad! Fue mi primera experiencia profesional. Siempre me metí en los laburos de mis viejos a hacer cositas. Hubo mucho tiempo de ensayo y casi  que la rescribimos porque tomamos la idea y la reinventamos como un texto nuevo. Ahí, subirme al escenario, fue entender lo que quería hacer de mi vida. Fue muy fuerte. Era ser adolescente y jugar a ser niño y no teníamos tan claro ese transpaso. Como grupo, teníamos cosas muy de adolescente. Peleas y vivencias muy reales e intensas. Era la primera vez que actuábamos y eramos muy amigos entre nosotros –hasta había parejas y todo!-. Todo muy a flor de piel.
-Fue una obra muy fuerte, con mucha virulencia en el texto…
– Si, era muy fuerte y más que nada el verlo en niños.
Impasse 1: Llegamos puntual al Camarín de las Musas y Tamara ya estaba esperando. Está fresquito y un café caliente viene bien para comenzar la charla. “Chau Misterix” es de esas obras que, más allá de las buenas críticas que tuvo, cuenta con un boca en boca importante. Tamara se mueve constantemente. Rie con frescura y contesta con buen humor todas las preguntas. Se la nota feliz con todas las actividades que está encarando en estos momentos de su carrera.
-Estuviste con un par de participaciones en cine…
– Si, hice mi primer personaje de peso en la ópera prima de Luis Ziembrowsky, que se va a estrenar este año. También tuve un personaje chiquito en la ópera prima de mi padre. Si, estoy tratando de entrar en ese mundo que es, otro mundo. Terminé lo de mi viejo el mes pasado y ahora empiezo a filmar una miniserie muy buena, otra ópera prima de un chico muy joven llamado Mariano Hueter. Es una investigación sobre una serie de suicidios en un colegio que protagonizan Nico Pauls, Inés Efrón y Martín Slipak. La miniserie está muy buena y la lees con ganas. Además, tanto Mariano como la gente de la producción son todos muy jóvenes, de mi edad. Que ya tengan una productora, tengan un proyecto y hayan ganados concursos, está genial. Lo aplaudo porque son gente joven con mucha pila, que estudia.
– ¿Hubo alguna chance que no fueras actriz?
– No, lamentablemente, no. Jajajajajaja. Al principio, antes de hacer “Juegos..”, con lo nena que era, no me divertía. Pensaba que no tenía talento, que lo hacía por mandato familiar y que no quedaba otra. Con “Juegos…”, me di cuenta que nadie me bajaba de ahí. Hasta entonces, era como que no me hallaba en nada y tampoco en la actuación. Me daba vergüenza y las clases de teatro me aburrían. El quiebre fue con el subir al escenario. Ahí tomé al estudio con una pasión distinta.
– Después de “Juegos”, ya tuviste claro que ibas a ser actriz y que no ibas a ser otra cosa…
– No, ya no quería dejar. Tuve la crisis de cuando terminé el secundario y el “¿qué hago?”, “¿cómo encaro esto?”. Le puse mucho peso a la danza, por ejemplo. Otra manera de conectarme conmigo, que me hizo entender la actuación de otra manera. Estudio mucho danza e incluso me gusta más que estudiar teatro porque me ayudó a conectarme con mi cuerpo. Lo que cuenta el cuerpo y encarar la actuación desde otro lado.
-Otra forma de expresividad…
– Si. Estudié muchos años con Chávez y me di cuenta que estaba muy intelectual. Todo era analizar el texto y por ese lado, me trababa. Me gusta también por el cuerpo, el corazón y después por la cabeza. Está buenísimo y super funciona pero también me sirvió la danza para conectarme conmigo, con mi alma, desde otro lado. Eso, mezclado con la técnica, me sirvió para utilizarlo a la hora de laburar. Me pasaba que con una sola cosa, no me alcanzaba. Complemento mucho todas las áreas. Canto también y estudio Artes en la facultad. Me gusta atacar con todos los wines…
– ¿Qué influencia tuvieron tus viejos, más allá de la actuación?
– Mi vieja, más allá que es actriz y directora y aprendí muchísimo, es muy de estudio. Le dio mucha bola al estudio. Siempre me dijo “vos estudiá y después decidí lo que tenés que hacer”. Mi viejo lo mismo. “Primero hacete como persona y después tomá las decisiones ya teniendo las herramientas”. Mi vieja siempre me bancó lo que quise estudiar. Prefiere que estudie y después que haga plata. Es un legado que me deja ella muy importante y que hice propio. Mi viejo es muy criterioso. Sabe mucho con quien labura y de que viene la mano. Me enseñó a manejarme en el ambiente y no crearme falsas expectativas. Es muy concreto y en este ambiente hay mucho chamuyo. “Yo te voy a contratar” te dicen y después no pasa nada. Me abrió los ojos muchas veces y me di la cabeza contra la pared muchas veces por no escucharlo. Voy aprendiendo. La tiene muy clara.
– ¿Como son los cinco minutos después de bajar de escena?
– Me desconecto cuando salgo. Me gusta relajarme. Fumarme un pucho, me tomo un vino y ya está. Es muy intenso. No soy de las que se quedan hablando de como estuvo la función y eso. Me voy…Chau…Misterix! Jajajjjaa. Necesito relajarme. Estoy tan expuesta, tanta luz…y hasta medio que aparezco en bolas. Es mucho. Me armé como “laburo es laburo –del cual soy apasionada-” y salgo del teatro, está la vida, que es otra cosa. Está buenísimo disociarla.
-Si por esta puerta entrase la Tamara Garzón que estaba ensayando “Juegos…”, ¿qué le dirías?
– Uh….le diría que estuvo bien tener paciencia. Prefiero ser selectiva e ir de a poco y no agarrar cualquier cosa o agarrar todo lo que venga. Me parece que no es el camino. Mis viejos siempre me ayudaron y me aconsejaron y también entiendo a la gente que tiene que hacerlo por necesidad. Le diría que fue por buen camino, de a poquito, con, como me dice mi papá, “corazón y pases cortos”. Creo que es eso.
– ¿Le darías algún consejo o recomendación?
– No. Todo lo que me equivoqué es producto de que hay que equivocarse. Si no me hubiera equivocado, no estaría donde estoy hoy, que estoy por demás contenta. Me doy cuenta de lo que hice mal y de eso se aprende. Si todo es acierto, es muy aburrido…y ¿cuál es la intensidad?
“Chau Misterix”. El Tinglado. Mario Bravo 940. Viernes, 23 hs.

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