Aguafuertes Porteñas: Marcha al Zoo de Buenos Aires, por la muerte de Winner, el oso polar.

En Buenos Aires pasan cosas. A veces uno se entera por circunstancias relacionadas a su actividad o simplemente porque la casualidad metió la cola. De esta manera y con esta impronta, se relatarán historias y hechos varios dignos de mención.

Foto: Myriam González

Tarde calurosa de domingo. Recibí la convocatoria para ir a la marcha al Zoo en repudio por la muerte de Winner, el oso polar, debido al calor, la pirotecnia, la falta de cuidados asi como el estar lejos de su hábitat natural (causa principal de su fallecimiento).


Llegué al Zoo junto con mi amiga Laura, quien me había contactado para ir a la manifestación. A la hora de nuestro arribo, había un grupo importante de gente que, con pancartas y letreros, exhortaban a la gente a no entrar al Zoo. Se brindaban folletos con la firma de algunas de las organizaciones independientes que habían convocado.
Al costado, se juntó alguna gente a hablar con Claudio Bertonatti, director del Zoo y con Carlos Fernández Balboa, coordinador de educación de la Fundación Vida Silvestre.
Los manifestantes se ubicaron frente a las boleterías con sus pancartas e intentaban hacer desistir a quienes quisieran comprar la entrada para ingresar. Hasta la mismísima “muerte” (una estatua viviente) estaba allí, en ese cordón que se formó en torno a la boletería. Con cánticos “ole, ole, ole, olá. A los zoológicos los tienen que cerrar”, la gente se hizo sentir y lograron que varios que quisieron entrar, desistan al respecto.




ECDL habló tanto con Carlos Fernández Balboa como con una de las manifestantes por los derechos de los animales.
  
–  Carlos, ¿cómo ves esta situación después de la muerte de Winner?
– La muerte del oso fue un detonante para mostrar determinadas cosas pero no es el quid del problema. Este radica en diferenciar las necesidades de los zoológicos. Me parece que el error está dado también en pensar que los zoológicos se pueden cerrar. Los zoológicos no se pueden cerrar hoy en día porque el hombre ha ocasionado tal desequilibrio en la naturaleza que ellos se han convertido, lamentablemente, en necesarios, por varios motivos. Motivos científicos, de conservación. Hay especies que están en los zoológicos que no pueden volver a la naturaleza. Entonces hay matices. Recién le decía a un grupo de gente que hay 210 zoológicos de los cuales algunos son verdaderas representaciones de Auschwitz. Son verdaderamente terribles para los animales.

– Luján sería uno…
– Exacto, pero no es el caso del zoológico de Buenos Aires. Tiene problemas, con una administración cíclica, tal como pasa en Argentina, pero que tiene dos cosas que ningún otro zoo tiene. Uno, tiene personal calificado para solucionar esos problemas en el mediano o largo plazo y dos, tienen la intencionalidad política e institucional de solucionar esos problemas desde el punto de vista de la conservación. Esas son las grandes diferencias que hay entre los 210 zoológicos que hay en Argentina y el Zoo de Buenos Aires. Algunos de aquellos son terribles y deberían cerrar ya. No es el caso del Zoo de Buenos Aires que tiene otra realidad desde el punto de vista administrativo.

Foto: Myriam González

-Igual la Fundación Vida Silvestre tiene conocimiento del informe de la auditoria y que la renovación de la concesión ha sido fraudulenta?

– Ni la Auditoría ni la concesión fueron fraudulentas. Fueron procesos donde participaron distintas instituciones entre las cuales volvió a ganar la misma concesionaria. Me parece que hay mucha información dando vuelta que genera malestar entre la gente.

– A todo esto, cual es la función “social” del zoológico?
– La misma que tuvo siempre. La de mantener un contacto directo con los animales que, de otra manera, no se los puede tener. Pero sobre todo, más que para el tema social….no se puede hablar asi… 

La charla se cortó aquí porque, cuando entró una persona al Zoo, después de comprar su entrada, se le cantó “Asesino, asesino” al igual que al mismo Bertonatti.


Una de las chicas que estaba con la máscara de un ciervo, se acercó a dar su opinión al respecto.

-Emilia, estaba hablando con la gente de Fundación Vida Silvestre y te salías de la vaina por hablar.

– Quiero que se escuche los dos puntos de vista, el de un activista por los animales y el de alguien que defiende a los animales atrás de las rejas. Nosotros estamos acá, manifestándonos debido a la muerte del oso polar, por culpa del calor y por estar en un lugar donde no debería estar. El oso polar vive a temperaturas bajo cero todo el año y acá sufre el calor y el encierro. No solo estamos pidiendo por Winner sino por todos los animales. Cualquier zoológico del mundo es cruel. Los animales nacieron para ser libres al igual que nosotros. Las cárceles se hicieron para cuando se comente algún delito y estos animales no cometieron ninguno. Estas jaulas son cárceles muy diminutas, con barrotes que hacen que los animales tengan zoocosis, una enfermedad que hace que los animales empiecen a caminar de un lado al otro porque se vuelven locos. Los animales, en su hábitat natural, recorren muchos kilómetros por día, sea la especie que sea. Cualquiera que entre al zoológico puede verle la cara de tristeza de los animales, lejos de su hábitat, de sus familias, con la soledad que padece. Estamos pidiendo que no haya zoológicos de ningún tipo. Los animales que nacieron en el zoo pueden ir a reservas. En el caso que se puedan liberar, se liberen o que sea una reserva. Estamos pidiendo que se respete el derecho de los animales a su libertad. El zoo no es educativo; lo educativo sería ver como interactúa el animal en su hábitat natural. Como caza, como se relaciona con su manada; aca no pasa nada de eso. Solo ves a un animal parado o sentado, lo cual no es educativo.

-Toda esta convocatoria se hizo por Facebook, no?
– Si, si. Somos organizaciones independientes que estamos cansados del maltrato a los animales. Cada vez somos más los que estamos en esto. Queremos que la gente tome conciencia de que el zoológico no es algo lindo de ver. Todos fuimos alguna vez al zoo porque nuestros padres nos han llevado a conocer los animales. Decíamos “que lindo verlos” pero nunca pensamos en “yo lo disfruto pero el animal disfruta detrás de las rejas?”. Venimos a concientizar.



Foto: Cristina Megale

Después de caminar un buen rato y  hablar con la gente, presenciamos algunas situaciones un tanto violentas. Un señor iba a entrar con su hija al zoo pero esta se asustó por la cantidad de gente y se puso a gritar, por lo que el padre pegó media vuelta y se marchó. Mientras se iba, cruzó algún insulto con algún manifestante al cual le metió un cabezazo y se marchó.


Otra pareja, al entrar al zoo, tuvo un cruce de palabras fuerte con algunos de los proteccionistas. Incluso, la chica que formaba parte de la pareja señalada, agredió a una de las manifestantes, ocasionando más gritos y bronca al respecto.


Cuando una persona se retiraba y no compraba la entrada, se producía un aplauso cerrado ante el objetivo logrado de evitar que una persona entre al Zoo en cuestión.

A todo esto, es necesario reflexionar sobre varias cuestiones.

Algunas manifestaciones de los proteccionistas terminan logrando el efecto inverso. El gritarle a una persona “asesino” no la convence del motivo por el cual el zoológico es una cárcel de animales sino que termina hablando mal de “los locos de los animales” y encima, solicita “seguridad” porque no le dejan ejercer su derecho a ir a un lugar que él desea.
En el caso de la niña que se largó a llorar, seguramente no vuelva nunca más a un Zoo pero será por los motivos erróneos. Será por el susto que se llevó y no porque sepa que no está bueno tener animales en cautiverio.
La gente que se retiraba del zoo y era aplaudida, ¿tendrá conciencia realmente del motivo por el cual lo aplauden o volverá en dos días, con un mensaje que le entró por un oído y le salió por el otro? Justamente le decía a una chica de nombre Leslie, ¿de qué se ríe este tipo que lo aplauden y encima, levanta los brazos ante la ovación de no entrar al zoo?
No se puede omitir que es una cuestión cultural el zoológico y que muchisima gente fue criada con una idea errada de lo que es ver un animal, sin una reflexión seria al respecto.

Se señalan estos hechos para que no vuelvan a ocurrir y termine quedando una manifestación por una causa noble y justa, manchada por esa violencia que se desea evitar.


¿Por qué el Zoo está asi? 


En Noticias Urbanas, revista en la que trabajo, mi colega y amiga Clarisa Ercolano realizó una investigación sobre el zoo en el mes de octubre, donde informa que “para que no tuviera que pasar por la Legislatura, el Gobierno porteño redujo la concesión del zoo de veinte a cinco años”. Hubo fuertes críticas al proceso y a la empresa ganadora de la subasta. Digamos al respecto que la concesión fue otorgada en el 2001 por el ex intendente Carlos Grosso al Grupo CIE, de origen mexicano y tras su retiro definitivo en 2008, quedó en manos de sus ex socios locales quienes lo explotan bajo el nombre de “Zoo de Buenos Aires”. Según lo publicado por Ercolano en Noticias Urbanas en octubre del 2012, “la concesión venció en febrero del 2011 por lo que Mauricio Macri firmó una prorroga que extendió la explotación por seis meses (hasta el 31 de julio del 2011). Con los plazos vencidos, el Gobierno porteño optó por reducir la cantidad de explotación del espacio que ofrece y asi evitar que el pliego pase por la Legislatura para ser refrendado”. Hacemos la salvedad que, al contemplar una concesión por cinco años y no veinte –como se pretendía- no se requiere el tratamiento en la Legislatura.

La jueza Elena Liberatori hizo lugar a “un amparo presentado por el legislador Adrián Camps (Proyecto Sur) y ordenó al Gobierno de la Ciudad, suspender el procedimiento de la subasta pública para la concesión de uso y explotación del Jardín Zoológico”. El problema fue que no se pudo frenar la readjudicación. Según NU, hubo “lapidarios informes de la Auditoría General de la Ciudad de Buenos Aires (Agcba) que reportaron la pérdida de más de 100 especies: el 55% de las aves y el 23% de los mamíferos, además de señalar que los edificios, protegidos por la ley debido a su valor patrimonial y cultural, se encuentran en estado de degradación y destrucción, atentando contra la seguridad de las personas y de los animales”.


Para finalizar, la directora de Concesiones porteñas Silvia Imas afirmó que “regularizamos la concesión del zoológico a través del proceso más transparente, que es la subasta pública, que le asegura a la ciudadanía que las reglas fueron claras. La nueva concesión pagará un canon mucho mayor, lo que significa más ingresos para la Ciudad y nuevas inversiones para el Zoo”. Lo interesante de esto es que se duda del cumplimiento económico de la empresa ya que en el 2007 y 2008, “su balance aseguraba pérdidas de un millón de pesos. En 2009 bajó el capital accionario por la salida de CIE y además solo se reportó ganancias de 50 mil pesos”. La pregunta es como van a pagar lo que les corresponde por la concesión si declararon perder dinero o tuvieron ganancias mínimas. El canon mensual ofertado es de $ 1.010.000. Si el 70% de los ingresos se va en sueldos y el resto a comida, veterinarios y programas de conservación, los números no cierran. Más aún si, tal como consigna NU, se deberán bajar los carteles de publicidad externos, que significaría “una baja de tres millones de pesos”. 

Fotos: Myriam González y Cristina Megale




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