En Buenos Aires pasan cosas. A veces uno se entera por circunstancias relacionadas a su actividad o simplemente porque la casualidad metió la cola. De esta manera y con esta impronta, se relatarán historias y hechos varios dignos de mención.
Texto y fotos: Cecilia Inés Villarreal
En la ciudad de Buenos Aires, la antaño llamada París de Sudamérica, quedan vestigios de la vanguardia. La invocación con signos de admiración ¡¡Arte, Arte, Arte!! ya es vox populi. No hace falta mucha presentación. El Bar-o-Bar y el Instituto Di Tella de la Manzana Loca en la calle Florida guardan huellas de la bohemia argentina de los 60. Marta Minujin es un ícono del arte pop y en la actualidad sus obras siguen cautivando al público curioso. Sus happenings y su amistad con Andy Warhol en Nueva York constituyen una porción ínfima de su prolífica y fascinante biografía. “La Menesunda”, “El Partenón de libros” y otras instalaciones han marcado el arte contemporáneo y la psicodelia de los 60.
El sábado 6 de julio, en la explanada del CCK, se erige un coloso multicolor llamado “La escultura de los sueños”. Se lo puede visitar hasta el 28 de julio. Su inauguración le brindó belleza y paz al día gris invernal. Muchas personas se acercaron para ver de qué se trataba, pero pocos sabían que la artista iba a estar presente. Había mucha expectativa al respecto. La ubicación es estratégica: está en diagonal con el Paseo de la Rábida, la Casa Rosada y con el conjunto escultórico de Juana Azurduy.
En los interiores del CCK, el secretario de Cultura, Leonardo Cifelli y Marta Minujin se saludaron y posaron para las fotos de rigor. Tras la realización de algunas notas de antemano con el Ministerio de Capital Humano, la artista hizo declaraciones cortas pero contundentes. La pregunta retórica de ¿cómo que no hay un Ministerio de Cultura? fue fuerte; con el “No se puede vivir sin arte y sin cultura porque nos hace mejores personas y más cultas” hizo gala de una irreverente elegancia, bien acorde a su estilo.
El look de Minujin merece un capítulo aparte. No pasó desapercibida frente a la formalidad protocolar en el vestuario de Cifelli (campera negra inflada y jeans). La artista lucía un vestuario peculiar: ataviada con un tapado color naranja furioso, pantalón negro y botas, con su melena rubia y anteojos espejados.
La inauguración fue acompañada por música en vivo: una mujer tocaba el xilofón como melodía de fondo. Lxs bailarinxs con mamelucos blancos, pelucas platinadas y labios rojos, realizaron una danza conceptual. Se mezclaron con el público, cerca de la propia Minujin y de su obra. Con mucha amabilidad y paciencia, la artista era rodeada por un público curioso que deseaba verla de cerca para tomarse una foto.
El oído atento destaca el comentario de un chico que había ido con su madre a la inauguración. Ante la explicación y aclaración de su madre de que la danza formaba parte de la obra, el chico- de unos 10 años-preguntó impunemente “¿cuándo desarmaban el pelotero?”. Los consumos culturales tienen su tiempo de decantación y comprensión.
El “inflable” imitaba una serie de colchones ensamblados y conformaban una caverna para ingresar a otra dimensión, con sonidos de canto de pájaros. Es una vuelta a la Naturaleza entre tanta tecnología que adormece. Inclusive existen aplicaciones para escuchar sonidos de lluvia, de ronroneo. ¡Hasta los sonidos cotidianos se han tecnificado! Arte y vida se dan la mano, tal como reza el espíritu de las vanguardias.El propósito de la escultura es recorrerla, vivirla y susurrarle deseos, para que sus paredes actúen como una caja de resonancia.
El arte no sólo vive en los museos; debe salir a la calle y estar abierto al público. Ser accesible. Teatro, artes visuales, plástica, danza, cine. El visionado de una obra puede impresionar- en el sentido de quedar impreso– y esa chispa puede despertar una vocación dormida, un talento. Nunca se sabe. En el CCK hay una importante oferta de actividades para niños y adolescentes. Ese es el punto. Un paseo por demás recomendable que cuenta, sobre todo, con esta escultura onírica que te invita a dejarte llevar y vivir experiencias nuevas que enriquecen el alma. Esa es la función de la cultura, tan vapuleada hoy en día.
El chico de diez años, cronista de su tiempo, comprende su realidad social muy claramente.