Tadeys (Teatro)

Torturar para educar

Con Diego Capusotto, Canela Escala Usategui, Javier Lorenzo, Ivan Moschner, Felipe Martín Saade, Florencia Sgandurra y Bianca Vilouta Rando. Actuación en video: Diego Capusotto, Analía Couceyro, Canela Escala Usategui, Javier Lorenzo, Felipe Martín Saade y Bianca Vilouta Rando. Vestuario: Mónica Toschi. Escenografía: Gonzalo Cordoba Estevez y Mariana Tirantte. Iluminación: Sol Lopatin. Música original: Florencia Sgandurra. Asesoramiento coreográfico: Celia Argüello Rena. Asesoramiento artístico: Lisandro Outeda. Asesoramiento Artes Visuales: Juan Francisco Martinez Pucci y Fernando Ramos Tutera. Asistencia de dirección: Juan Doumecq. Producción ejecutiva: Francisco Patelli y Ana Riveros. Dirección: Albertina Carri y Analía Couceyro.

Teatro Nacional Argentino – Teatro Cervantes. Libertad 815. Jueves a domingo, 18 hs.

Todos los años suele haber una obra, de esas que divide aguas de manera contundente. Es aquella de la que hablan quienes les ha gustado y los que se encuentran en las antípodas. Este año, parece ser el caso de “Tadeys”, texto inconcluso de Osvaldo Lamborghini, que tiene a Diego Capusotto encabezando el elenco y a la dupla conformada por Analía Couceyro y Albertina Carri en la dirección.

Desde el primer momento, con el mismísimo Capusotto junto a Javier Lorenzo, recibiendo a los espectadores, se percibe que hay algo diferente en esta puesta. Un escenario asimétrico es la base donde se desplazan los personajes de una fábula pesadillesca, que se puede relacionar tanto con La Naranja Mecánica y a George Orwell.

El poder y el respeto a las tan mentadas “buenas costumbres” así como la noción de “un ser útil a la sociedad” tienen en la “Araña Ky” su más fiel expositor. Como si fuera un cruzado en esta tarea, es quien lleva adelante un programa en el que los jóvenes descarriados son sometidos a tratamientos de “feminización” para quitarles todo atisbo de violencia y añadirles todo lo relacionado al servicio –servidumbre- y obediencia –sumisión- en pos del bien común. Lo soez y lo despiadado de los actos realizados y el lenguaje utilizado son sus herramientas para que una sociedad funcione “como debe ser”. No importa si los Aparatos Idelógicos/Represivos del Estado tienen que sodomizar a alguien. Eso es lo de menos. No interesa ninguna cuestión relacionada a los derechos humanos, el respeto a las libertades individuales o algo parecido. “Hay que hacer….¡¡lo que hay que hacer!!”. ¿Les suena este discurso?

En tal sentido, el diálogo con la realidad es constante. Desde la concepción social a través del poder represivo no exento de mesianismo, borrando los cimientos de una sociedad abierta y democrática, hasta la resignificación de “lo femenino”. La exaltación de la masculinidad como aquello que está bien y la mujer, cuya única función es satisfacer al hombre, en un plano absolutamente secundario, dan cuenta de un tipo de pensamiento que atrasa años pero se encuentra profundamente arraigado al día de hoy.  .
Por otra parte, el concepto de “masa” es palpable en las formas que se considera al colectivo denominado “pueblo”. Solo se llega a un funcionamiento acorde a partir del disciplinamiento.
Todo esto, en el marco de una puesta que apela a un humor que combina ironía y sarcasmo al tiempo que apunta más a la sonrisa cómplice y triste más que a la carcajada.

La utilización de la pantalla de video abre el horizonte de percepción a una historia paralela, mientras que en el escenario los hechos son todo lo corrosivo que pueden ser…y más. Uno de los puntos a debatir es el uso de dicha pantalla ya que habrá quienes consideren que enriquece la obra mientras que habrá quien asevere que se dispersa la atención.
Algo similar ocurrirá con el texto en tanto su lenguaje procaz y a cierto deseo de una provocación, por el simple hecho de provocar. Seguramente, el espectador atento y perspicaz podrá percibir todo lo que hay debajo de lo “impactante” de los enunciados.

La presencia de Diego Capusotto es garantía de concurrencia de público pero, a no equivocarse. Si están pensando en verlo en la misma sintonía de sus personajes televisivos, están errados. Su composición de la Araña Ky es excelente. Su presencia junto con el trabajo corporal y de la voz, lo ubica un paso delante de lo que se espera -erróneamente- de él. La posibilidad de encarnar a un personaje por demás corrosivo le permite gambetear cualquier tipo de repetición o estancamiento. Javier Lorenzo es el complemento exacto para Capusotto mientras que las intervenciones de Ivan Moschner dan cuenta de su calidad interpretativa. Párrafo aparte para Bianca Vilouta Rando, exacta en su rol.

“Tadeys” inquieta, incomoda y juega con ideas que, al exacerbarlas a través del sarcasmo y el humor, logran un clima ominoso e inquietante de teatro, que no pasará desapercibido.

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