Cine: “Un movimiento extraño” de Francisco Lezama.

El MALBA suele tener una programación por demás selecta. En especial a lo referido al cine. Por tal motivo, el estreno del corto “Un movimiento extraño” (An Odd Turn) de Francisco Lezama es un hecho a destacar. Reciente ganador del Oso de Oro en la última Berlinale, se proyecta junto a “La novia de Frankestein” (2015) y “Dear Renzo” (2016), dos trabajos previos de Lezama –realizados con Agostina Gálvez-, en lo que sería una especie de miniretrospectiva del director.

“An Odd Turn” gira sobre una joven que trabaja de seguridad en un museo y las situaciones que debe atravesar en su vida. Más aún en el marco de una coyuntura de crisis económica en la que hay buscar la forma de ganarse la vida, con una tasa importante de desempleo. Cuenta con un desarrollo armónico que capta la atención del espectador. Los diálogos son escuetos y precisos. Tienen lo que tiene que tener. No les sobra nada, pero son certeros. El contexto en el que vive Lucrecia es atravesado por el dólar, la apatía, la búsqueda del amor y, quizás, la felicidad. Algo que todos y todas buscan de diversas maneras pero no deja de ser relevante la manera en que se expresa esto. Año 2024, una sociedad pospandémica con una población cansada, con la desilusión a cuestas, fiel reflejo de la actualidad.

Las actuaciones son acordes a lo requerido, con un elenco con importantes nombres como los de Jorge Prado, Susana Pampin, Eugenia Alonso y Sofía Palomino, que jerarquizan el corto. Cierto dejo de melancolía e indolencia, Lucrecia (sobre) vive pero parece que no tiene mucha noción de cómo hacer frente a las caídas y las frustraciones. ¿Será un reflejo de época? La pregunta surge ante las críticas hacia los jóvenes con apelativos hirientes como el de “generación de cristal” en la que no se aprecia una rebeldía frente a lo escrito para cada uno.

Junto con este corto, se presentan sus “capítulos” previos a la historia final. Allí se pueden ver ese axioma de “la acción hace al ladrón” aunque esto va más allá de un hurto en si. Es aprovechar la oportunidad sin mediar reflexión alguna.

En “La novia de Frankestein”, es Ivana la protagonista de una historia simple en su superficie, pero compleja en su devenir. Su trabajo es ayudar a extranjeros que vienen de visita a Argentina, brindándoles una mano en su estadía en Argentina, ya sea cambiando dólares o simplemente, una traducción que les permita la comunicación. Esto, siempre con alguna ayuda esotérica.

En cambio, “Dear Renzo” ocurre en Nueva York, ciudad en la que, Renzo y Mariana, dos argentinos, buscan su destino, sea como sea. El cambio de geografía potencia las búsquedas de cada uno de los personajes. Paralelamente, la lejanía permite sacarse las ataduras que se tienen “en casa” por prejuicios y crianzas varias. ¿Acaso es la misma naturaleza de la persona la que sale a flote?

Desde cierto lugar, los tres cortos dan cuenta de esa dependencia generalizada de -al decir de Enrique Pinti- ese “sorete verde que no nos deja pensar” con una coyuntura de inmediatez líquida. No tener ataduras mientras se trasciende en la vida. Todo extensible a las relaciones humanas en las que se pide aquello de lo que se reniega o directamente, no se tiene ningún deseo de modificar nada.

Francisco Lezama realizó tres cortos sutilmente atrapantes, con la visibilización de un contexto individual que prima una inmediatez que, ni siquiera deja la posibilidad de expresar el (mucho o poco) placer que se pueda disfrutar.

«Un movimiento extraño» de Francisco Lezama y cortos. MALBA. Domingos de septiembre, 18 h

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