Cine: “Una vida soñada”. La pesadilla de vivir en una realidad selectiva.

Los tiempos modernos son por demás vertiginosos. Todo ocurre demasiado rápido. Como diría el enorme bicolor, “lo que fue hermoso, será horrible después” en tanto la resignificación propia de los cambios sociales. Estos, dejan un tendal enorme de damnificados que no saben qué hacer cuando se le queman los libros de la vida con los que se han criado.

Nicole puede ser una de las víctimas de estas modificaciones. Vive con su hijo Serge, en las afueras de Paris, en un barrio de clase baja. Está desocupada y le cuesta encontrar trabajo tanto por su edad como por donde vive. Si a eso le sumamos su propio carácter errático y las particularidades de criar –y comprender- a un adolescente, la mecha de la bomba está encendida.

Como no podía ser de otra manera, le pasa de todo. Es la encarnación del dicho “de buenas intenciones está lleno el camino al infierno». Una “pata criolla –francesa en este caso-” que ve como su mundo parece desmoronarse. Pero el punto a destacar es el “como”, el desarrollo de la historia –su vida- y como hace frente a la adversidad. Al respecto, la composición de Nicole es fácilmente identificable, aunque no deja de platear preguntas. Allí es donde radica la riqueza de la película.

Ante cada situación, se abre una nueva puerta. “Hay que seguir, aunque sea por curiosidad” decía Eusebio Poncela en “Martín Hache”, frase que debe tomarse como un mandato para la vida. Los vínculos que va estableciendo visibilizan sus contradicciones. El que viva en un barrio y tenga cierta mentalidad de Doña Florinda –no exenta de una profunda “inocencia”- expone aquél “sentido común” que se establece y es muy difícil de contrarrestar por más que sea una idiotez grande como la Torre Eiffel. De ahí que su diálogo con los vecinos jóvenes –e inmigrantes- sea uno de los momentos más atrapantes del film. Ni hablar de la irrupción de Norah, la dueña del bar que está enfrente de su casa, en su vida. Toda una invitación a hacerse cargo de su propia existencia.

Esto no implica que todas las miradas recaigan sobre Nicole. Es una mujer que vive en el marco de una sociedad –capitalista, moderna y occidental- que exige requisitos casi inalcanzables a sus habitantes. Se autopercibe como inclusiva pero no brinda ningún tipo de contención a quienes pueden quedarse en el camino. La expulsión de quienes no están a la altura de las circunstancias de un sistema caníbal y psicópata. Una madre sola, de mediana edad, que se enfrenta contra los molinos de viento de la Francia actual. Menos mal que es blanca y francesa pura. Ni hablar si perteneciese a una minoría… De alguna manera, pareciera que los cuestionamientos de Serge son los mismos que realizaría un contexto expulsivo. En algún punto, puede relacionarse con «Recursos inhumanos», la miniserie protagonizada por el enorme Eric Cantoná o  «El proceso», el documental de Sandra Gugliotta.

Morgan Simon creó una fábula bien actual en la que están todos los condimentos que atraviesan la vida en el 2025. El desempleo, el amor después de los 50 años, las relaciones interpersonales, el «miedo a lo desconocido» y el deseo de salir de una situación pésima, aunque el peor enemigo a enfrentar sea -en ocasiones- uno mismo. Con una fotografía tan sutil como elocuente, las actuaciones son destacables. Valeria Bruni Tedeschi es una Nicole entrañable, tan frágil como creíble. Párrafo aparte para Lubna Azabal y una Norah tan intrigante como segura de si misma.

“Una vida soñada” podría haber sido una pesadilla en esta tierra en tanto su propuesta. Por el contrario, termina siendo cautivante a partir de los planteos que realiza, en tanto pone el dedo en la llaga en varios imaginarios. Nada mejor que revisitarlos y discutirlos, sobre todo en estos tiempos en que los retrógrados parecen haberse adueñado de una agenda cultural que sus mentes obtusas no entienden pero combaten.  

Ficha técnica.

Guion y dirección: Morgan Simon. Con Valeria Bruni Tedeschi, Félix Lefebvre, Lubna Azabal, Dylan Benha-Guedj, Gédéon Ekay, François De Brauer, Antonia Buresi y Tya Deslauriers. Música: David Chalmin. Fotografía: Sylvain Verdet. Producción: Fanny Yvonnet y Jean-Yves Roubin, en coproducción con Florence Gastaud. Título original: Une vie rêvée. Año: 2024. Duración: 97 min. País: Francia

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