“Pienso en el final”. La eterna disertación de Charlie Kauffman en la mente humana.

Netflix está presentando películas que dejan mucha tela para cortar, que van más allá del entretenimiento. Ojo, no es que esto este mal…a menos que se haga bodrios como «Corazón loco» o “Casi felíz” pero está bueno sentarse a ver algo que te conmueve. No para una reflexión sesuda, intelectualmente hablando sino que te perturba y atrapa en partes iguales.
Algo de eso hay en “Pienso en el final”, la última creación de Charlie Kauffman, mastermind que estuvo detrás de películas como “¿Quieres ser John Malcovich?” y “Eterno resplandor de una mente sin recuerdos”.

Como suele haber en sus películas, el clima de ominosa tensión en sus planteos permite que el espectador este atento a cada momento por los sutiles pero contundentes cambios que realiza en el relato y sus palabras. No obstante, aquí surge la pregunta ¿Acaso todo debe tener explicación?
En el caso de “Pienso en el final”, empieza con una historia en apariencia sencilla, que se abre hacia un abanico de múltiples aristas, “a gusto y piaccere” del espectador.  Ella –“la chica”- está de novia con Jake y accede a conocer a sus padres aunque…..no está convencida de la relación.
A partir de este planteo, empieza un tour de forcé a nivel psicológico (¿se podría decir que es un thriller?) en el que hay que estar atento a cada situación que sucede. El hilo conductor son los pensamientos de ella (que mutará su nombre y profesión) en relación con lo que vive y siente. De ahí, el clima tenso y clautrofóbico que empieza a surgir a partir del devenir de los hechos.

Los pensamientos de Lucy (o Louisa, Amy, entre sus tantos nombres) captan la atención y empatía de inmediato. ¿Quién no ha vivido esa situación de tener que ir a un lado cuando no está convencido al respecto? Pero también la de Jake. ¿Acaso escucha lo que ella dice? ¿Y si lo hace, por qué no actúa al respecto? Las preguntas se suceden y enganchan al espectador. Los hechos se suceden con variada atención. Desde ese lugar, no decae el ritmo en el desarrollo. Esa cena para conocer a los padres de Jake –único con nombre propio de la película-, será un punto importante más no fundamental. Los caminos que se recorren en coche, son un trayecto a sus propias reflexiones. Tal como capítulos de un libro que tiene un sinuoso e interesante andar.
Cada uno de los pensamientos de “la chica” son de profunda realidad que entran en un estado de confusión frente a unos padres con los que no encaja. Esa sensación de incomodidad que se palpa en la cena, ¿qué tan lejos está de la que sentiría uno? Es ahí cuando el espectador ya está casi dentro del film e irá descubriendo todo, en una bien dosificada maraña de hechos, personajes e identidades. Como si se estuviese armando un “cubo mágico” de historias varias que buscan una linealidad y un orden. Quizás estemos demasiado acostumbrados a la linealidad de los relatos. O, al menos que, si se complica la cuestión, no sea “tanto”. Pero ¿a qué apela esa complicación? ¿Por qué todo tiene que “entenderse”?

El viaje que se había iniciado con cierta luminosidad, trae un anochecer de nieve. Esto no es casual. Lo mismo podemos decir de la fotografía lumínicamente sobria en tanto su aporte en el dibujo de los personajes. La cámara que toma diferentes planos para construir sentido, más allá del viaje a través del tiempo. Si bien mantiene los lineamientos básicos de una película común y corriente, abre el juego a los diferentes momentos que se plantean.
El elenco es exacto para esta nueva aventura de Kauffman. Jessie Buckley es esa chica de rulos color fuego con la que se establece un vínculo de manera inmediata a partir de sus propios pensamientos. No pierde un segundo su frescura ni su carisma para un personaje al que dota de variadas y precisas formas de acceso. Su contraparte sería el Jake interpretado por Jesse Plemons, un joven tímido e introvertido que logra conquistar el corazón de la chica en cuestión de manera sorpresiva pero efectiva. ¿Logrará mantener la relación en pié? Con una actuación que tiene mucho en sus silencios y sus gestos, este joven enigmático tendrá muchos mundos para vivir y dejar morir, como si fuera la vida misma.
Los padres son encarnados con precisión por David Twelis y Toni Colette. El primero, reconocido por su Profesor Lupin de Harry Potter mientras que Colette vuelve a demostrar su capacidad para navegar por diferentes personajes a los que dota de su talento y versatilidad. 

Con una gran capacidad para hacer una gambeta corta a cualquier tipo de encasillamiento o clasificación, “Pienso en el final” atrapa, perturba y molesta pero siendo prácticamente imposible dejar de verla hasta que llega a su último segundo. Por eso, no sería nada extraño querer volver a verla –y disfrutarla-  con un interrogante dando vueltas. ¿Acaso todo debe tener explicación?

Ficha técnica:

Guión y dirección: Charlie Kaufman. Basada en el libro de “I’m Thinking of Ending Things” de Iain Reid. Con Jesse Plemons, Jessie Buckley, Toni Collette y David Thewlis. Música: Jay Wadley. Fotografía: Łukasz Żal. Montaje: Robert Frazen. País: Estados Unidos. Estreno: 4 de septiembre de 2020. Género: suspenso, drama y película basada en una novela. Duración: 134 minutos. Idioma: Inglés. Producción: Likely Story y Projective Testing Service. Distribución: Netflix

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