Carta a Claudio

Hace poco más de año y medio, fui invitado a un ciclo de Cartas Públicas a Personalidades Vivas. Mi creatividad estaba –creo- en un buen momento y escribí dos a falta de una. La primera fue dirigida a los críticos y jurados de teatro (que se puede leer aquí: http://cort.as/-MSAz) y la segunda a un paisano mío que está en las altas esferas del gobierno macrista.


Cuando me convocaron a este ciclo, tuve la duda acerca de la persona a la cual dedicarle parte de mi tiempo para llevar adelante estas líneas. Más aún, si es alguien con el que me une todo lo contrario a la empatía. Pero vi que, con vos Claudio –a quien está dedicada esta esquela-, tenemos muchas cosas en común. Fuimos al mismo colegio secundario, con algunos años de diferencia y transitamos gran parte de la adolescencia en el mismo barrio, que es Flores.

Por estos motivos, la cuestión identitaria tiene que ver con la presente carta y atraviesa la pertenencia a un pueblo que nos cobija a ambos. Esto, igualmente, no quita las notorias diferencias que, por suerte, nos separan.

A lo largo del tiempo, vi como hacías tu camino, escalando a través de los distintos estratos de la vida pública. Sinceramente, te felicito por tener esa capacidad de estar siempre en el lugar indicado con la palabra exacta (“justa” sería otra cosa), según ameritaba la situación. ¡Pocos gatos caen tan bien parados en situaciones tan diversas como vos! Algo de gato tenes aunque no en relación con los nobles felinos que alegran nuestras vidas sino con el apodo que se le endilga al mandamás que habita, al día de la fecha, Balcarce 50.

En los años 60 el gran Muhammad Ali se declaraba orgulloso de su origen y color, denostando a sus paisanos más “pacificos” a los que llamaba “Tio Tom” (personaje de la novela ‘La cabaña del Tío Tom’ que, a ojos de Ali, Miles Davis, Malcolm X y muchos afroamericanos, representa al esclavo dócil con su amo blanco). A partir de esto, podría decir que “La cole” está llena de “Tios Josele”. Demasiado “judío culinario” que se acuerda solo de su raíz con la comida y en las fiestas ocultando su cobardía detrás de un mal llamado “pacifismo”, «concordancia» y el «evitar líos» pero estos ya son temas para otra charla. Mucho deseo de ser “aceptado” pero poco corazón y barricada. Basta con ver las actitudes de la AMIA y la DAIA -de la cual fuiste Director Ejecutivo-, que se dejan llevar por cuestiones políticas acomodaticias al tiempo que se busca pasar desapercibida como un “Fantasma de Canterville” siendo  la “política de avestruz”, su carta de presentación. Como diría el gran Groucho, “tengo estos principios. Si no le gusta, tengo otros”.
Ya que estamos, aprovecho la ocasión para preguntarte sobre el papel de la DAIA durante la dictadura y ahora, que se ha convertido en una sucursal de Cambiemos, acerca de la independencia de un organismo que oculta bajo la alfombra, por ejemplo, el desenlace de casos por demás escabrosos como el del ex presidente de la institución Ariel Cohen Sabban con la impresentable de Esmeralda Mitre.

Sos una de las caras  más visibles  de “la cole”. Diría que, como tantos paisanos, vivís tu pertenencia con cierto estilo. Pertenencia….Si, pertenencia….al “country”, “al shule”, “a tener una shikse” –término por demás espantoso- con un buen pasar económico, mirando mirar de costado a los que llamás “schwatzes” o “fajmes”,  (según seas ashkenazi o sefaradí) con marcado racismo. Judíos racistas. Toda una contradicción aunque sea absolutamente común. De más está decir que no es aceptable ni justificable. Tampoco lo es la victimización constante en la que, cualquier tipo de crítica, es considerada «antisemitismo». 

Tus aseveraciones poco claras y de lealtad dividida se superan día a día, con lo cual te actualizas constantemente. Te leí pronunciándote por el caso de Santiago Maldonado y era obvio que ibas a seguir las directivas de tu patrón de la Casa Rosada. Nuevamente dijiste una cosa para desdecirte a los pocos días. Solo te importa quedar bien con tu jefe, por más que se haya encubierto la desaparición de una persona por parte de uno de los aparatos represivos del Estado, tal como es la Gendarmería. Lo mismo ocurrió cuando, en un lapso corto de tiempo, saliste a apoyar el intento fallido del 2×1 en la pena de los autores de delitos de lesa humanidad, del cual te separaste al instante que tus amos te lo pidieron. Con la cara de piedra y una mandíbula de amianto, cambiaste de parecer sin ponerte colorado. No me extraña en absoluto. Venís del riñón de Rubén Beraja, uno de los más detestables dirigentes que tuvo la dirigencia de “la cole”.

¿Qué se te habrá cruzado por la cabeza cuando  esgrimiste una defensa del 2×1 y quedaste más solo que “loco malo”?. Sinceramente te pregunto, ¿Cómo te dio la cara para justificar eso? Plantear tan livianamente la idea de la “reconciliación”, ligadas íntimamente con el “dejar atrás el pasado” para “encarar el futuro”. Este discurso tan vacío, ¿lo usas también en tu rol de Presidente Honorario del Museo del Holocausto de Buenos Aires? ¿Para los 30 mil desaparecidos pedís “reconciliación”, como “un hecho del pasado” pero no para los 6 millones? ¿Te suena  Simon Wiesenthal y su cruzada por la memoria y la justicia, a la cual deshonras con tu prédica de frases de libro de autoayuda, dignas del lacayo Ari Paluch? Parafraseando a Obi Wan Kenobi en su reproche a Anakin Skywalker, “Tu función era brindar equilibrio a la Fuerza, no pasarte al lado oscuro!”. Desde tu lugar podrías hacer algo como la gente pero no.
Volviste –nuevamente- sobre tus palabras cuando dijiste que “Yo creo que no va a haber nada que lo mejore –las relaciones con- en tanto y en cuanto los organismos de derechos humanos sigan alineados a definiciones partidarias e ideológicas, equivocadamente para mí”. Me gustaría preguntarte si conoces algún organismo de Derechos Humanos de derecha. Además, cualquier definición respecto a lo que es el “terrorismo de Estado” da por tierra a cualquier esbozo de tu parte de “la teoría de los dos demonios”

Te quedaste callado cuando el brillante de tu compañero de espacio Esteban Bullrich se mandó la inolvidable reflexión acerca de que “Los sueños (de Ana Frank) quedaron truncos en gran parte por una dirigencia que no fue capaz de unir y llevar paz a un mundo que promovía la intolerancia”, banalizando la Shoa y diluyendo la responsabilidad del nazismo. Hubiera estado bien que dijeras algo…. Pero ya comentamos antes algo de tu perfil acomodaticio y timorato. 
O cuando Eduardo Amodeo, ante la visita de Angela Merkel al país y su paso por el templo de Libertad, twitteó “La visita de Merkel demuestra cómo es posible y esencial la reconciliación. El que quiera oir, que oiga”. No solo mezcló alemanes con nazis sino que sostuvo que puede haber reconciliación entre nazis y sus víctimas. Todo, bajo tu atenta mirada.
Tampoco dijiste nada sobre la represión en Pepsico, el caso de “El Polaquito”, Rafael Nahuel, San Miguel del Monte o los múltiples casos que hay de “gatillo fácil”. Vuelvo a recordarte que tu cargo es el de “Secretario de Derechos Humanos y Pluralismo Cultural de la Nación”. No te escuché decir nada con la visita de los seguidores de Biondini (juventud de Bandera Vecinal) a la Rosada, cortesía de Piter Robledo o cuando Durán Barba dijo que “Hitler era un tipo espectacular”.

Les recuerdo a los ocasionales testigos de estas palabras que también es “mi cole” aunque aborrezca en lo que se ha convertido gran parte de ésta. Algunos se van a ofender y dirán que busco “la confrontación”, que soy “oscuro”, y no un “ser de luz” como ellos. No soy de los que ponen la otra mejilla. Mucho menos, un “Tio Josele”. A todo esto, hay que sumarle que no tengo pinta “de judío”, prejuicio con el que debo lidiar tanto con judíos como con aquellos que no lo son.

Te cuento Claudio que no soy de los que se acuerdan de su origen cuando llega Yom Kippur y hacen el ayuno para expiar pecados y después, siguen cagando gente. Incluyo también en este lugar de bronca a quienes, ante cualquier insulto antisemita, bajan la cabeza y cobardemente, siguen haciendo “la suya” ¡Tengan dignidad y defiendan su origen, carajo! ¿Dónde está el orgullo de pertenecer a un pueblo rico en sus costumbres? ¿Acaso hace falta un Miles Davis, Martín Luther King o Muhammad Ali judío para que el estabilshment de “la cole” salga de su caparazón de cobardía y comodidad?
De más está contarte que estoy más cerca de Walter Benjamin, Franz Kafka, Bob Dylan, Rosa Luxemburgo, Hannah Arendt, Groucho Marx, Mordecai Anilevich, Baruj Spinoza o Marshall Meyer que Carlos Vladimiro Corach, el rabino de la kipá lisérgica Sergio Bergman, Gerardo Sofovich, Marcelo Araujo, Jonathan Viale, Donald Rumsfeld, Benjamin Netanyahu y la cadena de bancos Goldman Sachs.

Más allá de nuestra pertenencia, creo que nunca vamos a estar en el mismo equipo. Bueno…si. Si alguien te dice “judío de mierda”, algo voy a hacer. Estoy seguro que si fuese al revés, no vas a mover un dedo.
Sos todo lo legalmente detestable (puertas afuera) que podes ser. Tengo memoria y sé lo que hiciste vos y todos los “Josele” de “la cole”. Traidores y cobardes, manipuladores con mentalidad de ghetto. Por suerte, nunca vamos a estar del mismo lado. Soy muy peleador, muy tozudo y… muy judío.

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