FIBA 2017: “Five easy pieces”, inocencia interrumpida

Autoría y dirección: Milo Rau. Dramaturgia: Stefan Bläske. Texto e interpretación: Rachel Dedain, Aimone De Zordo, Fons umont, Arno John Keys, Maurice Leerman, Pepijn Loobuyck, Willem Loobuyck, Blanche Ghyssaert, Polly Persyn, Lucía Redondo, Peter Seynaeve, Pepijn Siddiki, Elle Liza Tayou, Winnie Vanacker, Hendrik Van Doorn, Eva Luna Van Hijfte. Interpretación en video: Sara De Bosschere, Pieter-Jan De Wyngaert, Johan Leysen, Peter Seynaeve, Jan Steen, Ans Van den Eede, Hendrik Van Doorn, Annabelle Van Nieuwenhuyse. Asistente de dirección: Peter Seynaeve. Responsable del elenco infantil y asistente de producción: Ted Oonk. Investigación: Mirjam Knapp y Dries Douibi. Diseño de escenografía y vestuario: Anton Lukas. Producción: Campo, IIPM. Duración: 90’.

En lo que fue la segunda semana de la onceava edición del Festival Internacional de Buenos Aires (FIBA), “Five easy pieces”, de Milo Rau, era de las puestas que despertaban mayores expectativas junto con “2666”, de una duración de doce horas. Al respecto, y en relación con la puesta de Milo Rau, tuvimos la suerte de presenciar “Five easy pieces” asi como la posibilidad de coordinar la charla posterior a la función.
 
Pero vayamos por partes. La obra gira en torno a la vida de Marc Dutroux, el tristemente célebre asesino de niños de Bélgica en los años 90. Ahí es cuando surgen varias preguntas. ¿Cómo podrá llevarse a cabo tal historia sin caer en una puesta lenta en su ritmo y pedagógico/didáctica en su contenido? ¿Más aún trabajando con niños? En relación a estos interrogantes, lo que hace Milo Rau es partir de la construcción de una obra sobre el tema mencionado. O sea teatro que hace teatro sobre un tema en particular. Como si fuera una audición, el director encarnado por Peter Saynaeve (una especie de Dr House que en un momento asevera que “el teatro no es honesto: es cruel”) habla con cada uno de los jóvenes actores que tienen sus respectivas particularidades. Los hermanos Looybuck en neta relación con la música o Elle Liza Tayou que combina la cuestión identitaria (“en África soy blanca, en Bélgica soy negra”) con su canto, en el que pueden aparecer tanto John Lennon como Rihanna.

Desde el mismo comienzo de la puesta, Rau introduce diversos momentos de la historia de Bélgica, tal como la liberación de El Congo y el posterior asesinato de Lumumba como marco de situaciones que atravesaron la vida de Victor Dutroux, padre de Marc. Las idas y vueltas que realiza Victor a El Congo son el punto de inicio de la historia que también abre la puerta al desarrollo de diversos acontecimientos de la sociedad belga. 

La capacidad de los niños para entrar y salir de las situaciones que se narran, de hondo contenido dramático, sorprenderá a más de uno. Realizarán diversos personajes, construyendo momentos tan fuertes como inolvidables. Tal es el caso de Rachel Dedain que pone su ser para contar el padecimiento de una de las víctimas de Dutroux en la casa donde se encontraba cautiva.
La utilización de la cámara asi como la simultaneidad de las acciones en las pantallas como en el escenario, pone la puesta en otro lugar. Por una parte, será el sumun del teatro de la ilustración en tanto y en cuanto se repite en pantalla y en el escenario lo mismo. Esto abre la puerta a la discusión sobre las bondades del dispositivo. No obstante, la tensión es palpable y la concentración en lo que ocurre por parte del público es poderosa, cortesía del texto y las actuaciones de los niños. Es de esos momentos en los que se escucha la respiración del otro. Rau es muy hábil en tanto ese “entrar y salir” constante de la escena por parte de los personajes sin banalizar los hechos. Por el contrario, les da un aire, evitando que se convierta en un momento por demás ominoso. Amén de quienes puedan levantar algún tipo de desconfianza en tanto sean niños los que llevan adelante semejante carga dramática.

Termina la función y comienzan las preguntas al actor Peter Seynaeve y Marijke Vandersmissen, miembro de la compañía Campo.

Por la coyuntura que estaba viviendo el país en el momento en que se realizó la función y la charla correspondiente, surgió el tema de Santiago Maldonado por parte de uno de los espectadores en el marco de las preguntas a los actores. Al respecto, quien esto escribe llama la atención al deseo de algunos/as que creen que el arte no forma parte ni debe conectarse con los hechos que suceden en el marco de una sociedad. Si en su momento hubo quienes se callaron la boca con lo acontecido con Dario Lopérfido, no extrañó que salte alguno protestando por la mención de Maldonado. La pasteurización de las expresiones artísticas son el contexto ideal de sociedades desclasadas y egoístas. No vamos a repetir lo dicho por Brecht sobre el analfabeto político pero nos estamos refiriendo eso.

A continuación, el diálogo integro con los artistas.

-¿Cuando empezaron a pensar en hacer “Five easy pieces”?
– Peter Seynaeve: La posibilidad surgió de la compañía Campo que tiene una importante trayectoria en el trabajo con niños. Cada vez que preguntan al respecto, decimos que Milo Rau nunca había trabajado con chicos antes.

-¿Siempre pensaron la obra a través de la relación del caso de Marc Dutroux con la historia de Bélgica y hechos como la independencia de El Congo?
– PS: Marc Dutroux es uno de los nombres más reconocidos de la historia de Bélgica. Tristemente célebre y todos lo conocen. El proceso de crear la obra se hizo de manera periodística. De esta manera, para la concepción de la obra, se habló con el padre de Marc Dutroux. De ahí, surgió el tema de incluir la independencia de El Congo.

-Tengo entendido que este caso fue muy importante en Bélgica a nivel legal y en relación con la participación de la policía. Al día de hoy, ¿se aprecian las consecuencias de este caso?
– Marijke Vandersmissen: Hubo importantes consecuencias, seguro. Una de las ideas originales del porqué trabajar con chicos fue por la Marcha Blanca. El director trabajó con actores belgas y siempre trabajaron con respecto al nacionalismo y como se siente ser parte de una nación. Una de las respuestas de los actores fue que cuando fue La Marcha Blanca nos sentimos belgas. La marcha contó con trescientas mil personas marchando en las calles de Bruselas en contra del gobierno, la policía y el sistema de justicia. Después de la marcha, hubo cambios tanto en la policía como en el sistema judicial.

-¿Cómo fue el proceso de ensayo y el vínculo de los actores adultos con los niños?
– PS: En primer lugar, este elenco que hoy se vio es el original ya que hay dos elencos. Empezamos con la escena del matrimonio y ahí pudimos entender que los niños podían entender el mundo adulto. Por ahí veían que lo que menos entendían era el contenido emocional. Ese fue el punto donde más teníamos que trabajar. Hay una cosa bastante específica en el trabajo con ellos. Cuando había un chico en escena era más fácil llevar a cabo el trabajo pero si había cinco o seis, se complicaba bastante. Ahí Milo decidió que hubiera un adulto en escena para que pudiera guiarlos. En este punto, también puede verse el tema de la conexión de la obra respecto de la manipulación de los chicos. Esto es extensible al mundo del teatro donde el rol del director es un tanto similar respecto de los actores. Para Rau fue muy importante la técnica de la imitación. Por eso los videos para que puedan imitar lo que ven en la pantalla. Es muy importante para lograr la escena. Para los chicos es todo como un cuento. Inclusive  antes de salir a escena, están en un estado de juego constante, sin afectarles lo que plantea la obra.

-¿Pensaron llevar la obra a colegios o relacionarla con experiencias pedagógicas?
– PS: Al día de hoy, la historia de la independencia de El Congo sigue siendo traumática para el país. En segundo lugar, lo de Marc Dutroux no es historia. Es muy reciente todo. Inclusive, la historia en las escuelas está muy trabada en lo ocurrido durante la primera y segunda guerra mundial.
MV:La primera etapa de los ensayos no fueron sobre las escenas que iban a hacer. Lo que hizo Milo fue darle tareas a los chicos para pensar la historia de El Congo y el colonialismo del país. Que ellos mismos se hagan preguntas al respecto. Fue un tanto pedagógico para empezar los ensayos.

– Me llegó mucho la escena de la niña que contaba que había sido violada. Hoy, con el tema de los femicidios de por medio, ¿cómo abordaron el tema con la niña?
-PS: Siempre hay dos personas que son asistentes y también un psicólogo. Como grupo, se realiza todo de manera muy cercana para apoyarse entre todos. También hay mucho contacto con los padres de los niños. Al respecto, es muy claro que los niños no hacen nada que no quieran hacer. La actriz que hace de Rachel que se tiene que sacar la ropa, siempre fue hasta donde quería. Al principio se sacaba la remera pero después ya no quiso hacerlo. Se cuidan entre ellos en el elenco.
– MV: El monólogo de Rachel está basado en las cartas que escribió Regina, una de las chicas que había sido secuestrada por Dutroux y pudo escapar. Esa chica escribió un libro que fue una parte importante del proceso de ensayo. Todos leyeron el libro por lo que tuvieron acceso a la palabra de quien vivió los hechos dramáticos. Fue muy importante para los chicos, tener la palabra de quien había vivido eso.

-¿Cómo se llega a la consolidación del texto final? Sobre todo, en la primera parte, en la respuesta de los chicos, la frescura que hay ¿es improvisación o está guionado?

– PS: El director consideró necesario que, más allá de la parte histórica de los informes policiales y los testimonios de este caso, también estuviera la voz de los chicos. De ahí surgió que la idea de tener ese ida y vuelta con los chicos. La mayoría de las respuestas son de verdad y vienen de los primeros ensayos. Que dos chicos sean hermanos es verdad.  No hay nada improvisado y todo está escrito en el guión.

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