Tras la memoria y la justicia
Texto: Alejandro Genes. Con Marcos Fernandez, Federico Ramón, Silvana Serini y Tomás Somoulou. Puesta en escena y dirección general: Manuel Santos Iñurrieta
Tadron Teatro Y Café. Niceto Vega 4802. Jueves, 21.30 hs
Sábado 20 de junio. Centro Haroldo Conti. Libertador 8151. A las 21 hs.
Ben es un escritor escribe su visión de lo que fue el genocidio perpetrado contra el pueblo armenio. Tras una ardua investigación, saca un libro sobre la masacre. Atravesado por ser descendiente de armenios, plasma en su obra lo ocurrido entre 1915-1923, con la muerte de un millón y medio de personas.
Con una estética que combina diversos expresiones que van desde el absurdo hasta el comic y una pantalla exactamente adecuada para el desarrollo de la multimedia, la puesta describe el derrotero de quien es cooptado –por decirlo de alguna manera- por dos agentes tan particulares como perversos, por su libro al tiempo que un pedido al respecto será fundamental en el transcurso de la puesta. El tiempo y el espacio se vuelven una nebulosa para un escritor que vive la dicotomía elegir dos caminos que acarrearían una caída a los infiernos.
La dirección de Manuel Santos Iñurrieta brinda ese toque tan especial, propio de El Bachín Teatro –grupo del cual es integrante y cerebro- en el mix de humor e ironía en la concepción general de la obra. No obstante, la puesta va más allá del genocidio en sí ya que navega en las aguas de la manipulación de los individuos, el papel de los medios de comunicación y la forma en que estos desarrollan una noticia.
El riquísimo texto de Alejandro Genés abordará todas las formas posibles en que el genocidio atraviesa a los diversos actores relacionados con el hecho. Pero también esboza la crítica a quienes utilizan la excusa de la “pacificación” y la “confrontación” para dejar de lado cualquier atisbo de justicia. La pregunta “¿A costa de qué?” flota mientras desde el escenario se rompe la cuarta pared para inquirir a un espectador al que se le tira lo que ocurrió, matizado con imágenes del ratón Mickey y Disneylandia. Ese ida y vuelta constante hace que el genocidio entre en un concurso de preguntas y respuestas, con verdugos en monociclo establecerán imágenes de fuerte contenido tanto literal como simbólico en tanto miembros de una sociedad mediatizada. La televisión como legitimadora de contenidos y acontecimientos al tiempo que pierde por KO frente a la precisa pluma que combina poética y elocuencia de Vahan Tekeyan y Yeghishe Charents. Metadiscursos y metateatralidad con una metonimia fuerte, que golpea en aquellos que miran para el costado para permanecer impolutos frente la barbarie.
La iluminación asi como el vestuario creará un ambiente lumínicamente ominoso, creando un espacio que no desentonaría con otros pergeñados por Kafka. Los diálogos son relevantes con respecto a las posiciones en pugna, de quien busca justicia y quienes niegan incluso el hecho propiamente dicho. Es excelente la conformación del discurso de los negadores del genocidio armenio debido a que permite establecer líneas con aquellos que utilizan la misma argumentación para otros crímenes similares.
Las actuaciones son precisas en cuanto a lo requerido por la puesta. La voz de Silvana Serini será fundamental en tanto canción como prosa mientras los villanos buscan lograr que sus designios logren el mantenimiento de un statu quo de injusticia y olvido frente a un escritor que esboza una investigación que develará una verdad que pide ser oída a los gritos.
“La negación” es de esas puestas enriquecedoras pero no moralistas, que golpean con precisión en el alma y llama a la reflexión respecto a la necesaria visibilización de lo que fue el genocidio armenio.